Magnesio, pédulas, top, tomas, apliques, vías, bloques y pegues: más de un inexperto se habrá visto seducido por la jerga de la escalada deportiva, que hizo su debut como deporte olímpico hace unos semanas en Tokio. Se trata de una disciplina que, a diferencia de la escalada tradicional o clásica, recurre a “rutas” prearmadas con seguros fijos en la pared.
La escalada deportiva puede practicarse en la roca o en muros artificiales como los que se vieron en Tokio, en los que hubo tres tipos de competencia: velocidad, dificultad y bloque o boulder. Y lo cierto es que, más allá de los atletas, la escalada es una actividad que disfrutan chicos y grandes, y que tiene cada vez más adeptos. Según datos de la Federación Internacional de Escalada Deportiva (IFSC), hay más de 44,5 millones de escaladores en todo el mundo.
En la Argentina hay múltiples sectores donde practicar escalada, con opciones para todos los niveles, desde principiantes hasta expertos. A su vez, esos rincones resultan bellos destinos turísticos, como para que la experiencia sea realmente completa.
Buenos Aires
La mayoría de quienes viven en la Ciudad de Buenos Aires y sus alrededores realiza primero un curso de escalada en algún muro y luego hace su bautismo en roca en las sierras bonaerenses, por su cercanía. ”Desde que abrimos, hace 15 años, la idea central siempre fue acercar la naturaleza a la ciudad. Porque lo cierto es que, a través de la escalada, uno redescubre lugares que tal vez ya conoce. Y el hecho de animarse a ver la vida desde otro punto de vista representa un antes y un después para los que escalamos”, asegura Rodolfo Aguirre, dueño de Punto Cumbre, un muro que ofrece cursos básicos de escalada deportiva para adultos y niños desde los 5 años. En la ciudad y la provincia hay varios lugares que ofrecen ese tipo de cursos, como el Centro Andino Buenos Aires, Realization, Campus y El Muro. Durante un mes, los interesados aprenden las técnicas básicas de seguridad, el manejo del equipo, los nudos que se utilizan para escalar y las normas de convivencia con los espacios naturales. “Las salidas de bautismo en roca resultan el broche de oro de un proceso que todos ansían concretar. Si bien la Argentina cuenta con cientos de lugares para hacerlo, solemos elegir el conglomerado de sierras bonaerenses cercanas a Balcarce, a unos 400 km de la Ciudad de Buenos Aires. Durante un fin de semana, los grupos ponen en práctica lo aprendido en el curso”, agrega Aguirre. Allí, uno de los lugares más pintorescos y disfrutables para quienes comienzan a escalar es Sierra La Vigilancia, ubicada en el km 43 de la RN 226, entre Balcarce y Mar del Plata. En “La Vigi”, donde hay más de 300 vías equipadas, funciona una escuela de escalada y hay un eco-camping, un refugio con comedor y domos estructurales con cuchetas para entre 4 y 20 personas. Además, el pago de ingreso al sector incluye un seguro de accidentes personales.
Córdoba, mucho para elegir
Los Gigantes, La Ola, Capilla del Monte y Copina están entre los sitios de escalada deportiva más importantes de las sierras cordobesas. En el macizo de Los Gigantes hay dos refugios de montaña activos, el del Club Andino Carlos Paz y el del Club Andino Córdoba: en los alrededores se pueden practicar los tres estilos de escalada en roca (boulder, escalada deportiva y escalada clásica).
En tanto, a unos 20 km del parador El Cóndor, en dirección a Mina Clavero, La Ola representa una de las mejores zonas de Córdoba para la práctica de la escalada deportiva, con unas 500 vías de diversos niveles. Los sectores están dispersos en las cercanías del Camino de las Altas Cumbres (RP 34) y, entre ellos, se destaca una gran ola de piedra con entre 30 y 45 grados de inclinación que le da el nombre al lugar.
“Actualmente, el circuito de escalada más completo y en constante desarrollo está en Capilla del Monte, con unos 50 sectores y más de 600 vías. La zona comenzó a escalarse de manera deportiva a principios de los 90 por los mismos equipadores que descubrieron La Ola”, afirma Damián Zanotti, director de la escuela de escalada GECU y miembro fundador de la Federación Cordobesa de Montañismo y Escalada (FeCME).
