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Fungipor, la iniciativa salteña que sueña con revolucionar la industria del packaging

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En respuesta a una realidad global que nos invita a ser más amigables con el ambiente, un emprendimiento salteño impulsa la biofabricación de envases y embalajes a partir de micelio de hongos y residuos de la agroindustria. La bióloga y apasionada de la micología, Ayelén Malgraf, y el odontólogo, Roberto Gómez Faure, son las caras visibles de Fungipor, el proyecto que plantea un nuevo paradigma para la industria del packaging. A su vez, Fungipor nació como un proyecto alternativo a Hongos del Valle, el emprendimiento que ambos encararon desde 2001, con el objetivo de producir hongos comestibles para el sector gastronómico.

El trabajo que llevan a cabo desde el Valle de Lerma, desde 2018, hoy es observado desde distintos puntos del país y empresas que se interesan en este modelo de economía circular para darle una vuelta de tuerca a sus productos pero, sobre todo, a la forma en la que lo pueden presentarlos.

Semanas atrás, Fungipor quedó seleccionado como uno de los cinco proyectos finalistas del Premio Arcor a la Innovación. Dicha distinción tiene como objetivo reconocer proyectos innovadores para el sector alimenticio y al mismo tiempo, busca apoyar e impulsar el desarrollo tecnológico en dicho sector; reconocer y estimular el talento y las actitudes emprendedoras.

-. ¿Cómo nace Fungipor?
Ayelén (A): Tiene su origen en Hongos del Valle y nace como una alternativa a los plásticos de un solo uso. Para nosotros es importante, más allá de que sea comercial, buscar sustitutos a los plásticos porque hoy son pocas las alternativas y la mayoría son de afuera y tienen un precio elevado.
Roberto (R): Surge como una colaboración al planeta. La colaboración desde nuestro lugar porque se habla mucho de ecología pero se hace poco, entonces desarrollar algo que beneficie al ambiente es uno de los objetivos en la vida.

-. ¿Qué fue Hongos del Valle y cuando decidieron dar el salto?
A: Hongos nace en 2001 cuando empezamos con los primeros cultivos hasta que pudimos pasar a un invernadero más grande y en 2018 empezamos a ver qué alternativas podríamos experimentar con los hongos porque vimos que se hacía en otras partes del mundo.
R: También surge porque uno de los productos que hicimos una vez, un sustrato que quedó aislado, se hizo como un ladrillo y dijimos ‘esto tiene otra función’ y de ahí empezamos a investigar y cambiamos el tipo de hongos. Fuimos viendo cómo darle color, haciendo otras pruebas y demás para llegar a un producto final.

-.¿Cómo llega el reino Fungi a sus vidas?
A: Cuando era chica, mis abuelos eran fanáticos de los hongos, ellos vivían en Entre Ríos y cuando salían a recolectar yo los acompañaba. Y a mi carrera de biología la terminé con una tesis sobre hongos, donde aprendí sobre su producción y desde ahí empezamos a investigar, ver los resultados y producir.

-. ¿Cómo se sienten con el presente y que proyectan a futuro?
A: Como equipo nos sentimos fuertes porque atravesamos varios obstáculos. Hoy, lo hacemos con los recursos que tenemos y a futuro nos planificamos creciendo con rondas de emprendedores, convenios o de forma particular, aunque el camino sea más lento.

-. ¿Le ven potencialidad a los dos rubros?
R: Lo que tiene mayor impacto son los biomateriales por el reemplazo que se puede hacer sobre un negocio millonario que representan los embalajes. Y sobre la venta de hongos, lo que vendíamos hace 10 años era una décima parte de lo que vendemos hoy.

-. ¿Con qué sueñan?
A: Con ser reconocidos como la primera empresa que utiliza biomateriales y que puede llegar a una empresa de cosmética, electrodomésticos o cualquier otro rubro. Y disminuir la contaminación. También queremos ser referentes y una de las cosas que más llama la atención es que esto se haga en el norte del país.

-. ¿Son más costosos estos materiales en relación a los plásticos?
R: Un telgopor puede costar, por ejemplo, dos pesos. Pero, en ese precio no está el costo ni el desarrollo de la industria. Vos tenés que desarrollar la industria del petróleo para hacer poliestireno, desarrollar la industria para expandir ese producto y como eso ya está amortizado no lo pasan al precio y pueden bajar el costo. Tampoco tienen el costo de lo que entre todos pagamos por otra basura. Aquí (por Argentina) no hay leyes de responsabilidad extendida al productor, por la cual, ante la venta de un televisor o cualquier otro equipo después tenés que hacerte cargo del costo de la eliminación de los residuos. Por eso, estos materiales pueden considerarse más costosos, pero con el valor agregado que después de usarlos estos productos son biodegradables.

Nota: Dossier Web


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