La popularización de estos equipos permitió no solo reducir los costos operativos, sino que también ayudó a dar más versatilidad a las producciones; aún no se fabrican en el país y el modelo estrella para el sector es de origen chino.
Hace apenas una década, para filmar tomas desde el aire era necesario un helicóptero. Las imágenes registradas desde allí se sentían mucho menos impactantes que las que hoy estamos acostumbrados a ver. Había, además, una limitación de tamaño: no se podía acceder a cualquier lugar ni realizar cualquier maniobra con la cámara. El uso del dron cambió por completo la industria de la filmación de tomas desde el aire, permitiendo capturar imágenes hasta entonces imposibles, atravesando lugares muy pequeños, con recorridos de cámara únicos.
“Filmar desde un helicóptero no es sencillo, hay que preparar un buen plan, coordinar por radio y apurarse”, explica Mariano Puppo, especialista en posproducción del estudio Triad, que trabajó con drones para Rip Curl, Ronix, Pacheco Golf Club y Chevrolet, entre otras marcas. “El dron es mucho más versátil y nos ofrece un gran margen para improvisar. Desde que lo sacamos de su caja, solo demoramos 15 minutos en estar listos para despegar. El tamaño es sin dudas la segunda ventaja: hay tomas aéreas que serían imposibles de lograr si no fuera por los drones”.
Robots futuristas para el común de los mortales, estos vehículos aéreos no tripulados son tan versátiles que pueden imitar el movimiento de varias herramientas de filmación: son capaces de moverse recto y a baja altura para simular un carrito de filmación; pueden hacer movimientos cortos y precisos como los de una grúa; pueden recorrer distancias importantes a gran altura como lo hace un helicóptero, o bien hacer las veces de un camera-car yendo a gran velocidad. Pueden incluso volar a ras del agua.
Los drones pueden ser comandados a distancia o programados en su trayectoria. Inicialmente utilizados para fines militares, hoy cubren un enorme abanico de aplicaciones civiles y comerciales, entre ellas: ayuda sanitaria, patrullaje, vigilancia de fronteras, control de plagas, cartografía, filmación de eventos sociales y musicales, deportes extremos, publicidades y películas.
Tríada en el aire
Ignacio Kantor es responsable de cámara de Superplano, una productora pionera en la filmación aérea con drones. Cuenta que antes de que llegaran estos aparatitos se las ingeniaban adaptando helicópteros de aeromodelismo. “El dron brinda un grado de libertad creativa sin precedente, al permitirnos ubicar una cámara flotante en el aire y que se mueva de manera fluida en cualquier dirección”, dice. “También nos permite volar a baja altura y acercarnos a objetos y personas mucho más que con un vehículo tripulado”. En el último tiempo, Superplano utilizó drones para filmar videos publicitarios e institucionales para el Gobierno de la Ciudad, el Distrito Quartier Puerto Retiro, Toyota Corolla y Criminal Case, entre otros.
Además de su versatilidad, los drones democratizaron las tomas aéreas. Hoy, las producciones de bajo presupuesto pueden realizarse con las mismas opciones de ángulos que cualquier producción grande de Hollywood. Para contratarlos, hay que tener en cuenta que, además del dron y la cámara, necesitamos dos operadores: un piloto y un fotógrafo.
Para producciones no publicitarias (videos institucionales, sociales o de obra), el costo de una jornada de dron va de los 5000 a los 20.000 pesos, a los que deben añadirse los honorarios del piloto y del operador de cámara, que varían según la experiencia y la dificultad del trabajo. Para cine y publicidad, los costos son más elevados porque se utilizan drones más grandes: la jornada cuesta desde $25.000 sin cámara hasta $80.000 con cámaras y lentes de cine, siempre con doble operación.
Marco legal
Como suele suceder con los desarrollos innovadores, el dron se hizo popular mucho antes de que existiera un marco legal que regulara su uso. En la Argentina, la Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC) es la encargada de controlar esta actividad.
Para poder usar drones en nuestro país, es necesario registrar los equipos a nombre de una persona o empresa (matrícula) y contar con un seguro de responsabilidad civil. Además, quienes operan el aparato necesitan una licencia de tripulación remota, realizar una evaluación psicofisiológica en el Instituto Nacional de Medicina Aeronáutica y Espacial (Inmae) y tramitar un permiso de vuelo en la Empresa Argentina de Navegación Aérea (EANA).
Por otro lado, hay que tener en cuenta que en ciertas áreas de la ciudad está restringido el uso de drones, como en las cercanías de los aeropuertos.
Jorge Vidal es fotógrafo publicitario y productor audiovisual. Apasionado por las imágenes aéreas, a los 8 años ya armaba sus propios aeromodelos y a los 14 era todo un experto en vehículos aéreos controlados por radio. En 2012 fundó la primera asociación civil de pilotos de drones en América (APDA), que preside. Allí se puede tomar un curso de piloto civil de drone, que cuesta desde 4500 pesos el nivel inicial hasta 9900 el curso completo (nivel inicial y avanzado). Jorge integra hoy también el equipo de Aérea, compañía especializada en filmaciones aéreas y alquiler de drones profesionales.
Cuenta que antes de ganar popularidad los drones eran muy costosos y había que armarlos. “Esto significaba que teníamos que ser ingenieros o técnicos para lograrlo”. Pero a partir de 2013 las producciones chinas de bajo costo para filmaciones se hicieron populares y comenzó la verdadera competencia. “Hoy el cliente ya no busca un dron, sino un buen piloto y fotógrafo”, dice.
Made in China
Hoy la marca número uno en el mercado de los drones es de origen chino. Se llama DJI y el equipo más utilizado es el Inspire2, de calidad profesional. No existen actualmente drones para filmación que sean fabricados en la Argentina y que puedan competir con los equipos importados. Los pocos que se arman en el país se utilizan para hacer mapeos (fotografías cenitales para agrimensura) y tienen el estilo de un planeador.
Las imágenes capturadas con drones se hicieron tan populares que incluso dieron lugar a un evento que celebra su creatividad. La primera edición del Festival Drone Buenos Aires tuvo lugar en noviembre pasado en el Centro Cultural San Martín y exhibió videos filmados con drones en categorías tan diversas como paisaje/arquitectura, documental/noticias, deportes, narrativa, showreel e incluso una denominada “dronie”, que define las selfies tomadas con drones.
Fuente: La Nación