El mercado cree que los próximos 10 días serán cruciales para determinar si se saldrá de la crisis. De momento, el Gobierno festeja el rebote de los bonos.
Luego de varios días de recibir golpes muy duras, el Gobierno tuvo un alivio. Tras el espaldarazo que significó el explícito apoyo de Donald Trump a Mauricio Macri, el mercado recibió señales concretas de un cambio de estrategia por parte del Banco Central en la plaza cambiaria.
Así, se anotó un round en la pelea por favorecer las expectativas, en una jornada en la que se evidenció un retroceso en la cotización del dólar y un rebote de las acciones argentinas y bonos de deuda soberana.
Desde Washington, el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, no dudó en atribuir esa pequeña mejora a una recuperación del nivel de optimismo en los mercados, y manifestó su “enorme confianza” respecto a que se dejará atrás la fase de “angustia y volatilidad”.
El ministro no profundizó sobre los detalles técnicos del acuerdo, pero la gran expectativa que tienen economistas y banqueros es que el FMI haya accedido, informalmente, a uno de los más urgentes requerimientos de la Argentina: el poder hacer uso de las reservas con mayor libertad para neutralizar situaciones de inestabilidad.
Para los operadores consultados, hubo un evidente guiño del FMI para que el Central pueda empezar también a vender “sin anestesia” en el mercado spot (de contado).
Los 10 días cruciales
Los comentarios en la City apuntan a que se puede estar muy cerca de un punto de inflexión en el devenir de la economía: según cómo se manejen estratégicamente ciertas variables, se podrá pasar a un capítulo post crisis cambiaria o bien acelerar la volatilidad.
Los analistas consultados creen que el lapso en el que se definirá cuál de los dos escenarios finalmente prevalecerá es apenas 10 días. Habrá señales muy concretas para monitorear, desde lo financiero y económico pero también desde la política.
Con el dólar en torno a los $40 y una negociación abierta con el FMI, el principal interrogante es si el precio actual debe ser visto como un nuevo nivel de equilibrio o si se trata apenas de otra parada “técnica” antes de que vuelva a dispararse.
En su viaje a Washington Dujovne buscó aval para que el Gobierno vuelva a tener “munición gruesa” para enfrentar a los que especulan en el circuito cambiario. Sucede que el acuerdo firmado hace dos meses y medio encorsetó al Banco Central, ya que le impidió intervenir con contundencia para contener a la divisa y “estacionarla” en un determinado valor.
Así, oferta y demanda terminaron por convalidar los $40. Pero eso no significa que la tormenta haya pasado. Algo de esto ya se vio cuando la cotización saltó a $25, luego a $28 y después a $30: cada uno de esos escalones -que en su momento parecieron los últimos- se convirtieron en un trampolín de lo que siguió, en una suerte de devaluación permanente.
A esta altura, con una depreciación de la moneda local que también amenaza la estabilidad social y política (por el contagio a precios de los bienes y servicios), el Gobierno necesita imperiosamente estabilizar el tipo de cambio.
¿De qué depende que lo logre? Lo primero, de la negociación en Washington.Dujovne, más allá de acercar posiciones para un adelanto de los desembolsos, lo que le fue a solicitar al Fondo es que incluya una partida de dólares adicionales a los u$s50.000 millones ya convenida.
Y, en caso de no lograr ese dinero extra, que el organismo le permita al BCRA utilizar más reservas para defender la cotización vigente. ¿Por qué ahora podría darle ese guiño si antes no lo hizo? Sencillamente, porque la actual paridad luce más defendible que las anteriores.
Desde Washington, Dujovne descartó un posible acuerdo con el Tesoro estadounidense para que sea una línea extraordinaria la que salve la situación.
En la plaza financiera descuentan que algún tipo de entendimiento se plasmará para que el BCRA cuente con más dólares para intervenir. Esa expectativa fue la que, en la tarde del miércoles, hizo que retrocediera 50 centavos respecto de la jornada anterior.
Los precios de los bonos se convirtieron en un buen reflejo de esas expectativas. Los papeles de la deuda venían muy castigados por la incertidumbre. Pero, con las conversaciones iniciadas en Washington, los precios mostraron una leve mejora. Más allá de la magnitud de esa recuperación, en Economía festejaron que los papeles dejaron de caer.
Se sabe cómo funciona el circuito: si la desconfianza continúa, los bonistas venden sus tenencias incluso a precios de remate y se pasan a billetes verdes. Aunque deban contabilizar pérdidas. Peor es la incertidumbre.
De hecho ya hay “fondos buitre” que ya están adquiriendo bonos argentinos baratos, a la espera de un futuro default.
A esta altura de la crisis, el plano político también ha tomado un rol preponderante. En los centros financieros miran con atención si Mauricio Macri sellará un acuerdo con los gobernadores peronistas que le permita aprobar el Presupuesto 2019 con el déficit “cero” que Dujovne le propuso al FMI.
Este aspecto de la nueva estrategia oficial es clave: serviría, hacia afuera del país, como una señal de la cohesión interna para realizar el ajuste. Y, hacia la interna, de que hay un compromiso de la oposición menos beligerante para contener posibles desbordes sociales.
Claro está, a este mapa político habrá que ponerle números que hagan sustentable cualquier pacto político entre dirigentes.
Fuente: iprofesional.com