Los financistas quieren que el Ejecutivo garantice el cumplimiento de los compromisos.
Cada día que pasa, cuesta más recuperar la confianza. El Gobierno ya tomó nota de esta situación, transcurridos casi cuatro meses desde el inicio de las turbulencias financieras.
En rigor de verdad, ni Mauricio Macri ni los funcionarios imaginaron llegar a este presente. Menos aún, tras haber utilizado su “bala de plata”: el acuerdo con el FMI.
Salvo el mes pasado -cuando logró generar una paz cambiaria que duró algunas semanas- el escenario siempre se mantuvo complicado y repleto de interrogantes.
La tensión crece. Al punto que en el mercado creen que vendrán momentos decisivos, con Wall Street ejerciendo cada vez más presión para que el Gobierno cuide las reservas y dé mayores certezas de que tiene los dólares suficientes para pagar los vencimientos de la deuda.
Por lo pronto, ayer martes, la plaza cambiaria operó con una dosis de mayor relax respecto de las jornadas anteriores.
El dólar cerró con una baja de 30 centavos, a $30,38. La misma tendencia del segmento mayorista, donde el billete verde cotizó a $29,61 (también 30 centavos abajo del lunes).
Con las últimas medidas, el Palacio de Hacienda y el Banco Central dieron un mensaje categórico: quieren evitar una nueva mega devaluación.
Prefieren cuidar el tipo de cambio y recuperar la confianza de los inversores, a partir de la puesta en marcha del plan “Lebac cero” de aquí a fin de año.
Si bien este proceso cuenta con el explícito respaldo del Fondo Monetario, su éxito no está garantizado. Ni siquiera, por el gesto del organismo.
Lo mismo se pensó hace dos meses, cuando llegaron los dólares del FMI. Desde que entraron los billetes verdes desde Washington, las reservas del Banco Central cayeron nada menos que u$s6.653 millones.
Este descenso refleja la desconfianza del mercado a raíz de la situación económica y política. También, vale aclararlo, la falta de certezas de los propios ciudadanos de a pie y de las empresas sobre la economía argentina.
Mes tras mes, el Banco Central informa sobre la extraordinaria dolarización de los ahorristas. Al punto que en los últimos meses las cifras superaron las exhibidas durante la administración de Cristina Kirchner.
“Los funcionarios ya cometieron el error en abril y en mayo. Intervinieron, perdieron muchos dólares e igual tuvieron que validar un tipo de cambio más alto”, afirma desde Nueva York un economista que conoce muy bien a Luis Caputo y a Gustavo Cañonero, la actual cúpula del BCRA.
“Ahora, los inversores no tienen el mismo ánimo que en ese entonces”, completa.
En Wall Street, los financistas están convencidos de algo: el Gobierno no tiene demasiado margen para seguir sacrificando reservas.
– En la fase inicial de la corrida (entre abril y el 20 de junio), cayeron u$s13.425 millones. En aquel entonces, la cotización de la moneda estadounidense pasó de $20 a $25
– Desde ese momento, llegaron los u$s15.000 millones del Fondo, pero ni así se calmó la situación: en los últimos dos meses salieron otros u$s6.653 millones adicionales
Los inversores ya han tomado nota de la delicada situación, y esto queda reflejado a pleno en las valuaciones de los títulos soberanos.
Los bonos registraron caídas estrepitosas, producto de un contexto internacional complicado para los emergentes, de los temores que les genera la contienda electoral 2019, de la caída en la imagen de Macri y el ascenso de Cristina Kirchner que marcan las encuestas.
A tal punto que, al día de hoy, la Argentina tiene un índice de riesgo país peor que el de varias naciones africanas de escasa reputación crediticia.
La corrida contra los activos locales redundó en un dato: el rendimiento de algunos títulos de mediano y largo plazo supera el 11% anual, lo que hace imposible pensar en una “reconexión” de la Argentina con el mercado de crédito voluntario.
Precisamente, la cuenta que sacan en los bancos de inversión del exterior es que el dinero aportado por el FMI no le alcanzará al gobierno de Macri para cerrar la brecha financiera del año que viene.
En otras palabras, avizoran que en algún momento de 2019 el Gobierno deberá retornar a colocar papeles de la deuda en los mercados.
Y ahí viene la cuestión: si el país no cuenta con las reservas suficientes para ir cancelando los vencimientos, difícilmente le vayan a prestar de nuevo.
Es entonces que el fantasma del default los asusta. Aun cuando no se llegue a esa instancia, el pasado de la Argentina no ayuda.
