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Los viajes escolares como oportunidad de aprendizaje

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El guía te dice “tirá la espalda para atrás”. Atrás está el precipicio. Te da miedo, la cabeza te dice que no lo hagas, pero hay algo más fuerte: la confianza que te generan los guías, la seguridad que te da el arnés, las palabras de aliento de tus amigos, tu orgullo de querer superarte, y empezás a bajar, paso a paso, aflojás la cuerda para descender, ya estás a mitad de camino y ese miedo desaparece para darle lugar al disfrute y a la alegría de sentir que podés.

Ya sabés que cuando la vida te vuelva a poner a prueba en otras circunstancias, si contás con un “arnés”, que para mí son los valores, con un experto en quien confiar, amigos que quieran ayudarte y una buena dosis de orgullo, vas a poder superar cualquier desafío. El rappel es una de las actividades que mejor describen lo que es aprender por medio de la experiencia.

Una experiencia que cambia la forma de ver la vida

Hace más de veinte años armamos un proyecto de campamentos y viajes para complementar los aprendizajes de una manera diferente y en contacto con la naturaleza. Un proyecto donde nuestros alumnos egresan conociendo seis regiones de nuestro país, sumando experiencias que valoran en cada discurso del acto de despedida.

Los viajes y campamentos representan los primeros vuelos independientes, empiezan a resolver sin la presencia de familiares; significan un entrenamiento de autonomía. En caso de alguna caída, habrá una red de contención que serán los profesores que estamos preparados y formados para guiarlos a destino. Durante el trayecto, iremos colocando herramientas en la mochila para que puedan usarlas cuando sean necesarias.

Herramientas que da, por ejemplo, conocer otras realidades. Empatizar es un valor que solo se logra cuando te involucrás, cuando formás parte. Salir de la burbuja de lo que estamos acostumbrados a vivir y dejar de creer que nuestra realidad es la única es una experiencia que enriquece.

En todos los viajes procuramos conocer una escuela rural o una comunidad aborigen. Una actividad de integración con juegos preparados que nos sirve para darnos cuenta que tenemos mucho para agradecer, que se puede ser muy feliz con muy poco, que la gratitud y la humildad son la carta de presentación de estos chicos y eso los hace grandes. No hay despedidas en donde no brillen los ojos de la emoción que generan estos encuentros entre colegios.

Las enseñanzas que nos da la naturaleza

Podemos comparar nuestra vida con el Fitz Roy, por ejemplo. El año pasado pudimos hacer uno de los viajes más esperados, conocer Ushuaia y El Calafate, y una de las actividades que realizamos fue el ascenso hasta la base del Fitz Roy y conocer el paraíso de Laguna de los Tres.

Dentro del mismo proyecto, realizamos también ascensos al Uritorco, al Filo de las Sierras de los Comechingones y al Cerro de la Ventana. Estas caminatas y ascensos son lo más parecido a la vida misma. Todo lo que nos propongamos requerirá de un esfuerzo extra si queremos llegar a la cima, habrá algunos obstáculos, viento en contra, cansancio, piedras en el camino o pensamientos que no ayudan.

Algunos llegarán a su límite físico y psíquico. Será el momento de empujar esos límites, de darnos cuenta de que podemos un poco más, que el aliento de los amigos empuja, que es importante aprender a andar más ligero de equipaje y llevar solo lo imprescindible en la mochila, de empezar a dominar nuestra voluntad, de espantar esos “duendes” que te dicen que “no vas a poder” y de que una buena actitud es la manera para que no aparezcan. La sensación de llegar a la cima es única y pasa a formar un recuerdo para toda la vida. Esa sensación de superación es muy valiosa para la autoestima de todos.

Qué se llevan los chicos de los viajes

Aprendemos también que la reflexión final es fundamental. En todos los viajes y campamentos es necesario hacer el cierre, que los chicos sean los protagonistas y puedan compartir lo que aprendieron, pasar en limpio de qué se dieron cuenta o qué se llevan del viaje. Por lo general rescatan:

  • Cómo se afianzaron los vínculos, sobre todo por el tiempo que pasaron juntos y las conversaciones que tuvieron.
  • Rescatan el trabajo en equipo, las tareas comunitarias, el dejar de verse el ombligo para servir a los demás.
  • El animarse a superar sus miedos, el contacto con la naturaleza y desconectarse para volver a conectarnos con lo esencial.

Cuando “caen esas fichas”, los docentes podemos sentirnos orgullosos y decir misión cumplida.

Por: Julio Schulmeister
Fuente: TN


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