Terminada la temporada europea, los técnicos argentinos mantienen el crédito en las grandes Ligas. Ha sido un excelente año para Diego Simeone en el Atlético de Madrid, Eduardo Berizzo en el Celta de Vigo, Mauricio Pellegrino en el Alavés y Eduardo Sampaoli en el Sevilla. Sus equipos han estado a la altura de las expectativas, y en algunos casos las han superado. Al norte, en la Premier League inglesa, Mauricio Pochettino ha alcanzado la condición de ídolo en el Tottenham Hotspurs, de nuevo segundo en un campeonato definido por las celebridades del banquillo: Pep Guardiola (Manchester City), José Mourinho (Manchester United), Antonio Conte (Chelsea) y Arsene Wenger (Arsenal). El regreso de Marcelo Bielsa al fútbol francés, en esta ocasión al Lille, no pasará inadvertido en Europa. Dejó huella en Marsella, donde todavía se le añora.
Sampaoli, Berizzo y Pellegrino han cambiado su destino. Sampaoli acudió a la llamada de Argentina y abandonó el Sevilla. La directiva se resignó a la pérdida, bien remunerada por la AFA, y la hinchada se disgustó con el entrenador, un síntoma de aprecio por su trabajo. La popularidad de Sampaoli decayó después de la decepcionante eliminación frente al mediocre Leicester en los octavos de final de la Champions League. El equipo perdió entusiasmo y energía, se hundieron algunos jugadores -el francés Nasri especialmente- y se debilitó la conexión de Sampaoli con los aficionados, convencidos del acuerdo del entrenador con la selección argentina.
Hubo un empujón aventurero al fútbol del Sevilla, equipo con fama de defensivo en los años anteriores. Sampaoli pretendió un juego más ofensivo, y lo logró. Articuló un Sevilla dinámico y bastante imprevisible. No era un gran equipo, pero tenía atractivo. Se benefició de los excelentes resultados que consiguió en el periodo inicial, caracterizado por las dudas en la hinchada. No se sabía si aplaudir las victorias o censurar el irregular juego. Con Sampaoli, primero llegaron los puntos. Luego, el fútbol, convincentes en el periodo central del campeonato, sobre todo en los enfrentamientos con el Real Madrid y el Barça en el estadio sevillista.
Lo sustituirá Eduardo Berizzo, más impregnado que Sampaoli en la idea bielsista del fútbol. Se encontrará en Sevilla con un plantel preparado para el esfuerzo, pero el club atraviesa por problemas directivos. El anterior presidente, José María del Nido, encarcelado por un caso de corrupción, pretende dirigir el Sevilla una vez cumplida la condena. Los actuales dirigentes no están dispuestos a cederle el poder. Esta división institucional suele traer pésimas consecuencias. Primero alcanza a los medios de comunicación, luego a la masa social y finalmente al equipo.
A este problema ajeno al equipo, Berizzo tendrá que añadir la gestión de las bajas y los fichajes en verano. El Sevilla ha sido un raro caso de éxito en el mercado. Cada año traspasaba 10 o más jugadores, una cifra elevadísima que le ha reportado cantidades ingentes de dinero -Alves, Sergio Ramos, Reyes, Navas, Bacca, Luis Fabiano, Gameiro, Kondogbia y Fazio, entre muchos otros, formaron parte de las exitosas operaciones de venta-, a cambio de un ojo clínico en la adquisición de futbolistas poco conocidos. Monchi, su director deportivo durante los últimos 17 años, se especializó en fichar jugadores por poco precio en Brasil y posteriormente en Francia, con un éxito indiscutible.
Monchi ha abandonado el Sevilla para encargarse de la dirección deportivo del Roma. No se sabe el efecto de su salida, pero Berizzo ya ha recibido malas noticias. Se irá Vitolo, el mejor futbolista del equipo, un jugador potente y versátil que determina la temperatura del Sevilla en los partidos. Berizzo sabe que la exigencia será enorme -el Sevilla jugará la Champions- en unas circunstancias algo peores que las planearon sobre Sampaoli, pero el desafío es formidable. Cada año que pasa, está más clara la posición del Sevilla como cuarto equipo del fútbol español.
Pellegrino deja al Alavés después de alcanzar la octava posición en la Liga y disputar la final de Copa con el Barcelona. No se conoce el futuro de un entrenador revalorizado. Los dirigentes del Alavés querían mantenerle a toda costa, pero no están claras las razones que empujan al técnico argentino al cambio. En el ambiente futbolístico se dice que los rectores del Alavés, procedentes del Baskonia, el exitoso equipo de baloncesto de la ciudad, reproducen minuciosos comportamientos más propios del basket que del fútbol.
La hinchada del Atlético respiró cuando Diego Pablo Simeone comunicó que seguiría al frente del equipo. Simeone es mucho más que un entrenador en este club. Es un mesías irremplazable. Cualquier idea del Atlético sin el técnico argentino produce horror al vacío. Abandonado el venerable Vicente Calderón después de 50 años de servicios, el Atlético se traslada a las antípodas de la ciudad, noreste de Madrid.