El analista principal de Fitch para el país, Erich Arispe, ve amenazas en el deterioro de las cuentas fiscales y en la fuga de capitales. Cree que el país está entre los que más sufrirá el efecto de la crisis . Erich Arispe está obligado a estudiar, día a día, cuáles pueden ser los efectos de las decisiones que toma el gobierno argentino sobre el pago de la deuda. No ya en el largo plazo, sino en los próximos años, o meses. El analista principal para la Argentina de la calificadora Fitch Ratings hoy sólo se siente seguro para garantizar que el país sobrevivirá por unos 14 meses a sus próximas obligaciones; pero toma recaudos cuando habla más allá de ese plazo. Dos amenazas, dice, impiden despejar sus dudas: el deterioro de las cuentas fiscales, y una fuga de capitales que no se interrumpe.
–¿Cómo ve al país?
–Nosotros tenemos para la Argentina una nota de “B-”, con perspectiva estable. El escalón inmediatamente más bajo es la triple C, que implica una posibilidad real de default. Según nuestros cálculos, el gobierno argentino va a poder cumplir sus vencimientos hasta la primera mitad del 2010, debido a que mejoró sus cuentas por la nacionalización de los fondos de pensiones. Pero nosotros decimos solamente hasta la primera mitad del 2010, porque en agosto debe afrontar el pago más importante, que es el del vencimiento del Boden 2012, y que llega a u$s 2.200 millones.
–¿Dudan de que lo pague?
–Vemos una tendencia preocupante en la erogación de las cuentas externas, por una baja en los precios de los commodities, y una caída en las importaciones que tiene un componente de demanda local, y otro de cierto proteccionismo. Es claro que el superávit comercial, que fue importante en años pasados, se deteriora. El otro factor que preocupa es la fuga de capitales en el sistema, que ya fue de u$s 5.700 millones en el primer trimestre. Si consideramos que en los tres meses anteriores a las presidenciales del 2007 hubo una fuga de capitales de u$s 4.700 millones, y que claramente ahora las condiciones son menos favorables, con una economía claramente en recesión y con mayor incertidumbre política, podemos estar seguros de que la fuga aún continúa.
–¿Cómo ve el escenario para después de las elecciones?
–Viéndolo ahora, el escenario no luce tan complicado después de junio. El Banco Central tiene una posición importante de reservas. Pero el riesgo es que no se restablezca la confianza y que se enfrente un panorama más difícil. Además de que continuó la fuga de capitales, el esfuerzo fiscal que está haciendo el Gobierno en la campaña puede afectar las cuentas. Habrá que ver: el gasto, creciendo al doble del ritmo que el ingreso, no es una dinámica sostenible.
–¿Cómo cree que pasará la crisis la Argentina?
–La Argentina está entre las economías de la región que más va a sufrir el impacto. A diferencia de otros países, que aprovecharon el último boom de los commodities para la creación de fondos contracícilicos, el país ha tenido en este tiempo un crecimiento de gasto récord. Sólo en el 2007 hubo casi 50% de expansión del gasto. No ha habido ahorro. El intervencionismo excesivo del Gobierno en la economía y la poca transparencia en los indicadores oficiales desincentivaron la inversión extranjera y local. Hoy el país es más vulnerable que el resto de la región frente a un bajo crecimiento global, junto a Ecuador y Venezuela.
–¿Hay posibilidades de un cambio en la calificación?
–Estamos mirandola. Hay que ver: lo que dificulta hoy el seguimiento de la Argentina es la poca transparencia de los datos oficiales, porque en el sector privado tienen otras estimaciones. Eso crea incertidumbre.