Javier Jaldin Fincati tiene 38 años, es bioquímico y se dedicó a hacer ciencia desde la biología celular, junto a su esposa, otra amante de la ciencia emigraron a Canadá en búsqueda de perfeccionamiento, tras cinco años decidieron volver a la Argentina y apostar a desarrollarse dentro del Conicet. En diálogo con Dossier Web contó su experiencia, deseos y visión de la ciencia en el país.
“En la Argentina se puede hacer ciencia, es más difícil hay menos recursos pero se puede”, afirma. Cuenta que es bioquímico y se ha dedicado a la biología celular, “hacer biología celular tiene que ver con el estudio de distintos tipos de enfermedades, que se pueden abordar desde distintos tipos, nos adentramos al mundo microscópico a nivel celular para tratar de interpretar a ese nivel qué está sucediendo con los distintos tipos de enfermedades”.
Explica que el cuerpo humano tiene un equilibrio y cuando eso se rompe aparecen las enfermedades, “hoy me dedico a hacer ciencia desde la biología celular, en mi caso estudio patologías de orden metabólico”.
Javier estudió en el Colegio Tomasini y después viajó a Córdoba, donde realizó su carrera universitaria en la Universidad Nacional, se casó y con su esposa quien se dedica a la bio-tecnología decidieron viajar al extranjero a perfeccionarse. “Ambos terminamos nuestros doctorados y decidimos buscar una experiencia en el extranjero, más que nada en países a nivel primer mundo, la ciencia requiere de recursos y tecnología y no todos los países invierten en la ciencia”.
Eligieron Canadá, donde estuvieron casi cinco años, “en el medio hicimos una pasantía en Alemania por cuatro meses, siempre tuvimos la intención de regresar y en diciembre pasado lo hicimos, volvimos a la Argentina, nos motivó lo familiar, no nos vemos viviendo lejos de nuestras familias, tenemos un hijo y queremos que se crie con sus abuelos, tíos y primos”.
Nunca lograron sentirse como en casa y es por esto que apostaron a volver, Javier comenzará a trabajar en el Conicet y espera poder llevar adelante sus tareas. Reconoce que en el país hay menos recursos, pero se puede, “entiendo que hay un plan a largo plazo donde se estaría invirtiendo el 1% del PBI cuando otros países invierten más del 2% del PBI en ciencia”.
No duda en afirmar que se necesita una decisión política para invertir en la ciencia y resalta que “somos el único país de Latinoamérica que tiene un premio nobel en ciencia. La Argentina siempre estuvo en la cresta de la ola en cuanto a la calidad de sus investigadores, lo que se lamenta es que por los pocos recursos estos se terminan yendo a otros países donde hay mejores horizontes”.
“Yo en mis propias convicciones siento que hoy puedo devolver un poco de lo que recibí”, dice con orgullo tras poder transitar y recibirse de una Universidad Nacional “no puse un peso y es momento de devolver lo que pude hacer gracias al aporte de otros, como parte del equipo de científicos del Conicet”.
El Conicet es una entidad con su historia y es un centro de excelencia. “La ciencia requiere de su sacrificio, no es algo sencillo. Permanecer en el mundo científico no es fácil, uno debe mantenerse informado, conseguir el financiamiento para los proyectos de investigación, estar a la altura, es un esfuerzo muy grande”, reconoce aunque su vocación y curiosidad hacen que le sea natural dedicarle el tiempo suficiente a esa actividad.
Sobre el COVID-19
Javier se mostró preocupado por la falta de interés de empresas, instituciones y el propio gobierno respecto a la evidencia científica que existe en torno al coronavirus. “Hay una falta de vacunas en todo el mundo”, lo que obliga a pensar en métodos preventivos para evitar una segunda ola de contagios.
“Lo más importante es lograr buenas ventilaciones, más que pensar en desinfectar superficies hay que buscar espacios bien ventilados, esto abarca, aulas, oficinas, comercios. No veo protocolos ni que se suministren los medios para que hoy por ejemplo un colegio pueda filtrar el aire o medir el dióxido de carbono en un espacio y saber si está o no bien ventilado”.