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Ribeiro entra en convocatoria de acreedores

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La cadena de venta de electrodomésticos y electrónica Ribeiro se presentó este lunes en convocatoria de acreedores, luego de completar sin éxito el proceso de búsqueda de un socio que ingrese con una participación minoritaria a su capital accionario. 

De esta manera, la centenaria empresa, oriunda de San Luis, buscará reestructurar sus deudas bajo la órbita judicial. “Luego de mucho esfuerzo para intentar salir adelante, la compañía se presentó en convocatoria de acreedores“, señaló en un comunicado Manuel Ribeiro, su presidente, que forma parte de la tercera generación familiar. 

A comienzos de julio, la cadena cerró todas sus sucursales y su plataforma de comercio electrónico dejó de funcionar. Comenzó a retrasar el pago de sueldos a sus 1000 empleados. Sus oficinas y centros logísticos prácticamente están sin operar. 

Según explicó Ribeiro, hubo dos interesados en invertir en la cadena, pero las negociaciones terminaron inconclusasdebido a la situación macro y las vicisitudes de la industria. “Estos factores no ayudaron a pesar del atractivo que significa una empresa con una gran cantidad de clientes y su perfomance en el mercado”, afirmó al respecto el presidente de la firma que nació en la localidad de Villa Mercedes como una joyería y relojería. 

Aseguró que “la decisión no fue fácil para una empresa familiar con más de 110 años de existencia, que junto al país superó innumerables crisis”. “Tal vez la más fuerte fue la de 2001/2002, que llevó a la Argentina, a su gente y a sus empresas a una situación de gravedad extrema”, recordó.  

Superado aquel momento crítico, la cadena salió adelante y en 2004 inició una etapa de crecimiento y expansión, tanto en sucursales como en número de empleados. Implementó modernización tecnológica, con una facturación anual que rozó los u$s 370 millones en 2017.  

Con fuerte presencia en el interior, llegó a tener 1900 empleados y 85 sucursales. Figuraba entre los principales retailers, junto a Garbarino, Frávega y Musimundo.

En 2004, la empresa inició su expansión

Pero la devaluación de abril de 2018 y sus múltiples efectos hicieron que ese período de crecimiento se transformara en el inicio de una crisis que desembocó en esta decisión. “La caída en el nivel de actividad y, por ende, en los resultados de la empresa, se originaron ese año, con consecuencias inmediatas”, relató el directivo.

Las altas tasas de interés, la creciente inflación y la caída del poder adquisitivo afectaron de manera “ostensible” la venta y, en consencuencia, la situación económica y financiera de la compañía se complicó. 

En el primer trimestre de 2020, la profundización de la recesión agravó el panorama, con ventas que bajaron un 60%. “Operamos a pérdida, con bajísimos niveles de caja para hacer frente a las obligaciones. Ese deterioro se aceleró, llegando a una situación extrema a mediados de marzo de 2020“, comentó Ribeiro.

Unos días antes de la cuarentena, el 19 de marzo, cerró todas las sucursales (algunas ya habían cerrado por las disposiciones de las autoridades locales de cada distrito). “Esto nos puso en una situación dramática“, manifestó el ejecutivo.

“Optamos por subsistir, manteniendo una operatividad mínima, sabiendo que estaba en juego la continuidad. Esta decisión nos permitiría la posibilidad de seguir vivos como compañía”, expresó su presidente.

Cuando el Banco Central (BCRA) autorizó la apertura de sucursales exclusivamente para el cobro de créditos de consumo, las “Minicuotas Ribeiro” significaron un aliciente. “Los clientes nos acompañaron. El 13 de abril de 2020, pudimos volver a rendir y transferir la recaudación cedida a los fideicomisos financieros públicos, en tiempo y forma, debiendo destacar el sorprendente nivel de cumplimiento de los minicuotistas que, con sus pagos, permitieron normalizar el mercado”, explicó Ribeiro.

Ribeiro no alcanzó a conseguir mercadería

Sin embargo, la empresa no alcanzó a firmar con los proveedores un compromiso, vía fideicomiso en garantía, para la provisión de mercadería. Sin stock suficiente, la cadena no pudo hacerle frente al crecimiento de la venta online

Según el empresario, recurrieron a un banco oficial para obtener una línea de crédito en pos de financiar futuras compras de mercadería. “Era una condición necesaria para volver al círculo virtuoso. La idea era ceder en garantía nuestro principal activo, el moderno centro de distribución de Spegazzini. Lamentablemente, la línea de crédito no fue aceptada“, aclaró. 

Ya en el último trimestre de 2020, la cadena intentó estructurar un fideicomiso con el mismo activo en garantía y otro fideicomiso de administración de flujos, con un fiduciario de reconocido prestigio. “El contexto nos jugó en contra, los proveedores locales estaban con poco nivel de stocks, producto de los cierres parciales de las fábricas por la pandemia y la falta de un normal abastecimiento de materia primas importadas. Preferían vender con cobro al contado o anticipado que tomar el riesgo y cobrar a un mayor plazo”, detalló.   

Las ventas cayeron un 60%

Su crisis, en realidad, fue previa a la pandemia. En su último balance anual reportado, cerrado el 30 de junio de 2019, los ingresos de la compañía se habían desplomado a la mitad: pasaron de $ 11.000 millones, en 2018, a $ 5400 millones un año despuésRegistró pérdidas anuales por casi $ 1400 millones, contra $ 356 millones del ejercicio previo.

Al 31 de diciembre de 2019, última información contable que Ribeiro notificó a la Comisión Nacional de Valores (CNV), las ventas cayeron otro 43%, a menos de $ 2200 millones. Al cabo de esos seis meses, sus pérdidas superaron los $ 810 millones, un 25% más que el rojo de un año antes. Su pasivo rozaba los $ 5000 millones.

A la fecha, registra 981 cheques rechazados, por $ 542 millones, según la Central de Deudores del Banco Central.

La crisis que atraviesa la cadena es similar a la de Garbarinoen un mercado en pleno proceso de reconversión, con el cierre de tiendas físicas, el crecimiento de las compras digitales y la aparición de nuevos jugadores que le disputan el liderazgo. 

Ante esta situación, Ribeiro intentó adaptarse, modificando el layout de los locales por estructuras más chicas. “No pudimos completar el proceso de adecuación de la mayoría de las sucursales”, admitió su presidente. 

Pese a todo, el número uno de Ribeiro se mostró optimista, de cara a esta nueva etapa. “Esta presentación judicial no es el fin, sino un mecanismo que nos da la ley para reordenar la compañía y continuar la búsqueda de inversores y financiamiento que nos permitan volver a ser operativamente rentables, cumplir con los acreedores y conservar la mayor fuente de trabajo posible”, señaló.

Y cerró: “Les pedimos nuevamente un voto de confianza. Demostramos en los pasados 100 años nuestra vocación de hacer negocios. Seguramente, volveremos a una economía más normal en el mundo y la Argentina, que nos permitirán implementar un plan y una estrategia seria para proyectar en el largo plazo”.

Autor: AGUSTINA DEVINCENZI

Medio: El Cronista


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