En una visita relámpago de dos días, Michael Miebach, CEO mundial de Mastercard, estuvo recientemente en Buenos Aires. Solo había venido una vez, en 2014, pero en aquel entonces todavía no ocupaba el cargo más alto de la compañía de pagos. En esta ocasión llegó acompañado por su mujer, que aprovechó para recorrer la ciudad, mientras él mantuvo una agenda intensa de reuniones con bancos, fintechs y con el presidente del Banco Central, Santiago Bausili.
Su presencia en la Argentina no fue casual. Desde hace tiempo quería conocer de primera mano un mercado que, pese a las crisis recurrentes, logró construir un ecosistema de pagos digitales innovador. Hoy es posible pagar de manera electrónica desde el transporte público hasta una propina en un restaurante, algo todavía poco común en otros países.
Para Miebach, el punto de inflexión se dio en 2017, durante el gobierno de Mauricio Macri, cuando Defensa de la Competencia obligó a Prisma —la empresa de los principales 14 bancos de ese momento— a vender la exclusividad de la licencia de Visa.
“Hubo un cambio muy fuerte al permitir la competencia. Hasta ese momento, la aceptación de pagos digitales en la Argentina era baja en comparación con la mayoría de los países. Hoy la digitalización está casi en todos lados. Hay muchas más empresas y una gran oferta tanto para consumidores como para negocios. Fue un gran paso adelante y es una de las razones por las que estoy acá. Fue un movimiento bastante sorprendente”, explicó el ejecutivo alemán.
Con experiencia previa en Citi y Barclays, Miebach ingresó a Mastercard en 2010, donde desarrolló su carrera hasta convertirse en CEO mundial en enero de 2021. Fanático del Bayern Múnich, no oculta su admiración por Lionel Messi, embajador de la marca y protagonista de algunas campañas de la empresa. “Es fantástico y a la gente le encanta en todo el mundo”, dice.
–¿Cómo ve al mercado global?
–Nosotros somos en esencia el sistema operativo de la economía digital. A través de nuestra red vemos el pulso del consumo global: qué hacen los consumidores en Asia, Europa o América. El dato clave es que, en general, el consumo se mantiene saludable. Hay matices regionales, pero la tendencia global es clara: tras la pandemia, el gasto se volcó más a experiencias que a productos, especialmente en turismo y gastronomía. Esa dinámica sigue fuerte y es una buena señal para la economía.
–Con tanta competencia de fintechs y bancos centrales que crean sus propios sistemas, ¿cómo se mantienen innovadores?
–Mastercard tiene 60 años de vigencia y cuando comenzó, todo se trataba de crédito para consumidores con las tarjetas. Alguien en la ciudad de Nueva York quería pagar una cena y pensó que una tarjeta de crédito sería una buena alternativa, así no tenía que andar con efectivo. Cuando vemos cómo son los pagos hoy, nunca hubo tanta competencia y opciones. Aunque “tarjeta” está en nuestro nombre [card], ofrecemos todas las soluciones de pago: crédito, débito, billeteras, P2P, cripto y stablecoins. Lo importante no es la herramienta, sino que sea segura, simple y conveniente. Nadie se levanta pensando “quiero pagar”: el pago es un medio. Por eso invertimos en tecnologías que respondan a esas necesidades. Llevamos 60 años innovando y seguiremos haciéndolo: somos el sistema operativo de la economía digital.
–¿El efectivo va a desaparecer?
–No. En países como Suecia o Dinamarca el 90% de los pagos son digitales, pero el dinero físico sigue siendo necesario en ciertos casos. Muchos gobiernos consideran importante mantenerlo como opción, y coincidimos: es resiliencia para pequeños negocios y respaldo para la economía.
–¿Y las tarjetas físicas?
–No del todo. Cada vez más están representadas como tokens digitales en los teléfonos, lo que las hace más seguras y prácticas. Pero apoyar una tarjeta sigue siendo, en muchos contextos, la experiencia más simple: por ejemplo, en el transporte público de Buenos Aires, donde se aceptan pagos contactless. El futuro será híbrido: efectivo, tarjeta física y digital.
–Con la digitalización crece el fraude. ¿Cómo lo enfrentan?
–Invertimos US$11.000 millones en los últimos cinco años en seguridad. Procesamos miles de millones de datos para asegurar que las transacciones válidas se aprueben y las fraudulentas se bloqueen. La clave es equilibrio: que el sistema sea seguro, pero también fácil de usar. Trabajamos con bancos y fintechs locales en cada mercado para garantizarlo.
–¿Cómo describiría el mercado argentino?
–Primero quiero decir que estoy muy contento de estar acá, para nosotros es un mercado muy relevante por un montón de razones: es una economía comparativamente grande de América Latina, que genera mucha innovación. Han surgido fintechs locales que se expandieron en la región. Nosotros siempre buscamos innovación. Si vemos a alguien que tiene una buena idea o un buen producto en un mercado, queremos llevarlo a todo el mundo y nos asociamos con ellos. Así que voy a esos mercados que me parecen interesantes para aprender. Invertimos mucho en la Argentina, tenemos un buen equipo acá y quiero pasar tiempo para cuando vuelva a Nueva York, contar cuáles son las mejores prácticas que se usan acá y que otros necesitan saber. Una de las cosas específicas que noté en la Argentina y encontré emocionante tiene que ver con la posibilidad de pagar con el teléfono y la tarjeta el transporte público. Esto se ha aplicado en muchas ciudades, pero la Argentina es un escenario muy único porque se está aplicando en todo el país. Se ha abierto mucho el mercado acá.
–¿Qué otras cosas encontró interesantes?
–Los cambios regulatorios en el mercado. Por ejemplo, la digitalización de las propinas, que es un tema no resuelto en muchos países, pero acá lo han hecho. Eso es fantástico. Hay muchas razones específicas relacionadas con la Argentina. Mi mujer además vino conmigo y está recorriendo la ciudad mientras hablamos, así que la está disfrutando.
–¿Cómo ve la economía argentina, que ahora está atravesando algunas turbulencias?
–Lo que más nos importa es el avance de la economía digital, que sigue creciendo y es motor de nuestro negocio. Nuestro compromiso es de largo plazo, más allá de la coyuntura política.
–¿Planean nuevas inversiones o adquisiciones en el país?
–Nuestro modelo es horizontal y global. No construimos fábricas, pero sí invertimos en equipos y en traer tecnología al mercado. Somos los que trajimos la tecnología contactless al mercado. Apostamos a innovaciones conjuntas con bancos y fintechs locales.
–¿Qué opinan de las criptomonedas y las stablecoins?
–Bitcoin es un activo, no una moneda estable para pagos. Las stablecoins, atadas a monedas como el dólar, tienen más potencial, sobre todo en pagos transfronterizos, al ser más rápidos que los sistemas bancarios tradicionales. Lo esencial es contar con claridad regulatoria. En EE.UU. se avanzó recientemente con la ley Genius y esperamos que otros países adopten marcos similares. Para nosotros es simplemente otra moneda que podemos integrar en la red. Será una opción más, aunque no reemplazará al dinero local en transacciones cotidianas.
Fuente: La Nación