Con el derrumbe de la economía, el peso de la clase media en la sociedad argentina se redujo en forma notable y por primera vez en décadas su participación cayó por debajo de un tercio de la población.
De acuerdo a un estudio Moiguer Compañía de Estrategia, el impacto de la pandemia y la cuarentena en la pirámide socio-económica fue de tal magnitud que sumadas la llamada clase media y clase media baja representan a solo el 32% de los hogares, contra el 45% que significaban el año pasado.
El proceso de descenso social derivó en que en el último año la clase baja viera inflada su participación hasta alcanzar al 64% de los hogares argentinos, frente al 50% que representaba en 2019. El salto, sin embargo, no se sintió tanto en el número de argentinos que pueden ser identificados como de la “clase baja extrema”, que se incrementó en cinco puntos -pasando del 20% al 25%- sino más bien por la consolidación de la llamada “clase baja”, que tuvo un aumento de nueve puntos (del 30% al 39%).
Por su parte, la clase alta casi no sufrió cambios y si en 2019 significaba el 5% de la sociedad argentina hoy se achicó al 4%.
La pirámide cruza datos de Indec, Cepal y el Banco Central con un análisis más socioeconómico a cargo de la consultora Moiguer. “Las pirámides se elaboran no sólo a partir de los ingresos y los bienes y servicios a los que se puede acceder, sino también tomando otros factores como los estudios y el capital social de una persona. Una persona cae de nivel económico porque pierde el trabajo, no porque le descolgaron el título de profesional de la pared“, explica Carolina Porcari, directora de Negocios de Moiguer.
“El Covid es un momento de shock que se siente por igual en otros países. En la Argentina el 23% de los hogares presentaron una caída en su nivel socioeconómico frente al año pasado y la clave es ver cómo será la recuperación y cuánto tiempo va a demandar”, explican en la consultora.
En Moiguer además advierten que los cambios responden básicamente a una cuestión de ingresos, aunque desde otros puntos de vista el ascenso o descenso social no es tan directo ni automático.
“Materialmente mucha gente dejó de ser clase media desde un punto de vista socioeconómico, pero mantiene valores de la clase media, lo cual implica un desafío extra para las marcas. Van a tener que hacer productos para los bolsillos de un consumidor que desde un punto de vista socioeconómico es pobre, pero que se sigue autopercibiendo como clase media y no se ve reflejado en ese espejo de la pobreza”, explicó a LA NACION Fernando Moiguer, director de la consultora.
Desafíos
Para las marcas la nueva pirámide social argentina implica desafíos renovados para adaptarse a un nuevo escenario.“Las nuevas marcas A son las que marcas B con marketing”, ejemplifica Moiguer. En esta lista pueden incluirse nombres como la gaseosa Manaos, los alfajores Guaymallén, las galletitas Pitusas o el detergente Querubín, que lograron escapar al posicionamiento exclusivo del precio y alcanzaron niveles de reconocimiento cada vez mayores entre los consumidores.
“Para las marcas líderes el desafío pasa por reinventarse, tienen que justificar por qué la gente las tiene que seguir comprando. Pero, por otro lado, hay una oportunidad para las que se animan a hacer algo desde la cercanía con el consumidor y estén presentes durante la crisis”, explica Moiguer.
Fuente: La Nación