La Argentina descendió dos puestos en el indicador mundial de Desarrollo Humano (IDH) que elabora el PNUD, el ranking reconocido por gobiernos y universidades como el más consistente a la hora de evaluar la calidad de vida de los habitantes de un país. En la posición 49 sobre 182 países evaluados, la Argentina permanece en el tramo considerado de «desarrollo alto» por Naciones Unidas, como casi todos los de Sudamérica, sólo por detrás de Chile en el subcontinente.
El IDH evalúa diferentes parámetros que se engloban en tres aspectos centrales: expectativa de vida saludable, tasa de alfabetización y educación, e ingreso per cápita (IPC), medido en términos de paridad del poder adquisitivo (PPA).
En este último rubro, la Argentina es uno de los países de su nivel que mayor brecha exhibe entre su IPC nominal y el relativo (PPA). Según los números del Banco Mundial del año 2007 (el mismo que toma el PNUD para el IDH conocido ayer), el primero alcanzaba u$s 6.040 anuales, y el segundo más que lo duplica: u$s 12.970.
La ralentización del crecimiento de la Argentina y el deterioro de algunos parámetros sociales, que coincidió a partir de 2007 con la falsificación de datos inflacionarios en el INDEC, probablemente se verán reflejados en las próximas mediciones. De hecho, el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), que elabora el indicador desde 1990, aclaró que «los resultados de este IDH no reflejan los efectos de la actual crisis mundial».
Cambio mínimo
En cualquier caso, si la Argentina desciende, no será mucho, ya que el cambio en el ranking de un año a otro (en este caso, entre 2007 y 2006) suele ser mínimo. Por ejemplo, la debacle de 2001 no significó una baja abrupta del país y hasta siguió un tiempo a la cabeza de los latinoamericanos. Más tarde, el crecimiento constante de Chile le permitió a ese país seguir escalando posiciones y liderar la región. En cuanto a otros vecinos, la Argentina se sigue ubicando muy por delante por de Brasil, Bolivia y Paraguay, y casi en el mismo nivel que Uruguay.
La excepción a la regla de estabilidad en el IDH es China (+7), y también dan la nota en el último ciclo analizado Perú (+5), Colombia (+5), Venezuela (+4) y Jamaica (-8).
El PNUD abordó en este informe las consecuencias sociales de la migración y los mitos que afloran a la hora de abordar el tema. «La mayor parte del desplazamiento se produce desde los países en desarrollo a los países desarrollados. La abrumadora mayoría de quienes cambian su lugar de residencia habitual lo hace al interior de su propio país», explicó el informe. Cálculos definidos como «conservadores» estiman que los migrantes dentro de sus respectivos países suman 740 millones de personas, «cuatro veces más que los que se desplazaron a otro país». El porcentaje de movilizados entre países es considerado «estable» por el PNUD en los últimos 50 años, en torno al 3% de la población mundial.
La movilidad encuentra efectos muy positivos y palpables en, por ejemplo, la tasa de escolaridad, que llega a ser el doble entre el lugar de origen del migrante que nació en países con desarrollo bajo (casi todos de África subsahariana).
En ese sentido, se verifica el concepto del indio Nobel de Economía Amartya Sen, quien evaluó que «desarrollo humano es la expansión de la libertad de las personas de llevar la vida que ellas mismas eligen».
El PNUD ve mucho más espacio para «ampliar los sistemas para el trabajo realmente estacional en sectores como agricultura y turismo». Jeni Klugman, directora del informe, evaluó que «una vez que el mundo se haya recuperado de la recesión, resurgirá la demanda de trabajadores migrantes. Por consiguiente, negar los beneficios que éstos generan implica tener poca visión del futuro».
Fuente: Ambitoweb