Las bodegas viven el peor año de las últimas dos décadas. Tanto el consumo interno de vino como las exportaciones caen a altas tasas, situación que no se registraba en, al menos, 22 años, desde cuando hay registros sistematizados en el sector.
En la industria vitivinícola la preocupación es grande. La segunda cosecha escasa consecutiva por factores climáticos este año redujo el stock y volvió a elevar los precios de la uva. Esto se da en un contexto general de alta inflación, que afecta al resto de los insumos, y con una clara caída del poder adquisitivo de los consumidores por paritarias salariales que, en general, se fijaron por debajo del índice de costos. Y no ven signos de una posible mejora en el corto plazo. Abril fue el peor mes del año. El consumo interno se derrumbó un 16,9%, frente a igual mes del año pasado, a 670.107 hectolitros (hl.).
En botella, cayó aún más, un 17,4%, mientras que en tetra-brik la baja fue de 16,7%, según datos del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV). Entre enero y abril, el consumo interno acumuló así una baja de 13,1% contra igual lapso de 2016, a 2,52 millones de hl., variación negativa que ascendió a -15,2% en el caso de las botellas y se fijó en 12% en el de tetra-brik. Así, con 13,1% de caída general, es el primer cuatrimestre de mayor caída desde al menos 1995; el año que más se acerca, en cuanto a bajas, fue 2004, cuando el consumo interno se redujo 8,7%, según datos del Observatorio Vitivinícola Argentino y la Coviar (Corporación Vitivinícola), en base al INV. Las ventas al exterior no corrieron mejor suerte y registraron un récord histórico en su caída, ya que los datos previos a este milenio no son comparables, porque la Argentina exportaba muy poco vino, hasta su despegue desde 2003.
La exportación de vino fraccionado se redujo un 13,5% en abril, a 159.420 hl, con bajas de 13,6% en botellas y de 18,9% en tetra-brik. En el caso de granel y mostos, las caídas son mayores, de 59,2% y 53,1%, respectivamente, por el menor stock de vino, que hizo disminuir su oferta, y los altos precios en estos productos comoditizados.
En lo que va del año, hasta abril, la exportación de vinos fraccionados acumula una disminución de 9,1%, a 579.418 hl, con bajas de 7% en botellas y de 39,3% en tetra-brik, envase que sigue perdiendo ventas por la falta de competitividad de la industria. En tanto, graneles y mostos suman retrocesos de 43,2% y 54,3%, según el INV.
“Cae el consumo de todas las bebidas. Pero nuestra situación es muy complicada. Tenemos un segundo año con baja producción, alto costo de la uva y una situación difícil del consumidor. Estamos muy preocupados y trabajamos en planes de competitividad para poder bajar los costos”, explicó Sergio Villanueva, gerente de la Unión Vitivinícola Argentina (UVA).
“No hubo caídas tan abruptas en más de 20 años por lo menos, en períodos de tiempo tan cortos. Preocupa mucho, esperábamos un rebote este año, pero lamentablemente vemos que aún no encontramos un piso, seguimos cayendo. Trabajamos para encontrar algún mecanismo que aumente la competitividad en el mercado interno; la macroeconomía no está bien, el consumo masivo muy complicado, los consumidores no tienen dinero, está muy difícil. Y también hay que mejorar la competitividad de cara a las exportaciones, es fácil caer pero difícil recuperar mercados”, destacó Carlos Fiochetta, gerente General de la Coviar.
Desde el sector plantean al Gobierno sobre todo tres puntos para mejorar la competitividad, más allá de la baja de aranceles a insumos importados, algo que ya se concretó en el caso de los tapones. “Pedimos ampliar los reintegros a exportaciones de 6% a 9%, según estudios que hicimos, algo que implica para el Estado sólo u$s 30 millones de costo fiscal, pero a nosotros nos ayuda mucho. También reclamamos algún sistema para aliviar el costo de fletes a quienes estén a más de 400 km del puerto y un acuerdo similar al que se está por aplicar a ropa y calzado, que permite que hasta $ 8000 de salario la contribución patronal se convierta en un bono para pagar IVA y Ganancias. Somos grandes generadores de empleo”, precisó Villanueva.
El panorama no es nada alentador. “Desde 2012 se desaceleró el alza de las exportaciones o se redujeron levemente por el atraso cambiario, la inflación y la pérdida de competitividad, pero el mercado interno estaba bien, estable. Ahora los dos mercados están mal. Habrá menos ventas en tiempos de baja producción. Quizás eso ayude a bajar precios, pero no es bueno tener un mercado y producción más chicos, sino mantenerlos, porque detrás hay muchas hectáreas, productores y trabajo. Y lo más grave es que no hay expectativas de mejora en el corto plazo”, agregó Villanueva.
Fuente: Cronista