Los impactos económicos de las últimas restricciones a la circulación, dispuestas por el Gobierno para contener la propagación de la segunda ola de contagios, ya empiezan a verse con nitidez. Durante el mes de mayo los consumos con tarjetas se desplomaron un 30%, y alcanzaron un equiparable a los registros mínimos de abril de 2020, mes en el que comenzó a verse el derrumbe causado por el inicio de la cuarentena estricta.
“Las restricciones a la movilidad de mayo retrajeron significativamente el consumo con tarjetas llevándolo a una caída real de 30% interanual, y regresándolo a niveles de abril de 2020, uno de los peores registros desde que comenzó la pandemia”, precisa un informe del BBVA Research, sobre seguimiento del consumo en tiempo real, que lleva la firma de su economista principal, Juan Manuel Manías, y del economista Mario Iparraguirre.
Los rubros más afectados por la nueva fase estricta fueron los relacionados a la movilidad y a las actividades no esenciales. En particular, durante la última semana de mayo la baja promedio en hogar, moda, ocio y viajes se ubicó entre 50% y 60% por debajo de la semana anterior.
Automoción, deportes y juguetes, tecnología y transporte se retrajeron alrededor de 35% semanal; alojamiento, bares y restaurantes, combustibles, construcción, cuidado y belleza apuntaron caídas entre 20% y 30% en el mismo lapso.
El comportamiento captado por este indicador de gastos en tiempo real coincidió con los datos de compras en supermercados de marzo último dados a conocer por el Indec, que marcaron una caída del 8,8%.
Para el segundo trimestre, desde el banco pronostican una leve baja en el nivel de consumos comparado con los registros previos al inicio de la pandemia. En el plano internacional, los países dan indicios de ir superando la crisis del coronavirus en función de los consumos realizados con las tarjetas de sus clientes.
Sin embargo, los datos correspondientes a Argentina revelan una pobre performance en la senda hacia la nueva normalidad: su desempeño es deslucido en los diferentes rubros al lado de sus pares, tanto en los esenciales como en el resto. Si bien hay una mejora, no hay evidencia aún de que la misma sea sostenida en el mediano plazo.
Ante la caída de la actividad económica, mucha gente se quedó sin capacidad de gastar y le puso un candado a la tarjeta, por lo que se limitó a seguir refinanciando los saldos impagos, pero mucho de lo que se hacía con tarjeta, como viajes, ropa y salidas, fue para comprar alimentos.
Entonces hubo quienes decidieron devolverla, pues tiene un costo mantenerla, y al irle mal económicamente dieron de baja la tarjeta como una forma de no gastar. Por otra parte, el impuesto a los sellos que puso la Ciudad de Buenos Aires, del 1,2% por cada transacción con tarjeta de crédito, le quitó incentivo a usarla.
A su vez, en la pandemia también han surgido otras vías de financiamiento con medios digitales como las fintech, donde no hay ningún recargo, ya que son gratis.
Además, ante la incertidumbre laboral por la cuarentena, muchas personas dieron de baja tarjetas que no se usaban para bajar los costos, teniendo en cuenta que no podían viajar por la pandemia y no se podía consumir, en un contexto de baja de empleo y dificultades para los pagos.
Otro de los factores es una reducción de cantidad de tarjetas por persona. Quien antes tenía tres tarjetas de bancos distintos, para bajar los costos consolida todas en un mismo banco.
Autor: MARIANO GORODISCH Medio: El Cronista