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Corazón de tierra adentro. Una casa con alma campera en las afueras de Salta

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A pocos kilómetros de la capital de Salta la arquitecta Virginia Durand hizo este proyecto para un matrimonio con felices 50 años de casados, mayormente vividos en el interior de esa provincia. Hoy, instalados más cerca de la ciudad, se sienten exactamente como querían: en medio del campo.

La paisajista Luisa Estela Sundblad estuvo a cargo del diseño del jardín.
 Crédito: Daniel Karp

“Este es uno de los proyectos más lindos que me tocó hacer desde lo afectivo. Mis clientes son una pareja absolutamente entrañable, gente de espíritu alegre, con una experiencia de vida muy rica, que ya en sus setenta y largos decidieron acercarse a la capital para estar cerca de sus hijos y nietos”, nos cuenta la arquitecta Virginia Durand, que acordó con ellos una vivienda práctica, de una sola planta, cómoda, con pasillos anchos y pocos ambientes , pero que pudiera cobijar los muebles y objetos (qué chicas quedan esas palabras cuando las cosas en cuestión están cargadas de afecto y de tiempo) que armaron su historia, llena de lo mejor del legado salteño y jalonada por el recuerdo de cada una de las etapas que marcó su convivencia y su historia familiar.

Bajo el espejo, pesebre de barro comprado en Purmamarca. Sobre el respaldo del sillón, manta de Luracatao, parte de la vasta colección de la dueña de casa.
 Crédito: Daniel Karp

“El pedido primordial fue sentirse como en el campo, que es donde transcurrió la mayor parte de su vida juntos. Y eligieron vivir en San Lorenzo y no en plena ciudad de Salta porque les resulta agobiante el tránsito cada vez más congestionado, el barullo, el calor en verano”, nos explica. “Así que les propuse una casa de arquitectura tradicional, de lenguaje rústico de campo con doble muro de ladrillo, techos de teja y galerías generosas , que les permiten disfrutar cada día de horizontes amplios”.

“La modernidad está en las carpinterías exteriores de PVC color madera, y las interiores de tipo tablero en cedro. Tienen doble vidrio, lo que asegura ahorro de energía y una temperatura equilibrada”.

Sobre la chimenea, reloj de Limoges y un cuadro de la Iglesia de Rosario de Lerma que el padre del dueño de casa les regaló para su boda. La mesa de centro transparente no interrumpe la admiración de la alfombra persa antigua. Crédito: Daniel Karp

“Esta chimenea de mármol estaba en el hogar natal del dueño, y acompañó a la pareja en cada lugar donde vivieron. Traerla hasta acá no fue un inconveniente; más bien una alegría. El hilo del tiempo no se corta: cambian las casas, no cambian las cosas”.

La dueña de casa es gran conocedora de la tradición textil salteña y también una gran coleccionista. En el comedor, estas cualidades ya se vislumbran. Crédito: Daniel Karp

En el comedor, una obra de arte fenomenal : “La carpa del Ciego Nicolás”, del pintor salteño José Casto. Las carpas se montaban durante el Carnaval y allí se bailaba y festejaba sin respiro durante tres días seguidos. La del Ciego Nicolás se levantaba, aproximadamente entre los años 50 y 70, muy cerca de esta casa, y hay vecinos que no solo la recuerdan, sino que también la visitaron.

Lejos de todo pero cerca, lo que reina en la galería es el fresco, el silencio, la disposición al descanso y también a la charla. Crédito: Daniel Karp

El living continúa sin interrupciones hacia el comedor. Ambos espacios dan a la galería corrida , que desde la altura ofrece una vista fabulosa. Lejos de todo pero cerca, lo que reina ahí es el fresco, el silencio, la disposición al descanso y también a la charla.

Este mueble hoy adaptado para sostener la bacha del toilette le perteneció a la venerable señora que lo mira desde el pasillo. Crédito: Daniel Karp

¿Quién es esa señora que se refleja en el espejo? Liberata Gauna de Leguizamón, hija del héroe salteño Calixto Ruiz de Gauna, antepasada del dueño de casa y del genial músico Cuchi Leguizamón. (Ya que estamos, es una excusa para volver a escucharlo).

En la mesa, Secretos de mi cocina, un libro que Susana Pittaluga, amiga de la dueña de casa, escribió para compartir un impagable legado familiar con sus 10 hijos y sus amigos más cercanos. Crédito: Daniel Karp

“En tantos días sin salir, esta cocina integrada con el paisaje todo el tiempo te invita a cocinar. Acabo de hacer unos bollitos, por ejemplo”, nos cuenta la dueña.

“En verano, siempre hay una frutera en el paso a la pileta. Mis nietos ya tienen el hábito de que ese es el tentempié”. Crédito: Daniel Karp

“Salta cultiva la buena onda: el salteño es amable con los foráneos, le gusta recibir”.

Colcha de alpaca, pie de cama de Luracatao y barracán, también de Luracatao, la emblemáticata tienda que creó el belga José D’Hondt y que actualizó el diseño tradicional manteniendo intacta la maestría de su confección artesanal. Crédito: Daniel Karp

Cuando preparamos la producción de este cuarto, fue una fiesta ver cómo la dueña de casa sacaba manta tras manta para combinar de un placard lleno de maravillas primorosamente guardadas hasta que las reclamara el fresco.

Apoyada en el respaldo del sillón, manta de Seclantás, pueblo de tejedores conocido como “la cuna del poncho salteño”. Con detalles en rojo, cuadro de la artista Inés Bancalari, amiga de la familia. Junto a él, serigrafía de Eduardo Mac Entyre. Crédito: Daniel Karp

“Se hizo un solo cuarto de huéspedes. El objetivo desde el minuto cero fue proyectar ambientes amplios, pero no de más” Arq. Virginia Durand

¡Quién diría que este jardín tiene apenas tres años! Y es que el clima húmedo de San Lorenzo todo lo hace crecer. Crédito: Daniel Karp

Fuente: La Nación


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