Sandra Fainguersch es directora y propietaria de Supermercados El Milagro, una empresa familiar salteña con más de cuatro décadas de historia que en los últimos diez años vivió su etapa de mayor expansión. Con formación empresarial construida en su trayectoria previa en turismo, hotelería y gestión de compañías, y sumando luego experiencia industrial y de conducción ejecutiva, ingresó a El Milagro en 2016 y desde entonces lideró junto a su familia el crecimiento hasta las nueve sucursales actuales, con cerca de 180 empleados.
En esta entrevista con Dossierweb analiza el presente económico, la baja del consumo en sus supermercados y la necesidad de corregir costos para compensar la caída en las ventas. Se muestra a favor de la reforma laboral que impulsa el Gobierno Nacional para que permita un mayor dinamismo entre sus colaboradores, advierte sobre la falta de educación tecnológica en los jóvenes para cubrir puestos con más calificación, y cómo cambió el comportamiento del consumidor salteño. Dice que el desafío de gestionar empresas hoy, en un contexto adverso, es no cometer errores; y proyecta expectativas moderadas: cree que lo peor ya pasó y que 2026 podría marcar un inicio de recuperación.
Especial Dossierweb

Con la nueva sucursal de Av. Bolivia, El Milagro comenzó a llegar a consumidores de la zona norte
— ¿Qué balance haces de este año complejo en lo económico, estando al frente de toda una cadena de supermercados y con un público diverso y amplio?
— Estamos viviendo una de las temporadas más difíciles desde que abrimos. Comparamos épocas, con los gobiernos y los ciclos de la Argentina, y la verdad que este está siendo bien difícil. Hoy todo el directorio volvió a trabajar en lo operativo cotidiano. La ecuación está siendo muy difícil. Bajaron los precios y aumentaron todos los costos fijos. Parecería que no hay inflación, pero sí hay inflación. Aumentaron los sueldos, los servicios, la electricidad es de lo que más aumentó, donde nos incide un montón, y el consumo bajó mucho y no se logra reactivar. Nosotros vendemos comida, productos masivos, no tenemos toda la variedad de productos de los supermercados, sino que vendemos lo que la gente más consume, y no se logra restablecer el consumo. Ahora estamos en épocas de fiesta y sigue estando bien difícil.
— ¿Cómo ves la reforma laboral que impulsa el Gobierno, en cuanto al impacto o efecto que podría tener en tu sector?
— Personalmente tengo la esperanza que una nueva legislación laboral ayude a flexibilizar un poco no tener tanta responsabilidad. Estamos como un poco presos, tomás un empleado y después es difícil terminar la relación sin que te salga bastante dinero. Nosotros tenemos unos 180 empleados. Podríamos tener muchos más y podríamos dar mejores servicios con más empleados, pero la verdad que los costos fijos no lo permiten. Y también la flexibilidad de tener mejor recurso, porque a los cinco años un colaborador dejó de estar entusiasmado con el trabajo, dejó de rendir lo que tiene que rendir y poder renovar más dinámicamente, hoy no se puede. Eso hace un montón a las empresas, les da otro dinamismo, otro compromiso y seguramente nos volveríamos todos muchos mejores profesionales.

