Dejemos las cosas en claro desde el principio: “los jóvenes son todos vagos”. Y, además, “no saben lo que quieren”. Es una obviedad para cualquiera, ¿no? Esperamos que cuando termines esta nota tu respuesta sea… NO.
Se dice de los argentinos que somos ingeniosos y siempre tenemos una expresión original bajo la manga. Muchas veces, por desgracia, estos dichos y frases hechas son dañinos, como aquellos que afectan a los jóvenes y con los cuales deben cargar injustamente.
En la organización Por los Jóvenes – Don Bosco se proponen demostrar el reverso de esta situación y, frente a frases armadas como las mencionadas, mostrar que la historia es diferente. Algo que conocen bien, porque acompañan centros de formación para el trabajo en todo el país, en los que cientos de jóvenes hacen mucho más que aprender una profesión: buscan cambiar su futuro.
Es el caso de Brisa y de Joel, por ejemplo, que están aprendiendo oficios vinculados a construcción en el Centro de Formación Profesional San José. Son parte de los más de 230 jóvenes que se capacitan allí, y que siguen un camino similar al de otros como ellos en distintas provincias de Argentina.
Este tipo de propuestas que impulsa Por los Jóvenes – Don Bosco están orientadas a una población en situación de vulnerabilidad, en la que se viven realidades de muchas carencias y pocas oportunidades: muchos de los jóvenes no han podido completar su educación básica y, si logran un ingreso económico, es a partir de changas y trabajos informales.
En estos espacios socioeducativos se les ofrece la posibilidad de aprender en áreas variadas (vinculados a electricidad, textil, informática, generación de energía fotovoltaica y otras prácticas sustentables), acompañándolos en todo el proceso de capacitación y contribuyendo a su inserción laboral una vez que lo terminan.
Al ver la dedicación de estos jóvenes, y de quienes son parte de los más de 30 centros similares que acompaña Por los Jóvenes – Don Bosco en todo el país, se echa por tierra esa idea de que “son todos vagos” o “no se preocupan por nada”. Brisa y Joel demuestran que no es así, y no son simplemente una excepción, sino una imagen que se repite en miles como ellos.