En este marco, surgen cada vez más voces -dentro y fuera del Gobierno- que recomiendan como “regla número uno” el cuidado de las reservas. Y es, en este punto, que el tipo de cambio se conecta con el precio de los bonos.
Hoy día, los inversores siguen muy de cerca una decisión de Caputo: si utilizará las arcas del Banco Central para defender un determinado tipo de cambio o si las cuidará a costa de convalidar un precio más alto para el dólar.
De ahí que sea tan relevante la regeneración de la confianza. Respecto del bache financiero que habrá que tapar el próximo año, ya se han trazado varios escenarios.
Los mismos refieren a que habrá que salir a “pasar la gorra” para conseguir entre u$s8.000 a u$s10.000 millones. ¿De qué depende una u otra cifra?, del grado de refinanciación de las Letes (en dólares) que logre el Ministerio de Hacienda en los próximos meses.
“Hay muy poca tolerancia hacia el riesgo argentino”, advierte el directivo de un fondo de inversión americano, uno de los que tuvo trato con el actual titular del Banco Central.
“Además, influye que los grandes inversores perdieron mucha plata con los papeles argentinos y ahora no quieren arriesgar. Prefieren mirar desde afuera hasta que se perciba una verdadera estabilidad financiera. Por eso no hay compradores de bonos”, asegura.
En el análisis, sería erróneo no tener en cuenta otra cuestión: el escenario internacional, que está perjudicando al país.
Hay salida de inversiones desde el grupo de emergentes hacia los Estados Unidos. Y es muy probable que la demanda de títulos albicelestes recién asome cuando la crisis de Turquía se encamine en una tregua duradera.
Teniendo en cuenta este panorama, Caputo & Dujovne se darían por satisfechos si los bonos al menos dejaran de perder valor. Y así se despejarían también parte de las presiones sobre el tipo de cambio.
En este marco, una delegación de funcionarios de primer nivel tuvo que viajar a Nueva York. La misión está encabezada por el número dos de la jefatura de Gabinete, Mario Quintana, quien se sumó especialmente para dar respuestas sobre el escenario político.
Desde algunos bancos de inversión estadounidenses sacaron informes muy críticos de la estrategia de polarización de la Casa Rosada. Temen el camino tomado dé chances reales a un regreso de CFK. Esto fue admitido por el propio Caputo en dialogo con periodistas.
“El riesgo país sube por temor a que vuelva Cristina. También, por el tema de los cuadernos”, admite el banquero central.
En diálogo con iProfesional, un financista grafica lo que puede ser el tenor de las consultas de los inversores: “En Nueva York no discriminan si en los cuadernos figura solamente Cristina y sus ex funcionarios o si en algún momento puede aparecer Macri. Como no siguen la trama al detalle, ante la incertidumbre, venden”.
El número dos del BCRA, Gustavo Cañonero, y el secretario de Hacienda, Santiago Bausili, tendrán entonces la dura misión de explicarles las últimas medidas tomadas a los banqueros de Wall Street.
Los inversores los aguardan, con lógica desconfianza: quieren conocer de primera mano las expectativas de los funcionarios.
El interrogante está planteado: ¿por qué ahora sí habría que confiar en las medidas del Gobierno, si ha venido tomando diferentes cursos de acción en todo este tiempo y ninguno de ellos logró estabilizar?
El arreglo con el FMI fue el paquete más grande, pero el Banco Central ya elevó los encajes, las tasas de interés, les puso límites a los bancos para sus tenencias dolarizadas…y, sin embargo, la desconfianza se mantuvo y la salida de fondos, también.
Los funcionarios viajaron con los detalles de las últimas iniciativas adoptadas, que aseguran el cumplimiento de las exigentes metas fiscales consensuadas con el Fondo.
En ese esquema entran los anuncios del martes temprano, con el ahorro de unos $60.000 millones por la suspensión de la rebaja de las retenciones a los subproductos de la soja, la cancelación del Fondo Solidario de la Soja y la eliminación de reintegros a las exportaciones.
Con todo, los funcionarios guardan un as en la manga: la (por ahora) secreta intención de adelantar a la primera parte del 2019 los fondos que el FMI debería desembolsar después de las elecciones presidenciales.
Por ahora, el Gobierno debe mostrar buena letra en los parámetros fiscales (el cumplimiento del ajuste) y solidez de las reservas.
Es lo que les van a pedir los financistas. De eso se trata: de contar con los dólares para dar plena certeza de que la Argentina está lejos del default. A pesar de todo.
Fuente: iprofesional.com