Ni Raúl Alfonsín o el brasileño José Sarney imaginaron en 1985, cuando fundaron el Mercosur en Foz de Iguazú, que después de 30 años de vida este bloque regional pasaría por su peor momento económico y quedaría limitado a una unión aduanera con magros resultados a la vista: la caída histórica de sus exportaciones, un comercio intra-zona cada vez más debilitado, escaso nivel de acuerdos de libre comercio con otras regiones y barreras arancelarias de las más elevadas en América latina.
No hay mucho para festejar en estos 30 años del Mercosur y las diferencias ideológicas recientes signadas entre Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay sólo profundizan el deterioro de este bloque regional que alguna vez fue la esperanza de brillo en el cono sur.
Alberto Fernández y sus pares del Mercosur mantendrán mañana una cumbre virtual del bloque bajo la idea de revitalizar los acuerdos históricos y conmemorar su fundación. Pero en los hechos estos festejos aparecen como una suerte de cinismo frente al conjunto de países que integran el bloque y que en 30 años no han logrado avanzar demasiado en términos económicos o políticos.
El último informe de la consultora Desarrollo de Negocios Internacionales (DNI) que dirige Marcelo Elizondo sostiene que el Mercosur es, de la veintena de acuerdos regionales de integración que existen en todo el mundo, el que menos relación exportaciones/PBI logra: menos de 15% contra más de 30% en el promedio mundial. Además, los niveles de arancelamiento externo de los cuatro países del bloque se encuentra por encima del 9,2 mundial, lo que eleva el costo para operar en comercio exterior.
Las políticas cerradas del Mercosur de los últimos años han generado una escasa relación económica fuera de sí mismo. “Tiene el formato de una Unión Aduanera (UA), que es una modalidad de acuerdo internacional poco usada en el mundo (donde se han preferido acuerdos más flexibles y dinámicos)”, sostiene Elizondo. En la veintena de bloques comerciales que hay en el mundo el PBI del Mercosur equivalió al 2,9% del producto mundial y las exportaciones del bloque equivalieron solo al 1,4% del total mundial (la participación es de menos de la mitad de la participación en el producto mundial).
Paradojas del destino: el Mercosur que se figura entre las siete economías del mundo es el bloque que menos exporta a nivel mundial, no ha logrado aún una moneda común ni pudo establecer instituciones sólidas en el tiempo. El Parlasur aparece como un parlamento con escaso peso político y más bien limitado a expresiones de alto perfil ideológico.
Un informe que circula en los despachos del canciller Felipe Solá y su gabinete, al que tuvo acceso El Cronista, revela que “los niveles actuales del Mercosur marcan la menor participación del comercio intra-zona en el total”.
A la vez, el documento sostiene que en línea con el bajo nivel de comercio, las exportaciones del bloque comparadas con el resto del mundo acentuaron su tendencia hacia la primarización, fenómeno más marcado en las exportaciones de Brasil, señala el mismo informe.
Si bien el sector automotor es el que concentra el comercio intra-zona, el informe que está en poder de Solá menciona que otros sectores industriales fueron perdiendo participación relativa en el mercado regional. Y los acuerdos bilaterales en el sector automotor han tendido a fortalecer la integración regional, limitando el comercio y sus desbalances (en vehículos principalmente). “Sin embargo, los efectos en materia de integración y equilibrio son relativos. Si bien es el sector más integrado del bloque, no ha sido un proceso balanceado, ni entre los socios ni entre los propios eslabones”, sostiene el documento.
Está claro que el comercio de servicios del Mercosur fue de los pocos índices que mostró mejoras. El bloque registró un fuerte crecimiento entre 2003 y 2010 en ese rubro y en los últimos 15 años hubo un mayor dinamismo de las importaciones de servicios, lo cual acentuó el déficit estructural.
El comercio total del Mercosur en la primera década desde su creación se fortaleció en el comercio intra-zona. Sin embargo, los últimos 20 años tuvieron una expansión del comercio extra-zona impulsada sustancialmente por mayores exportaciones de commodities. Y la participación del comercio dentro del bloque está “entre los mínimos históricos y las exportaciones extra-regionales son 8 veces las exportaciones hacia adentro del bloque”, sostiene el informe reservado.
En materia de negociaciones del bloque en conjunto con terceros hubo escasos avances en los 30 años del Mercosur. Se logró un histórico acuerdo con la Unión Europea pero no se logró concretar en la práctica y es muy probable que eso lleve más de 10 años.
