La industria y la construcción dieron buenas noticias, ya que luego de haber arrojado números rojos en marzo, en abril crecieron con relación al mes previo 5% y 5,4%, respectivamente. Si bien son cifras positivas, según los analistas privados, no hay mucho lugar para festejar, porque ambas actividades presentan sus complicaciones, ya sea por el estancamiento en las fábricas o por la falta de gasoil para transportar materiales a las obras.
Ambos datos fueron publicados por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) en sus informes sobre el Índice de Producción Industrial Manufacturero (IPIM) y sobre el Indicador Sintético de la Actividad de la Construcción (ISAC). Respecto de la industria, el organismo estadístico oficial señaló -además- que hubo una suba de 4,7% respecto a igual mes de 2021; mientras que en la construcción ese avance fue de 8,8%.
En el Ministerio de Economía destacaron que la industria registra la tercera suba consecutiva y acumula en los primeros cuatro meses del año un crecimiento de 4% interanual. Además, el nivel de abril se encuentra 9,2% por encima del de el mismo mes de 2019. Sobre la construcción se enfatizó: “De esta forma, la actividad de la construcción se encuentra en un nivel 31,3% superior a febrero de 2020 y a sólo -3,3% por debajo del máximo de diciembre de 2017 en la serie desestacionalizada”.
Si la foto se congelara en abril, las noticias parecerían ser todas positivas, como las cifras arrojadas por el Indec. Pero un análisis más profundo de tendencias, comparaciones con 2021 y proyecciones para lo que queda del año abren la puerta para las dudas, sobre todo en el caso de la industria.
Lorenzo Sigaut Gravina, economista de la consultora Equilibra, señaló que, si se observa el patrón del nivel general desestacionalizado de actividad, se ve que en noviembre/diciembre del año pasado rozó 135, y que a partir de ahí empezó una dinámica de serrucho: cayó en enero, se recuperó en febrero, en marzo volvió a caer, y en abril se volvió a recuperar. “O sea, que oscila en niveles inferiores a los de fines del año pasado”, remarcó.
Camilo Tiscornia, director de C&T Asesores Económicos, si se mira la evolución de ambas actividades con un poco más de perspectiva, la realidad es que la industria desde septiembre del año pasado ya no crece. “Sube un mes, baja en otro. Y cuando se ven los desagregados de los sectores, todos están en un mismo nivel hace unos cuantos meses. En la construcción parecía que a fines del año pasado había un poco más de fuerza, pero desde que empezó 2022 lo que se ve es estancamiento”, agregó el economista.
Según Tiscornia, en el Estimador Mensual de la Actividad Económica (EMAE) de abril es muy probable que se vea una recuperación, pero dentro de esta tendencia de una actividad que no crece y que encima se va a ver muy afectada por escasez de energía y por más restricciones a las importaciones. “Es decir que el panorama a futuro no es muy alentador”, concluyó.
En sintonía, Natalia Motyl, economista jefe de la consultora La Crypta, comentó que, más allá de que en el mes de abril se observó cierta recuperación de la actividad, los números están lejos para celebrar. “Desde hace varios meses se comienza a alertar sobre el estancamiento del sector. Lamentablemente, la actividad del sector manufacturero se está paralizando por la falta de estabilidad macroeconómica con altos índices de inflación que impiden llevar adelante un simple cálculo empresarial”, agregó.
Freno de importaciones
Santiago Manoukian, economista de Ecolatina, coincidió con esta visión y comentó que en términos generales la industria tuvo un desempeño errático en los últimos meses y con estancamiento desde fines de 2021.”El nivel 1,2% inferior al de diciembre. Acá hay un descalce creciente entre una firme demanda de bienes durables, que actúan como reservas de valor en un contexto de represión financiera, y una oferta que está afectada en muchos casos por faltantes de partes, piezas y unidades finales. Sostener el ritmo de mejora que se vio en abril va a requerir garantizar un acceso fluido a los insumos importados, pero eso entra en colisión con la meta de acumulación de reservas netas”, analizó.
Claro que es difícil que con el actual nivel de importaciones, el Gobierno pueda atender los dos frentes al mismo tiempo, por lo que deberá decidir entre relajar la meta de reservas o limitar las importaciones. A esto se le agregan otros inconvenientes, como el de la escasez de energía, que seguramente afectará la producción y la persistencia de conflictos gremiales en algunos sectores (como el de neumáticos, por ejemplo). Todo esto, según los analistas consultados, hacen difícil pensar en una trayectoria de recuperación como la que se vio en 2021.
Los expertos coinciden en que la construcción tiene un patrón similar al de la industria, pero con una diferencia: a fines del año pasado el índice desestacionalizado de actividad había llegado a 194,3, tuvo una leve caída en enero, pero en febrero más que recuperó; volvió a caer en marzo, pero en abril otra vez más que recuperó lo que había retrocedido el mes anterior. “Por eso en febrero como en abril, se estuvo por encima de los niveles de diciembre. Esto quiere decir que, si bien también hay un cierto comportamiento en forma de serrucho, acá hay una mínima tendencia positiva”, indicó Sigaut Gravina.
Manoukian destacó que en el caso de la construcción hay un contraste entre lo que ocurre con la oferta y lo que sucede con la demanda. “En el primer caso hay incentivos a volcar liquidez en la actividad. Pero en el segundo persisten interrogantes: hay un nivel deprimido del salario real, crédito hipotecario escaso y un precio de las propiedades que sigue siendo elevado”, detalló el economista.
Por Carlos Manzoni
Fuente: La Nación