Los sindicatos docentes universitarios activaron una huelga en reclamo de mejoras de salariales; montaron una carpa a modo de protesta en la puerta del ministerio y harán una clase pública en Plaza de Mayo
Con la inflación en alza y mientras se debate en el Congreso la ley de Presupuesto para el año que viene, crece un conflicto salarial en 36 de las 61 universidades que hay en el país. Una alianza de sindicatos docentes, la mayoría de ellos integrantes de la Federación Nacional de Docentes de las Universidades Nacionales (Conadu Histórica), activó hoy una huelga que se extenderá la semana próxima, con paros el jueves y viernes. Montaron hoy una carpa blanca frente al Ministerio de Educación y la semana que viene harán una clase pública en Plaza de Mayo para visibilizar el reclamo.
Los 38 sindicatos convocantes denuncian que la paritaria firmada entre el Gobierno y otras federaciones [la otra Conadu]fue insuficiente. “Firmaron un 62% para todo 2022, mientras se estima que la inflación de este año llegará al 100% y nada para los que trabajan sin cobrar un peso”, señaló Ileana Celotto, secretaria general de la Asociación Gremial Docente de la Universidad de Buenos Aires (AGD UBA). Celeotto es una de las impulsoras de las protestas, que cuentan con el aval de la CTA Autónoma, la única de las tres centrales obreras que tomó distancia de la gestión de Alberto Fernández y puso la guardia en alto por el ajuste en determinados sectores.
“El Presupuesto que se debate en el Congreso es de ajuste y no solo porque prevé una inflación menor de lo que se proyecta. Habrá ajuste salarial, pero también para sostener la ciencia, la educación y la infraestructura”, protestó Celotto al ser consultada por LA NACION. Y agregó: “La partida para las universidades aumenta por detrás de la inflación que el mismo presupuesto supone para el 2023. Es un ajuste”.
El paro nacional repercutirá en el normal funcionamiento de 36 universidades nacionales. La semana que viene pararán 48 horas, el jueves 13 y viernes 14, y el jueves de esa semana, AGD UBA llevará clases públicas a la Plaza de Mayo para visibilizar su reclamo. “Reclamamos un 30% de aumento ya y cláusula gatillo para no perder frente a la inflación. No podemos permitir que miles de docentes cobre por debajo de la línea de pobreza”, dijo Celotto.
Los gremios docentes universitarios no están excentos de las divisiones sindicales. La Conadu Histórica forma parte de la CTA Autónoma, que lidera Hugo Godoy, mientras que la Conadu está enrolada en la CTA de los Trabajadores, que encabeza el diputado nacional kirchnerista Hugo Yasky. Celotto cuestionó a sus colegas de la otra federación por haber validado el aumento de 62% que sellaron con el ministro Jaime Perczyc. “Nosotros firmamos en disconformidad”, buscó desmarcarse la referente gremial de la UBA.
El conflicto de los universitarios tiene puntos en común con el reclamo que impulsan los docentes porteños, que reclaman mejoras salariales y más presupuesto a la gestión de Horacio Rodríguez Larreta.
Además de los recortes que denuncian los gremios universitarios, ya hubo ruido por el ajuste en otros planes educativos, como el Conectar Igualdad, destinado a la escuela secundaria. El ministro de Economía, Sergio Massa, avanzó en silencio con una poda a ritmo de machete que alcanzó a áreas de salud y transporte hasta programas educativos icónicos para el kirchnerismo, como es el Conectar Igualdad, que fue creado en 2010 con el objetivo de entregar computadoras a estudiantes y docentes de secundaria de escuelas públicas. El recorte en Educación fue de $70.000 millones, de los cuales un 70% estaban destinados a la renovación de equipamiento de las netbooks que entrega el Estado a los alumnos. El 30% porcentaje restante estaba destinado a infraestructura y construcción de jardines de infantes. El total equivaldría al 22% del presupuesto ejecutable para 2022, según fuentes que conocen el sector.
“No es un ajuste, es una readecuación de partidas”, argumentaron fuentes oficiales consultadas por LA NACION por lo del Conectar Igualdad. Apenas un eufemismo militante.
Fuente: La Nación