A la vez, actualmente hay una fuerte tensión entre la postura más conservadora de la Argentina por abrir tenuemente el bloque a nuevos mercados y la tesitura de Brasil o Uruguay de flexibilizar cuanto antes hacia acuerdos de libre comercio. En las negociaciones abiertas desde el bloque se esperan acuerdos con India, Canadá, Líbano, Singapur, Corea del Sur y el EFTA. Queda pendiente también la apertura del Mercosur a la Alianza del Pacífico y la incorporación de Bolivia como miembro pleno, un debate que hoy genera resistencias desde el Brasil de Jair Bolsonaro enfrentado con Alberto Fernández.
DESAFIOS Y CAMBIOS
El secretario de Relaciones Económicas de la Cancillería, Jorge Neme, expresó que “el Mercosur cumplió una etapa y debe discutir cuál va a ser la agenda del futuro. El mundo de hoy tiene otras relaciones, la emergencia de China cambió el tablero del poder mundial y se transformó en un socio importante de la región debido a su demanda de alimentos, tenemos que rediscutir esta agenda pasada la celebración de los 30 años”.
El ex embajador en Estados Unidos y actual presidente del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI); José Octavio Bordón, dijo que “la histórica decisión de Argentina y Brasil expresada en la Declaración de Foz de Iguazú en 1985 dejó atrás décadas de desconfianza estratégica entre ambos países y fue la piedra fundamental del Mercosur”.
En diálogo con El Cronista Bordón remarcó que “paradójicamente en el momento de creciente globalización se produjo el retroceso y debilitamiento del Multilateralismo. Frente a esta realidad es necesario sacar al Mercosur del estancamiento y desconfianza que está viviendo. Esto exige renovarnos para buscar una actualizada convergencia en la diversidad. Profundizar nuestros acuerdos estratégicos, incrementar el comercio interno entre nuestros países y articular cadenas productivas entre nosotros y con otras regiones para participar activamente en el comercio global”.
Miguel Acevedo, presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA), tiene una mirada más optimista del futuro del Mercosur: “el 30° aniversario del Mercosur es una oportunidad para reafirmar el compromiso de la industria con la integración productiva regional. Para alcanzar ese objetivo, tenemos que transitar un camino con muchos desafíos urgentes y necesarios todavía, imprescindibles para que la región y nuestros países crezcan y se desarrollen”.
Consultado por El Cronista, Acevedo remarcó que en un mundo cada vez más competitivo en materia de exportaciones con valor agregado, “el Mercosur es la plataforma sobre la que cada socio puede potenciar sus activos. Y requiere de una estrategia conjunta, de voluntad política y del compromiso de todos los actores que lo conformamos para llevarla adelante”. La UIA, al igual que sus contrapartes del Mercosur, cree que podrá contribuir proactivamente en temas fundamentales en negociación tales como el arancel externo común, las reglas de origen, la convergencia regulatoria y las negociaciones comerciales con terceros mercados.
El ex embajador en China, Diego Guelar, uno de los mayores entusiastas del bloque regional desde hace varios años admitió que “el Mercosur enfrenta el dilema entre profundizar la integración o retroceder hacia una mera Zona de libre comercio. La integración es un mecanismo de identidad común con aspectos políticos, de defensa y culturales integrales, además de la cuestión arancelaria. Dividirnos y negociar cada uno por su lado -ser solo una ZLC- nos debilita”.
Para el actual embajador argentino en Uruguay, Alberto Iribarne, “el mayor desafío que tiene el Mercosur será desideologizar las propuestas. A la gran mayoría les conviene, sean más liberales o más progresistas, un Mercosur más fuerte más unido, con más protagonismo y mayor inserción en el mundo. Profundizar la integración a través de la modernización de la agenda del bloque supone un programa de pasos concretos”. Para ello Iribarne dijo a El Cronista que “debe plantearse un abordaje integral de sus problemas, tanto intrazona como en su relacionamiento externo, una visión estratégica de largo plazo que parta de una lectura clara del escenario regional y mundial de los años venideros y un involucramiento de los sectores económicos y sociales”.
En tanto, el embajador en Brasil, Daniel Scioli, cree que para fortalecer el Mercosur en adelante hará falta “aumentar el comercio y lograr una mayor integración productiva intra Mercosur”. Para ello, Scioli propuso solucionar las controversias que giran en torno al agro y mejorar la conectividad para bajar los costos de producción.
Todo esto forma parte de un decálogo de buenas intenciones si el Mercosur no logra despegar como bloque y se limita a ser una unión aduanera de escaso impacto en la economía global.
Fuente: El Cronista