Patricia Rosales era una administradora de negocios inconforme con su trabajo de oficina, hasta que decidió convertir su pasión por el picante en un negocio, creando salsas artesanales.
Luego de varios cursos sobre habilidades emprendedoras y tras un proyecto fallido con un grupo de socias, hace año y medio ingresó al mercado Gatica, una marca que fusiona el chile panameño, rocoto (como condimento) y ají peruano.
Por el momento, la pyme tiene un producto en el mercado: La Gata, una preparación de 150 mililitros con picante medio para quienes no están muy familiarizados con este condimento.
Sin embargo, próximamente estará disponible un nuevo aderezo llamado Gata Brava, a base de chile panameño y ajo, el cual tendrá un sabor más fuerte.
Este último producto se encuentra en las etapas finales de registros sanitarios, de marca y otros permisos; la empresaria espera que esté disponible en el primer semestre de este año.
Actualmente la salsa La Gata se vende en el Mercadito en Combai ubicado en Escazú y en el Mercado Natural MundoSano en Plaza Cristal, en Curridabat, con un valor aproximado de ¢3 mil.
Además, la empresaria constantemente participa en ferias verdes donde promociona su producto y confía en que este año pueda ingresar a cadenas de supermercados.
“Cuando me preguntan cómo inicié el negocio, contesto que fue la combinación de una inspiración de Dios y mis ganas de desarrollar un proyecto en el cual mi corazón fuese parte de él, que las horas invertidas valiesen la pena, y pudiese compartir con otras personas; quería que cuando agregase la salsa a mi comida favorita pudiese sentir sabor además del picante y no solo enchilarme”, explicó Rosales.
La producción mensual de esta pyme es de unas 40 botellas al mes, ya que el proceso se realiza en la casa de habitación de la empresaria y de momento no cuenta con más personal.
Por otra parte, durante este tiempo en el mercado, la pequeña empresa ha recibido apoyo y capacitaciones por parte del Ministerio de Economía, del proyecto FOMUJERES del Instituto Nacional de la Mujer, y de la Cámara de Comercio.
Además, ha obtenido diversas capacitaciones en ingeniería de alimentos, por parte de la Universidad de Costa Rica.
“Desde que nació mi proyecto, mis objetivos son vender la salsa en supermercados y exportar, pero en el camino me di cuenta de que para lograrlo, además del dinero, se iba a necesitar tiempo, una buena actitud y mucha paciencia. Por suerte todos los permisos han ido saliendo y estoy más cerca de ofrecer mi producto en supermercados y de exportar la salsa a mediano plazo”, agregó la empresaria.
La idea de Rosales es ampliar su oferta culinaria y trabaja en una receta de escabeche, que espera colocar en el mercado antes de que finalice 2018.
Fuente: larepublica.net