En un momento de restricciones y baja de ingresos, la suba de impuestos es una realidad que sólo seis países del mundo experimentan por estas horas. Argentina es uno de los que buscaría generar un aumento impositivo, más específicamente elevación en la alícuota del impuesto a las ganancias de las empresas.
De acuerdo a un informe publicado por Infobae, Argentina vive desde hace muchos años un movimiento de complejización de condiciones productivas. Y esto incluye una etapa reciente en la que aparecen la ley de nuevo consenso fiscal -que suspendió a fin de 2019 las bajas esperables en impuestos provinciales-, el incremento en las tasas de derechos a la exportación y la elevación de costos a importaciones -por vía de regulaciones cambiarias o de otras decisiones como la prórroga de la reducción de baja de la tasa de estadística- y hasta la injerencia administrativa en ciertos precios y tarifas, lo que actúa como una interferencia extracontractual.
Aunque, frente a todo ello, es el marco regulativo impositivo uno de las más relevantes para que las empresas decidan invertir, producir, desarrollarse y comerciar.
Hay cuatro condiciones que califican el marco regulativo tributario:
1- Su intensidad económica: la cantidad de recursos que las empresas deben transferir al fisco);
2- Su complejidad: la magnitud de los costos de diverso tipo que insume la administración del cumplimiento de las obligaciones, en razón de la mayor o menor rigidez procesal);
3- La estabilidad: el grado de previsibilidad de las condiciones, algo que resulta crítico para que un plan estratégico empresario pueda tener sustento; y
4- Su efecto político: los incentivos o desincentivos que genera, para alentar algunas o desalentar otras actividades, sobre los cuales reaccionan empresas y personas.
Las noticias referidas en el inicio de este texto en verdad no ocurren en el vacío: Argentina ya es uno de los países que más afectan por esta vía la acción de las empresas. Es por eso que, en este marco, tanto una modificación objetiva (agravamiento de las condiciones tributarias para actores económicos) como una afección subjetiva (creación de expectativas relativas a inminentes peores condiciones para la acción económica) alimentan el complejo contexto actual: tenemos una de las economías menos alentadoras para invertir, producir, desarrollar proyectos, crear empleo y comerciar.
Según el Banco Mundial la tasa total de impuestos y contribuciones pagados por los actores económicos como porcentaje de sus ganancias es en Argentina la segunda mayor del mundo (la primera es la de Comoros). Esa carga en Argentina es -en este registro- de 106,3%. Los dos citados son los únicos que arrojan tasas de tres dígitos. Y esto ocurre cuando en el mundo el promedio mundial es hoy 40,3%; y en el tiempo más o menos reciente (en el planeta) ha venido reduciéndose desde aquel 55% observado a inicios del siglo presente.
En nuestra región los que siguen a Argentina en mayor carga a las empresas son Bolivia (83,7%), Venezuela (73,3%), Colombia (71,2%) y Brasil (65,1%); y los que menos carga generan a las empresas son Uruguay (41,8%), Perú (36,8%), Paraguay (35%), Ecuador (34,4%) y Chile 34%). Contrario sensu, se destacan en el mundo por tasas más bajas (entre otros) Singapur, Luxemburgo, Canadá, Israel y Tailandia.
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