Lavicor trabaja la carpintería de aluminio desde hace 51 años y es líder en Salta. Con Dossier Empresario, hablaron las voces de dos de las generaciones que dieron impulso al negocio.
La historia comienza y continúa con un concepto que es elemental en muchas historias de éxito: esfuerzo. En 1967, Guillermo Antonio Lavin creó la empresa Lavicor, que inicialmente se dedicaba a la reparación de cortinas americanas y persianas de enrollar. El negocio estaba en la calle Santiago del Estero al 900, lugar en el que permaneció por varias décadas.
Con el tiempo, su hijo, Guillermo Miguel Lavin, fue incorporándose al negocio. Guillermo recuerda que trabajaban en un espacio de cuatro por cuatro y que, simultáneamente, comenzó a estudiar en la universidad una licenciatura en administración de empresas. “Gracias a ese cuartito soy profesional ahora”, dice.
Guillermo (hijo) comenzó luego a hacerse cargo de la empresa y a incursionar en otras alternativas y rubros. “Era la época triste o afortunada de Menem, cuando con la globalización empezaron a entrar en el país cosas importadas y todo lo que tiene que ver con este rubro que venía desde Europa”, rememora. Es así que comenzaron a trabajar con persianas de enrollar de aluminio e inyección de poliuretano expandido. “La empresa comenzó a dar sus frutos y seguí yendo a Buenos Aires principalmente a las ferias. Todo esto siempre con el apoyo, lógicamente, de mi mujer, porque sin ella tampoco podría haber hecho mucho. El perfil de esta empresa es bien familiar”, expresa Guillermo.
La época del aluminio
Después de conocer lo que se hacía en España, y transformarse en distribuidor de una empresa española para el norte argentino, la empresa comenzó a incursionar en el aluminio, pero no en el convencional sino en otro tipo de cerramientos, totalmente distinto al que se manejaba en el medio. En los 90 se volvió a importar a través de una empresa de Buenos Aires que era la filial de España y empezaron a distribuir y a vender a todo el noroeste argentino.
En esa época, la idiosincracia en el norte había empezado a cambiar, recuerda Guillermo hijo. Al principio se hacía todo de madera pero con el correr del tiempo comenzó a faltar madera para cerramientos de puertas y ventanas. Argentina comenzó entonces a modernizarse en torno al uso del aluminio y la empresa empezó a fabricar carpintería de aluminio. “Aparte, comenzamos también a fabricar cortinas tanto de exteriores como de interiores”, cuenta.
Hace unos años empezaron a sumarse a la empresa los nietos. Guillermo (nieto) se sumó hace ocho años, José Ignacio lo hizo hace muy poco y esperan que el menor, Diego, que aún estudia en la universidad, comience a trabajar con ellos en un año. Los nietos le están dando un nuevo empuje a la empresa, señala Guillermo (hijo), incursionando en otros mercados, cuenta Guillermo (hijo). Guillermo (nieto) se dedica casi de manera exclusiva a la carpintería y José Ignacio a cortinas, tanto de interiores como de exteriores.
La entrada de China y Miami
En medio siglo de trabajo la empresa adquirió las herramientas para trabajar de manera óptima en el rubro. “Viajamos a China a comprar maquinarias para las cortinas: roller, blackout, screen, verticales, venecianas y de decoración de interiores”. Después de un año o dos, empezaron a investigar y hoy son los representantes en el norte del país de una firma que se llama Vertilux, que tiene la sede central en Miami. “Importamos los insumos desde Miami y fabricamos nosotros mismos las cortinas, no compramos nada hecho”, señalan. La importación de máquinas permitió automatizar el trabajo de carpintería de aluminio y vidrios.
Hoy Lavicor comercializa sus productos en Jujuy, Tucumán, Santiago del Estero y Catamarca. La empresa fabrica, instala y luego hay un sector que se ocupa de la post venta. “Si le pasa algo a la cortina o a la persiana, se da este servicio de garantía. Atendemos además no sólo a los clientes de Lavicor sino que estamos también abiertos a quienes hayan comprado cortinas en otra empresa o en un corralón”, señala Guillermo (nieto).
Trabajo y perseverancia
“A nosotros nos da ganas de empujar y de seguir para adelante porque vemos el esfuerzo que hicieron mi papá y mi mamá, desde dónde empezaron”, remarca el joven empresario. “Eso nos da fuerzas para seguir día a día haciendo crecer la empresa, más allá de las ambiciones propias que tenemos cada uno de los nietos”. Se trata de una empresa familiar, añade, en la que cada uno va creciendo y haciendo su camino.
Ante el contexto de crisis económica que atraviesa el país, hijo y nieto expresaron que la coyuntura invita a reestructurar algunas cuestiones para acomodarse. Actualmente trabajan para ampliar el mercado hacia Bolivia. La coyuntura no les impide continuar expandiéndose y desarrollándose en el mercado.