En pleno centro de Cafayate se ubica una casona de estilo colonial acondicionada para Hotel. Allí funciona Killa Hotel, un emprendimiento que enorgullece a Marta Chocobar, su propietaria.
Killa, significa "Luna". El Killa Hotel es identificable justamente por un enorme círculo de madera colocado en la puerta de la casona donde funciona desde hace siete años el emprendimiento familiar. Pese a ser tan reciente, el hotel boutique hoy figura en el lugar número 8 de esa categoría a nivel Sudamérica.
Su propietaria entiende que no importa dónde se empiece con un emprendimiento sino las ganas y el trabajo que se le imprima. Reconoce que al iniciarse no sabía nada de hotelería ni de turismo, pese a lo cual decidió poner en marcha su emprendimiento en un sistema que estaba caracterizado por los grandes hoteles. "Me satisface ver lo que se alcanzó además que se dio trabajo a gente cafayateña a la que se la capacita y se le dan herramientas para que las vuelquen aquí o en otro lugar", señaló Marta.
El hotel es un coqueto espacio con la calidez de los productos regionales donde los rincones y los espacios están pensados para ser disfrutados con estados de ánimos distintos. El diseño cuenta con mucha madera, troncos, piedras colocadas en el lugar justo y para que sea utilizado por el visitante sea en una bacha, en una mesada o en una silla. Le encontró el sentido a tener un hotel con la categoría de la atención personalizada y poder interactuar con el visitante el que siempre le deja una enseñanza y un crecimiento. La emprendedora basa el espacio ganado en su meta constante de aprender y buscar de quien pueda dar, recibir un consejo.
"Fue todo un reto para mí entrar en la categoría de hoteles boutique y sin embargo me hice un lugar especial ya que hoy nos buscan sólo por la publicidad del boca a boca". En su sitio web (http://www.killacafayate.com.ar) cuenta con un sistema que permite la comparación con otras ofertas hoteleras de su categoría, lo qe resulta una tentadora invitación para el navegante si a eso se le suma una galería de fotos con los mejores paisajes de Cafayate. Considera que la vida siempre da oportunidades a las que hay que estar atento. Por eso fue invitada en varias oportunidades a realizar cursos que se dictaron en el Sheraton, teniendo como acompañantes a hoteles de la calidad de Colomé.
Marta recuerda que comenzó de a poco tímidamente con apenas unos pocos cuartos (hoy son 14) pero con atención totalmente personalizada, a tal punto que cada vez que se despide un huésped siente que se lleva una parte de su vida, "en los primeros años lloraba cada vez que alguien se despedía, porque yo le abría mi casa y compartíamos tiempo", señaló. Consideró que Cafayate tiene un gran potencial turístico para desarrollar y deberán organizarse tanto desde lo público como desde lo privado para reforzar los lazos que ya se tendieron.
"Esto es una perla que debemos cultivarla, y estar atentos pero sobre todo compromiso", señaló. Sobre la temporada que termina la calificó como de acomodamiento, donde las empresas debieron mantener los precios cuando los costos están muy altos, con el esfuerzo de mantener la mano de obra, que es necesaria. "No mezquino ningún producto, prefiero absorber los costos, pero mantener la calidad". Comenzó siendo hostal, hospedaje, y ahora hotel boutique. Killa Hotel, la luna de Cafayate en el nombre le imprime su compromiso con la tierra y sus orígenes.








