La misión técnica del Gobierno partió este fin de semana a Washington, Estados Unidos, para cerrar el entendimiento con el staff del Fondo Monetario Internacional (FMI) y llevar certezas políticas desde Buenos Aires.
Una de ellas es que el recorte del déficit primario no podrá tocar bajo ningún punto de vista el dinero destinado para obra pública, sobre el que el Frente de Todos en conjunto coincide que puede ser el principal motor de la economía en los próximos años.
El proyecto de Presupuesto 2022 que envió al Congreso en septiembre el ministro de Economía, Martín Guzmán, y que será modificado luego de estas rondas técnicas con el FMI, prevé una inversión del Estado equivalente a 2,4% sobre el Producto Bruto Interno (PBI) para gasto de capital, superior al 2,2% estimado para 2021.
“Es inamovible e incluso podría llegar al 2,5% el año que viene”, plantearon fuentes oficiales.
De esta forma, los funcionarios de Economía y del Banco Central (BCRA) que viajaron este sábado pueden ofrecer al organismo multilateral una mayor recaudación de impuestos por el crecimiento económico -4% calculado por el Gobierno versus 2,5% por la entidad-.
También tienen a mano una baja más profunda de los subsidios a la energía (que de todos modos llegaría a 2,5% sobre el PBI o un mínimo de u$s 11.300 millones, según calcularon los economistas Julián Rojo y Alejandro Einstoss) y el transporte, vía la segmentación de tarifas de luz, gas, agua, colectivos y trenes; y otras partidas que se licuarían con la inflación, como el caso del gasto social semi indexado -jubilaciones y pensiones, principalmente-.
El Ministerio de Obras Públicas, que conduce Gabriel Katopodis, informó la semana pasada que al 31 de octubre ya había ejecutado todo su presupuesto original, de casi $ 340.000 millones, entre fondos propios y giros del Tesoro para la Autoridad de la Cuenca Matanza-Riachuelo (Acumar), Corredores Viales y Agua y Saneamientos (Aysa, que lidera Malena Galmarini). Por eso, se actualizaron las partidas un 49% hasta los $ 505.500 millones.
Cerca del ex intendente de San Martín ponderan que la ejecución en los primeros diez meses del año fue 20 puntos porcentuales más alta que en 2019, año que marcó un piso de inversión en gasto de capital: 1,1% del PBI, el menor presupuesto desde 2004.
Convencidos de su efecto multiplicador sobre toda la actividad, tanto en los equipos de Guzmán y Miguel Pesce, así como en La Cámpora, están dispuestos a no ceder en este asunto y son muy críticos de la gestión de Mauricio Macri entre 2015 y 2019, cuando se recortó la inversión de 2,7% a 2,2% en 2016, 2% en 2017, 1,4% en 2018 (ya bajo la tutela del FMI) y el mencionado 1,1% del 2019.
Aunque en el Gobierno bromean con las siglas en inglés del organismo (IMF) y lo titulan “It’s mostly fiscal” (es mayormente fiscal), quienes conversan con los técnicos Julie Kozack y Luis Cubeddu saben que las principales diferencias están no tanto en el déficit sino en cómo financiarlo.
El Presupuesto 2022, sujeto a cambios, establece un desequilibrio primario de 3,3% del PBI (contra 2,5% que sería el máximo permitido por el Fondo el año que viene) y uno financiero de 4,9%.
La asistencia monetaria bruta del BCRA al Tesoro equivaldría a 3,8% del Producto, una cifra intolerable para la ortodoxia de Washington.
En este sentido, al igual que el año pasado, la apuesta de Guzmán y el secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Beliz, es conseguir que bancos multilaterales y agencias de créditos de exportación acerquen u$s 18.000 millones.
Autor: Santiago Spaltro
Medio: El Cronista