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Heladería Fili, un sueño acunado desde 1951 que hoy se expande con la apertura de una moderna sucursal en Tres Cerritos

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Vicente Fili, fue el primer hijo de una familia de inmigrantes, junto a sus padres incursionó en varios emprendimientos, el reparto de frutas y verduras, la venta de leche y hasta el oficio de zapatero; pero si algo lo enamoró fue la fabricación de helados que inició con su padre, quien trajo el oficio desde Italia.

Hoy, su hijo Ángel, inauguró una nueva y moderna sucursal en Tres Cerritos, es el primer comercio salteño que ofrece el autoservicio pero con un producto casero que acuna una receta de antaño.

Dossier Web visitó las instalaciones y conversó con Ángel quien contó la apasionante historia familiar. En su oficina hay tres objetos que han pasado de generación en generación, la primera silla que usó su padre para ejercer el oficio de zapatero, que aprendió desde muy chico, el primer objeto con el que hicieron los helados artesanales y manuales; y un tacho con el que hacían el reparto de leche en aquellos años.

Mi padre fue el gran apoyo de mis abuelos en sus emprendimientos, comenzó a trabajar desde muy chico y aprendió además el oficio de zapatero. Con el tiempo la familia cambió de actividad y comenzaron a repartir leche, qué hacer con el sobrante fue el punta pie de la heladería”, cuenta.

En la casa nada se desperdiciaba así que con el sobrante de leche comenzaron a hacer helados, “la receta y las técnicas las trajo mi abuelo desde Italia”, mientras inicia ese camino Vicente comenzó a trabajar en el Banco Hipotecario como ordenanza.

“Sus primeros sueldos sirvieron para comprar las máquinas de conservación de frío y las primeras ventas se hicieron desde la vivienda familiar”, don Vicente fue siempre un hombre muy trabajador y no sólo se esforzó en el negocio familiar sino también en el banco donde fue ascendido y pudo hacer su carrera.

En 1951 nació Fili en la esquina de Sarmiento y Güemes, “Yo me crie en la heladería, este es un oficio que aprendí de mi padre, su vida era el negocio, no había lugar más importante para él que la heladería, festejaba más ese aniversario que su cumpleaños”.

Ángel reconoce que el gran amor de la vida de su padre fue la heladería y “eso fue lo que me transmitió que nada viene sin trabajo. Mi papá me decía que uno tiene que dejar el lugar que ocupa mejor que cuando lo recibió, por eso reconozco que nada sería posible sin nuestros clientes”.

Hoy busca seguir honrando esa herencia y decidió expandir el sueño, “la receta la trajo mi abuelo, yo no soy heladero, replico las técnicas de ellos, pero con un agregado, la tecnología, sino ahora sería imposible hacerlo a gran escala”.

Nosotros hacemos un helado casero y fresco a gran escala, cuando un cliente viene tiene que saber que está comiendo algo que se elaboró ese mismo día, por eso es que no tenemos gustos raros, nuestra carta es muy clásica y es porque buscamos vender los productos en el día”.

La nueva sucursal que abrieron en Tres Cerritos está anclada en un amplio terreno que combina la clásica imagen de la heladería con la novedad del autoservicio. “Esto nació para retribuir lo que el cliente nos permitió hacer, es un servicio más en el que buscamos llevar comodidad y queríamos traer un poco de primer mundo”.

“Elegimos Tres Cerritos porque Dios me dio la gracia de poder encontrar este terreno hace ya varios años, como 20, teníamos muchos pedidos desde esta zona, muchos nos pedían abrir una sucursal aquí y la verdad es que la esquina de Güemes y Sarmiento nos estaba quedando chica”.

Reconoce que le pusieron muchas ganas al nuevo proyecto y “te diría sin pensar demasiado porque lo hicimos en un momento muy complicado económicamente y con tantas restricciones por la pandemia, hemos invertido la vida de trabajo”.

Escuela de heladería

“Muchos se preguntan por qué aún no hemos abierto la sucursal céntrica y es porque estamos en pleno proceso de selección del personal, no pasó algo demasiado curioso, abrimos la convocatoria y recibimos más de 1000 solicitudes”, Ángel y su familia quedaron sorprendidos y decidieron que todos deben tener la oportunidad.

“Servir un helado no es cosa sencilla, necesita perfección, agilidad y rapidez, como no todos saben hacerlo, decidimos abrir una escuela con estas personas, vienen de 12 a aprender y los mejores van quedando preseleccionados, más allá de la oportunidad aprenden algo que se lo llevan para la vida”.  


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