En la Argentina, 16 de cada 100 mujeres están involucradas en la actividad emprendedora, según el informe Global Entrepreneurship Monitor (GEM) 2015, realizado por el Centro de Entrepreneurship del IAE Business School. Del mismo estudio se desprende que las mujeres pisan cada vez más fuerte en el rubro, al crecer de 11 a 16% su presencia, de un año al otro.
Aunque no existen estudios actuales sobre la injerencia de la mujer y su rol en la supervivencia de las empresas de familia, en la Argentina, el colectivo femenino al frente de estas compañías incorpora una serie de características que pueden vislumbrar una mayor estabilidad y, por ende, trascendencia, a partir de un fuerte compromiso social con el grupo humano que compone una empresa y una administración financiera más precavida.
“Es sabido que la tasa de mortandad de las empresas de familia es elevada y se acentúa con el paso de las generaciones. Sólo la mitad sobrevive a la transición hacia la segunda generación”, detalla la especialista en empresas de familia, Cinthia Kaplun, en dialogo con LA NACION. “Son las mujeres las que hacen la diferencia en los momentos de crisis”, afirma.
Dama ilustre
Julieta Cohen Sabban, directora comercial de Oliva Ilustre, firma productora de aceite de oliva, despeja cualquier duda. “Ser mujer me benefició en el desarrollo profesional. Participo de un rubro con muchos hombres, pero siempre supe romper el hielo y, a través de la simpatía, pude generar lazos fuertes con proveedores y clientes”, asegura la empresaria olivícola.
La familia Cohen Sabban, vinculada a la industria textil, a fines del siglo pasado, también apostó por el negocio olivícola tras adquirir un campo de 1000 hectáreas en el departamento de Pomán, Catamarca. No fue hasta 2006 que obtuvieron la primera cosecha, sobre 400 hectáreas implantadas, y sólo dos años después ganaron el primer premio como el mejor aceite de oliva del país. Hoy, Oliva Ilustre produce 550.000 litros por campaña y proyecta facturar US$ 2,5 millones este año.
“Mi padre delegó en mí la toma de decisiones en la empresa desde hace muchos años. Si creés en lo que hacés, podés superar obstáculos y frustraciones”, afirma la empresaria y agrega: “El mundo femenino tiende a ser pasional y esto no tiene que verse como una crítica, sino como un recurso que, si sabe canalizar, es espectacular”.
En 2007, Oliva Ilustre invirtió US$ 1,5 millones en su propia planta de procesamiento, donde trabajan alrededor de 30 empleados. Cohen Sabban desde un principio se puso al frente de la parte comercial de la empresa. “Entendí que no sólo vendemos un producto, sino también un servicio; eso me permitió fortalecer relaciones para que los potenciales clientes entiendan lo que teníamos para ofrecer, ganamos numerosos premios aquí y en el exterior”, asegura la empresaria, que destina el 80% de lo producido al mercado externo, y son el Alvear Palace Hotel, Llao-Llao Resort, Hilton, Maru Botana, Fernando Trocca y Osaka algunos de los clientes locales.
Para Kaplun, el alcance del rol femenino en la empresa familiar es mucho mayor que tiempo atrás, en sintonía con los cambios que vive toda la sociedad y los nuevos roles femeninos.
“Antes y aun en muchas empresas, el papel que juegan las mujeres suele reducirse a la transmisión de valores tanto familiares como en el manejo de los negocios, pero de hace un tiempo a esta parte, también han sabido ganar posiciones de liderazgo a partir de una mayor profesionalización e intenciones más visibles de liderazgo”, explica la especialista y agrega: “La mujer está más predispuesta a sacrificar aspectos personales de su carácter en pos de sostener la armonía en la empresa haciendo uso de su rol más conciliador”.
Mujer de pura cepa
Médica nefróloga y psicóloga social, empresaria bodeguera, esposa y madre de cinco hijos, Patricia Ortiz no tiene que explicar su ductilidad. Al frente de Bodega Tapiz, empresa que montó a la par de su marido, para satisfacer un hobby que los apasionó desde siempre, hoy dirige desde Buenos Aires un grupo humano de 120 personas repartidas entre Mendoza, Río Negro y Salta. “En un principio, más allá de ser mujer, la gente no entendía qué hacía una médica comandando una bodega y, sobre todo, nueva en el sector”, recuerda Ortiz sus primeros pasos en el rubro vitivinícola, y sigue: “Sobre todo porque mi esposo al ser abogado, pensaron que comprábamos la firma para reestructurar la sociedad y venderla. Sin embargo, con el paso del tiempo, notaron que no sólo era la esposa “de” y empezaron a confiar”.
El primer paso de los Ortiz fue comprar una finca en Tupungato, pensada para el retiro profesional, pero un par de años más tarde, en 2003, se quedaron con los activos locales de la bodega californiana Kendall Jackson, que había desembarcado en el mercado argentino en la década del 90 en medio del proceso de la llegada de inversiones extranjeras al negocio del vino.
“Conservamos el mismo equipo, mi perfil de psicología social fue una herramienta muy fuerte para entender lo que le pasaba a la gente; ellos pudieron entender el cambio”, sostiene la empresaria, que acaba de inaugurar una nueva bodega tras invertir US$ 3 millones en el Valle de Uco, la zona vitivinícola más prestigiosa (y también la más cara) de la Argentina.
Bodega Tapiz tiene 1000 hectáreas de las cuales 350 tienen vides plantadas. Con ventas anuales en torno de los US$ 6 millones, planea sumar 30 hectáreas de nuevos varietales de cara a 2018. “Exportamos el 93% de nuestra producción y siete de cada 10 botellas que embarcamos tienen como destino los Estados Unidos”, afirma Ortiz, que vivió en ese país cuando ejercía su profesión.
“En el interior el machismo está un poco más marcado, pero nunca representó un límite para mí, hasta lo tomo con humor”, apunta la bodeguera, y resalta algunas características de la mujer en la empresa: “Tenemos una mirada más social para con el personal, somos más prácticas para armar equipo, compartir, con menos orgullo personal. Además podemos entender más al otro y eso genera un ambiente más ameno para trabajar, ya que no competimos, como lo hacen los hombres”.
Convivencia
“La administración financiera, sobre todo en los momentos de crisis, es uno de los fuertes de las mujeres en la empresa de familia”, asegura Kaplun y completa: “Su rol de madres, en el caso que lo sean, no queda coartado por trabajar en la compañía, saben administrar los tiempos”.
Para Ortiz, el hecho de ser madre y empresaria al mismo tiempo es uno de los mayores desafíos cotidianos. “Al comienzo fue incluso más difícil, pero me apoyaba mucho en mi marido y colaboradores. Saber manejar los tiempos entre la familia y la empresa es un ejercicio diario”, confiesa la bodeguera.
“La vida social y el rol empresarial no tienen que ser una cosa u otra. Soy madre de dos hijas, y gracias a pertenecer a una empresa de familia pude adaptarme a esos procesos de crianza a partir de aprender a delegar”, reflexiona Cohen Sabban.
Management femenino
El aporte de las mujeres en el mundo empresario
Administración responsable: Las mujeres se caracterizan por un manejo más responsable del área financiera, lo que se torna un punto clave en tiempos de crisis.
Empatía comercial: La sensibilidad y la empatía para generar lazos con proveedores y clientes también son mayores entre las líderes femeninas.
Trabajo en equipo: Las mujeres se destacan por su gran capacidad para generar espíritu de equipo y para impulsar los trabajos grupales.
Manejo de los tiempos: La necesidad de combinar el trabajo con la familia hace que la mujer administre mejor los tiempos.