Por si no te enteraste, el jueves último se vendió una obra de arte (digital) por algo más de 69 millones de dólares. Pero la obra en sí no es lo que se subastó en Christie’s (pronto vas a ver por qué esto habría sido imposible), sino el archivo que constituye esa obra (es digital) registrado como un token no fungible en una plataforma semejante a Bitcoin, llamada Ethereum. Es decir, el comprador es el único dueño de ese archivo (aunque haya miles de copias dando vuelta) y ese archivo está digitalmente firmado por el autor (Beeple; es decir, Mike Winkelmann).
Hubo varios otros hitos en estos días, como el de Jack Dorsey, cofundador de Twitter, que subastó el certificado de autenticidad y título de propiedad de su primer tweet y alcanzó los 2,5 millones de dólares. ¿Dos millones y medio de dólares por un tweet? Sí. Y no.
Vamos despacio. Estas obras digitales con certificado de propiedad y de autenticidad de las que estás oyendo hablar se denominan NFT, siglas de Non-Fungible Token. Así dicho suena a comida exótica. Pero nada que ver.
Los NFT son un tipo de registro en una cadena de bloques, la tecnología en la que se basan Bitcoin y otra criptomoneda muy popular (especialmente en el mundo de las finanzas), llamada Ether, de la plataforma Ethereum.
Genial. En este punto se abren dos posibilidades. Una, ya sabés qué es la cadena de bloques y tenés clarísimo qué son los bitcoins. Dos, nunca te quedó muy claro qué son las criptomonedas y todo lo anterior te sonó a latín tardío.
Así que, si ya estás en tema, saltamos directamente a analizar cómo funcionan y las razones del fenómeno los NFT. Para eso, hacé clic aquí.
En cambio, para leer sobre la historia del dinero y el entender qué es la tecnología de la cadena de bloques y bitcoin, hacé clic aquí. Después de eso, te va a resultar mucho más sencillo entender todo este asunto de los NFT.
En ambos casos, me gustaría hacer algunas salvedades. Primero, la implementación de blockchain para criptomonedas (esto es, el paper original de Satoshi Nakamoto) trata sobre criptografía, redes de pares, marcas de tiempo y otras lindezas de lo más herméticas. No tendré más remedio, por lo tanto, que hacer ciertas simplificaciones. Los expertos sabrán disculpar. Los curiosos, pueden leer el paper de Satoshi. Son nueve páginas imperdibles.
Además, este asunto de los NFT incluye dos disciplinas más, una muy compleja y en general contraintuitiva. Me refiero a la economía. Pese a que esta no es una nota de economía, conté con ayuda de gente que sabe mucho; para no meter (demasiado) la pata, seré sincero. Sabrán los expertos ser benévolos también por no haber ido más a fondo con algunos asuntos monetarios. Me habría desviado demasiado de la meta. Es decir, los NFT.
Por último, y aquí es donde me siento más cómodo, pero donde a la vez pueden producirse muchos cortocircuitos, está el tema de las obras digitales. Es muy probable que algunas de mis afirmaciones, especialmente al final de la tercera parte de esta nota (link), sean odiosas, irritantes y suenen a delirio. Solo diré en mi defensa que, si miran alrededor en este momento y luego hacen memoria y se van 25 años al pasado, verán que casi todo lo que los rodea habría sonado a delirio un cuarto de siglo atrás.
Así que ahí vamos. Si sabés qué es la curva elíptica secp256k1, los números reales o el cifrado asimétrico, hacé clic acá para ir directo al análisis de los tokens no fungibles.
Si no, antes de ir a los NFT, repasemos la historia del dinero y veamos qué es y por qué existe Bitcoin, aquí.
Fuente: La Nación