Los Mogotes, Los Paredones y Rocamola son las tres zonas de escalada más pintorescas de Capilla del Monte y se puede contactar a la escuela “Grupo de Escaladores del Cerro Uritorco” para organizar salidas a la roca.
Bariloche, con vistas impactantes
Con más de 45 sectores de escalada dentro del ejido municipal, Bariloche es uno de los destinos más versátiles, con opciones para principiantes, avanzados y expertos. “A quienes están comenzando con la actividad, les recomiendo ir a sectores como Génesis, en el cerro San Martín, Íride o Nueva Colonia. El disfrute de las vistas es una constante en todos los sectores, pero, sin dudas, la joya es Valle Encantado, a la vera del río Limay. Es un poco más alejado, pero se pueden destinar unos días para escalar en esa zona de la estepa y dormir en Villa Llanquín”, cuenta Alejandro García Micocci, dueño de La Luna Muro.
Quienes se entusiasmen con Valle Encantado deben tener en cuenta que está prohibido escalar allí durante el verano (entre el 24 de diciembre y el 1° de marzo) y que, para llegar a sus rincones más atractivos, es necesario contar con un bote para cruzar el río.
En La Luna Muro (km 7,5 de la avenida Bustillo), por ejemplo, los visitantes (tengan o no equipo) pueden contratar salidas turísticas de bautismo de escalada en roca o tours guiados para escaladores con y sin experiencia.
Y además de las opciones para hacer escalada deportiva, Bariloche alberga el área de Frey, en el cerro Catedral, que atrae a escaladores de todo el mundo. El lugar es considerado una “escuela” de escalada clásica o alpina y muchas personas llegan para practicar allí las maniobras que luego intentan replicar en las paredes de granito de El Chaltén, en Santa Cruz.
Piedra Parada
A 130 km de Esquel, sobre la ruta provincial 12, Piedra Parada se ha convertido en otro imán para amantes de la escalada a partir de que la marca francesa Petzl organizara allí en 2012 su RocTrip, un evento que convocó a más de 1200 personas.
La piedra de origen volcánico de 210 metros de altura y el Cañadón de la Buitrera, de unos 4 km de largo, resultan un verdadero parque de diversiones para los escaladores. En medio del valle del río Chubut y con un potencial magnífico, hay más de 35 sectores de escalada para todos los gustos y niveles. Las paredes de roca a ambos lados del cañadón superan los 200 metros de altura y quitan el aliento.
Si bien hay rutas para principiantes, la mayoría de las vías de escalada en Piedra Parada son de grados difíciles, por lo que lo mejor es ir con guía o contar con experiencia previa.
Se trata de un Área Natural Protegida donde también se puede practicar trekking y avistaje de aves. En las inmediaciones de la piedra hay dos campings, una proveeduría y una cabaña para 6 personas (establecimiento La Buitrera). El pueblo más cercano es Gualjaina, a 30 km, donde también hay una hostería y almacenes.
El Chaltén, un clásico
La capital nacional del trekking también es un destino clásico de escaladores. Los cerros Fitz Roy y Torre están entre los más emblemáticos y los que poseen vías de escalada clásica con mayor dificultad técnica de todo el mundo.
Está claro que animarse a esas paredes implica entrenamiento y preparación física y mental (el clima es un protagonista clave en esas latitudes). Sin embargo, los principiantes y quienes disfrutan de la escalada deportiva pueden divertirse en zonas como El Calamar, La Platea, El Paredón de los Cóndores, La Nueva Escuelita, La Burbuja, Veshcho Wall y Pared del Diedro Grande, entre otras.
También hay múltiples sectores de boulder muy cerca del pueblo: es una rama de la escalada que se practica en bloques rocosos de no más de 10 metros de alto. En este caso, no se utiliza arnés ni cuerda, sino que se recurre a crash pads o colchonetas para amortiguar las caídas, que siempre son desde poca altura.
Tengan el nivel que tengan, todos los escaladores disfrutan de planear su próximo viaje a la roca. El contacto con la piedra, la lectura de las guías en las que se describen las rutas y su dificultad, la mímica de los movimientos, los múltiples intentos hasta conseguir encadenar la vía elegida y el disfrute de los paisajes panorámicos desde las alturas: placeres que conjugan deporte y turismo.
Por: Paz García Pastormerlo
Fuente: La Nación