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Informe macroeconómico: Las inconsistencias de la política económica se traducen en inflación

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En los últimos años, la economía global transitó la pandemia y la guerra. Sin embargo, la magnitud y la persistencia de la aceleración inflacionaria es un fenómeno particular de Argentina. En efecto, Mientras el resto de los países ha implementado una política de restricciones monetarias, Argentina sostiene políticas fiscales y monetarias relativamente expansivas.

El panorama inflacionario continúa agravándose y se posiciona como uno de los principales desafíos que deberá enfrentar una próxima administración.

En efecto, la inflación se aceleró por quinto mes consecutivo y, en abril, corre a un ritmo anualizado del 156% (8,4% mensual), superando ampliamente las expectativas inflacionarias que se tenían a comienzo de año (98% anual).

Además, las consultoras proyectan un registro mensual mayor para mayo debido al impacto de la suba de tarifas, las altas tasas de interés, la falta de dólares y la inercia inflacionaria ascendente.

El incremento generalizado de precios diluye el poder adquisitivo a meses de las elecciones.

Frente a la grave situación, el oficialismo apunta a la pandemia, la guerra en Ucrania y la sequía como chivos expiatorios. Sin embargo, en el resto del mundo, también afectado por la pandemia y la guerra, tras un impacto inicial, la inflación hoy se encuentra bajando.

Más en detalle, la diferencia radica tanto en problemas macroeconómicos largamente preexistentes a la pandemia como la respuesta posterior. En efecto, en la era post pandemia los bancos centrales de los países avanzados rápidamente reaccionaron con una política monetaria contractiva: finalizaron con la recompra de deuda (forma que utilizaban para emitir) y subieron las tasas de interés (FED 5% desde 03/22 y UE 3,75% desde 07/22).

De esta forma, retirando dinero de circulación, se logró desacelerar la inflación mundial en un camino aún se está recorriendo. En ese sentido, la Reserva Federal de los Estados Unidos (FED) anunció que se mantendrán las tasas altas hasta que la inflación estadounidense llegue al 2% anual. En Argentina, como veremos más adelante, se mantiene una política monetaria expansiva estrechamente vinculada a las necesidades de financiamiento, directas e indirectas, del Tesoro.

En segunda instancia, la salida de la pandemia coincidió con otro shock importante a nivel internacional: la guerra entre Ucrania y Rusia tuvo un fuerte impacto en los mercados de alimentos y energía dada la relevancia de los beligerantes en los mercados mundiales. Así, de acuerdo al Gobierno, la guerra habría afectado negativamente a la Argentina, pese a nuestra condición de exportadores de alimentos, y causado una nueva aceleración de la inflación.

Sin embargo, como mostramos nuestro Informe Macroeconómico 291, la suba de los precios internacionales no se tradujo en una aceleración inflacionaria de la magnitud que experimentamos localmente en países con similar estructura productiva.

Nuevamente, se aprecia que la diferencia radica en la política macroeconómica y que la inflación guarda una relación estrecha con la evolución de la base monetaria en cada país. Incluso, es paradójico apuntar a que la guerra tuvo un efecto negativo sobre la economía argentina cuando la liquidación de divisas del agro pasó de USD 20.274 millones en 2020 a USD 32.807 millones en 2021 y USD 40.438 millones en 2022.

De hecho, los commodities bajaron desde los precios máximos que tuvieron en principios de 2022 (soja -22%, trigo -42% y maíz -24%) pero pese a ello la inflacion local persiste y e incluso se acelera.

En la visión del Gobierno, el último factor exógeno que habría impactado sobre la economía llevando a la suba de precios es la sequía. Indudablemente, la fuerte caída de la producción agropecuaria conlleva múltiples impactos en el plano local. La retracción del sector agroindustrial (-12% i/a en marzo), con productores teniendo que tomar crédito para costear los gastos, setraduce luego en una merma de ingresos de dólares (USD 9.450 millones, -38% i/a) y en una baja la recaudación por retenciones que impacta en los ingresos del Estado (derechos de exportación 36,2% i/a 3).

De esta manera, la menor recaudación, en ausencia de un ajuste del gasto que la compense, llevo a una ampliación del rojo fiscal en la primer parte del año (-0,6% del PBI acumulado hasta mayo) y de la emisión.

Por su parte, los menores ingresos de divisas agudizaron las inconsistencias previas del esquema. En efecto, pese a los fuertes ingresos de dólares de 2021 y 2022, el BCRA tiene hoy reservas netas negativas (USD -1.198 millones) lo que en definitiva muestra la falta de respaldo del peso argentino. Buscando evitar a toda costa una devaluación del dólar oficial, el Gobierno está embarcado, prácticamente desde que asumió, en un sendero de restricciones cambiarias y comerciales crecientes que finalmente se expresan en las cotizaciones paralela.

Sin embargo, el proceso no es inocuo. Además de la distorsión de incentivos que introduce la brecha cambiaria, la demanda va al dólar oficial pero la oferta intenta ir al paralelo, el control de las autorizaciones y de los pagos de importaciones está causando que el dólar oficial deje de ser referencia para las compras al exterior.

En efecto, las empresas que no pueden acceder al mercado oficial tienen que buscar divisas en el paralelo, por lo que una parte de los productos de la economía pasa a tener costos de producción atados a los dólares alternativos. Así, ante cada nueva ronda de restricciones se observa que el tipo de cambio se comporta “como si” se estuviera devaluando. De hecho, esto ocurrió con el salto de abril (+17%) y posiblemente veamos otros cimbronazos de cara a los comicios.

Así, en los últimos años la economía global transito dos shocks importantes, la pandemia y la guerra, pero la magnitud y la persistencia de la aceleración inflacionaria es un fenómeno particular de Argentina. En efecto, la inflación se aceleró en 2021 y 2022 con precios internacionales de las commodities al alza y se acelera también en 2023 cuando están a la baja.

En definitiva, los distintos shocks externos que se suceden tienen la capacidad de aliviar o empeorar la situación de la macroeconomía local. La clave radica en que, mientras el resto de los países del mundo ha implementado una política de restricciones monetarias para acomodarse al nuevo contexto, Argentina sostiene políticas fiscales y monetarias relativamente expansivas que de hecho anteceden largamente a la guerra y, con altibajos, caracterizan al país desde hace más de una década.

Fuente: Informe Macroeconómico destinado al Movimiento CREA


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