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Una luz sobre el desarrollo

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Columna de opinión de José Urtubey Vicepresidente de la Unión Industrial Argentina, publicada en el El Cronista a raíz de la última encíclica publicada. 

A raíz de la lectura de la profunda encíclica papal ‘Lumen Fidei’ –recientemente publicada– una frase en particular me llevó a reflexionar sobre la base en la cual los empresarios debemos asentar los lineamientos para llevar a cabo nuestras actividades.

El documento “nos invita a buscar modelos de desarrollo que no se basen sólo en la utilidad y el provecho, sino que consideren la creación como un don del que todos somos deudores” (LF55).

Lo antedicho importa una continuidad en las enseñanzas de la Doctrina Social de la Iglesia sobre el tema del desarrollo, abordado en distintas encíclicas, tales como, PopulorumProgressio (Pablo VI), Sollicitudo rei Socialis (Juan Pablo II) y Caritas in veritate (Benedicto XVI).

En las mismas se encuentran principios que profundizan el concepto de desarrollo sostenible acuñado en el informe de Brundland de 1987: “Desarrollo que satisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones de satisfacer las suyas”. Es una noción que atraviesa transversalmente aspectos sociales, económicos y medioambientales.

En este sentido, me parece oportuno citar la encíclica Caritas in veritate (CiV 48) que enuncia: “Los proyectos para un desarrollo humano integral no pueden ignorar a las generaciones sucesivas, sino que han de caracterizarse por la solidaridad y la justicia intergeneracional, teniendo en cuenta múltiples aspectos, como el ecológico, el jurídico, el económico, el político y el cultural”.

En este marco, los empresarios debemos trabajar desde las instituciones intermedias en la construcción de un liderazgo, cuyo objetivo esté direccionado a un fuerte compromiso social, económico, ambiental y político, para poder encuadrarnos en una economía inclusiva.

A su vez, una integración productiva equilibrada es clave para lograr un desarrollo solidario, y en este sentido, el rol de la industria es primordial para agregar más valor local, calificar los recursos humanos y generar procesos de innovación tecnológica.

Sugerentemente la palabra latina industria está compuesta del verbo struere (construir) y una variante arcaica del prefijo in (interior-interno). Así industria equivale a ‘construir internamente’, y a eso estamos llamados los hombres de la industria, pues el desarrollo no proviene desde afuera, surge de un trabajo interno, un trabajo que contemple el interior generando espacios de rentabilidad en todo nuestro territorio.

La promoción industrial debe estar orientada a fortalecer las economías regionales, a lograr mayor competitividad. Así cumplirá un efecto multiplicador, dinamizando la economía.

El desafío que queda por delante es poder trabajar en el fortalecimiento institucional, para poder dar un acabado cumplimiento al espíritu de nuestra ley suprema constitucional, en cuanto a los valores republicanos y el federalismo.

Es fundamental afianzar la visión estratégica de largo plazo a partir de un ejercicio colectivo de búsqueda de acuerdos compartidos. Esta visión debe contener un marco regulatorio coherente, con normas claras y precisas para poder avanzar firmemente.

Hoy es imposible pensar en el desarrollo industrial al margen del concepto de desarrollo sostenible, el cual debe estar enmarcado en la responsabilidad, el compromiso, la gestión y la transparencia. Debemos compartir con la sociedad todos estos conceptos y comunicarlos adecuadamente para lograr licencia social para operar.

Link: http://www.cronista.com/opinion/Una-luz-sobre-el-desarrollo-20130711-0028.html


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