Fainguersch reconoce que las ventas no repuntaron este 2025 y confía que el 26 sea mejor
— ¿Ha cambiado también la dinámica laboral? Sobre todo con los jóvenes hoy, que buscan más autonomía.
— Nosotros tenemos mucha gente que se acerca a nosotros en búsqueda de trabajo. Y nos sucede es que hay mucha gente sin preparación, sin capacitación. Entonces, es difícil conseguir gente preparada para algunos puestos claves. No es fácil esa parte. Para cajeros, repositores, corte, logística, hay mucha demanda, pero también hay poca capacitación. Veo poca preparación. No es suficiente la preparación con la que los jóvenes llegan al mercado laboral. Tienen poca educación tecnológica, y los chicos que manejan tecnología no tienen oficio.
— El Milagro tiene 42 años y en la última década fue su expansión. Ese salto coincide con tu llegada. ¿Cómo fue ese proceso de lograr una inserción fuerte en el mercado local?
— El Milagro es el negocio de toda la vida de mi esposo, Edmundo. Él tenía dos negocios y en la última década crecimos a nueve sucursales. Creo que fueron dos factores. Lo primero, fue la necesidad del consumidor, que dejó de ir un poco el súper y empezó a ir al mayorista. Entonces nos acercamos. Nosotros siempre fuimos muy fuertes en lácteos y fiambres y después ampliamos a los commodities, fideos, azúcar, ampliamos mucho más el surtido. Eso fue un cambio de consumo. Y el otro elemento fue que entró la nueva generación también. Eso nos dio fuerza. Entró nuestro hijo, un amigo suyo llegó como gerente, todos chicos preparados, que llegaron con fuerza, con formación universitaria, con Máster, con especializaciones. Eso fue el empuje a la expansión.
— ¿Cómo está sintiendo tu empresa la marcha de la economía?
— Hoy es un momento donde tenemos que apelar a la máxima productividad e inteligencia. Antes, con la inflación, era más fácil tapar algunos errores. Ahora hay que ser muy preciso. Las reglas cambiaron muy de repente. Hace un año, tener el depósito lleno estaba bárbaro porque no había mercadería, la mercadería se actualizaba en el precio. Y al día siguiente eso nos hizo perder plata. Es complicada nuestra Argentina. Pero aquí seguimos apostando al país, buscando la manera dentro de esta nueva economía que está difícil porque hay poco consumo, pero siempre estamos buscando cómo hacer rentable el negocio.

La cierta estabilidad de precios cambió hábitos del consumidor: ahora compra lo necesario para semana y ya no se stockea
— ¿Dónde están sus sucursales y cómo han respondido en estos años?
— Tenemos nueve sucursales. Ocho en Salta Capital y una en Orán. En el momento de la apertura de Orán convenía mucho, toda la frontera venía a comprar a Orán y de repente nos pusimos súper caros, por el tema de la competencia desleal.
— ¿Cómo están frente a las grandes cadenas?
— Estamos todos en la misma ola. Estamos todos en la misma situación buscando cada uno sostener su porción en el mercado.
— ¿Qué cambios viste en el consumidor?
— Ha bajado el consumo, se ha retraído. Cómo hay una cierta estabilidad de precios, la gente solo va comprar lo que necesita en la semana. La gente compra más justo. Entonces ya no compra más un fardo de arroz. Compra lo que necesita en la semana nomás porque sabe que la semana que viene cuesta más o menos lo mismo. Es una gran estabilidad, pero nos falta que el consumo arranque un poco más. Tenemos todas las estrategias de financiamiento y facilidades con tarjetas, tenemos redes de venta, pero el consumo está sin levantar.

La directora del supermercado salteño señala que los jóvenes llegan al mercado laboral con poca educación tecnológica
— ¿La ubicación de las sucursales ha sido importante en el posicionamiento y para mantenerse cerca del cliente a pesar de todo?
— Salta se expandió mucho en los últimos veinte años, no para arriba, sino en forma horizontal. Se hizo grande y lejos. Y ahí fuimos precisos con las sucursales y sus ubicaciones. Tenemos en zona sur, zona norte, en el centro. Cada sucursal tiene características muy particulares. La gente nos elige por la buena atención, por lo lindo, por la experiencia de compra. Tenemos llegada a todas las zonas de Salta. Las últimas que inauguramos, la de Av. Bolivia, y la más reciente en el Intersindical, están muy instaladas y con todo nuestro compromiso en la calidad de atención al cliente, y eso nos trae muchas alegrías por la experiencia de compra.
— ¿Qué expectativas tenés para 2026?
— Creo que el 2026 va a empezar a mejorar un poco más. Tengo esperanza y expectativas que va a levantar este año que viene, ya todo está un poco más tranquilo, y siento que vamos a tener un mejor año. Será un año para estar atentos y activos, y me parece que lo más difícil ya pasó.








