Los precios del maíz y la soja han tendido a la baja durante la mayor parte de los últimos dos años. Ha habido algunas correcciones al alza en el camino, aunque no alteraron mayormente el rumbo. La segunda mitad de junio y la mayor parte de julio aumentaron la presión negativa, con nuevos mínimos contractuales establecidos para ambos productos. ¿Hasta cuándo habrá que soportar esta realidad?
Está claro que las chances de algún inconveniente climático en Estados Unidos se diluyen rápidamente. El periodo crítico del maíz ya ha sido atravesado en condiciones más que amigables. Ahora estamos transitando el de soja, y tampoco en este caso aparecen amenazas a la vista. Todo parece indicar que se está consolidando una gran producción de ambos granos en Estados Unidos, lo cual juega en contra de los precios. La percepción de un aumento de las existencias finales de soja y maíz en este país, más una demanda de exportación modesta para sus granos y una gran competencia en la arena global por parte de Sudamérica, tornan complicado el camino hacia delante.
Lo que queda es esperar algún paliativo de la mano de factores de menor peso pero que pueden levantar los precios de acuerdo a cómo caiga la taba. Los fondos, especialmente, el valor relativo del dólar, la tasa de interés, la geopolítica, y los futuros informes del USDA, por ejemplo. Naomi Blohm, asesora de mercado sénior, cree que a menos que aparezca algún cisne negro, los precios de los granos pueden cotizar de manera estable a más abajo durante el mes de agosto.
Por lo pronto, lo que viene es el informe de oferta y demanda del USDA correspondiente a este mes. En algunos años ha proporcionado noticias favorables, en otros ha hundido aún más las cotizaciones; no hay forma de tener a priori un panorama definido. Los inversores estarán atentos a cualquier señal de cambio en materia de rendimientos y superficie cosechada de maíz y soja, si bien no parece lo más probable.
Hasta acá, las existencias finales esperadas para la soja estadounidense rondan los 11.80 millones de toneladas, un escenario muy cómodo para la demanda, por arriba de las dos campañas anteriores. En cuanto al maíz, se calculan 53.2 millones de toneladas, muy por encima de las dos temporadas previas. Este es el mayor obstáculo que enfrentan los precios.
El valor relativo del dólar está muy ligado a la decisión respecto de las tasas que vaya a tomar la Reserva Federal de Estados Unidos. Las determinaciones de Jerome Powell y los suyos, aunque no lo crea, deberían interesarle a quien produce commodities agrícolas en cualquier parte del planeta. Un dólar estadounidense relativamente más débil impulsaría teóricamente las exportaciones de este país, con impacto en los valores globales.
Los fondos tienen la sartén por el mango en materia de precios granarios. Hasta acá están extremadamente vendidos en soja y maíz. ¿Se quedarán en esas posiciones cortas? ¿Extenderán su posición vendida récord (lo que probablemente pesaría sobre los precios), o comenzarán a salir de esas posiciones y recomprarlas, lo que proporcionará un posible aumento de precios para los futuros de granos?
La influencia de la geopolítica es igualmente clara. Una posible victoria de Trump y su pelea con China, la suerte de la guerra en el Mar Negro y/o el conflicto en Medio Oriente, cualquier estallido real o virtual podría traer una sorpresa a los mercados y, en última instancia, a los precios de los granos.
En tanto, los indicadores técnicos sugieren que los granos están sobrevendidos. Sin embargo, eso no necesariamente indica que los precios deban recuperarse prontamente. Cuando esto se da más allá de unas pocas semanas, puede interpretarse que los valores tienen una tendencia a la baja y la demanda es débil, o ambas cosas. Veremos si “los bajos precios son la cura para los bajos precios”, como reza el tradicional axioma de mercado. Es que aumentar la demanda suele llevar tiempo.
Un punto clave es que las cotizaciones de Chicago ya están por debajo de los costos de producción en Estados Unidos, al menos en maíz, por lo cual algunos analistas infieren que estos valores deprimidos no deberían tener larga vida. Con el precio del maíz y la soja en niveles mínimos para varios años, no haría falta mucho cambio en las perspectivas de producción para ver compras más agresivas por parte de los usuarios finales. Blohm sugiere estar abierto a la idea de que las tendencias de precios pueden cambiar, a veces rápidamente.
Jody Lawrence, fundadora de Strategic Trading Advisors, reconoce que es necesaria una mayor o nueva demanda no sólo de maíz sino también de soja para sacar a este mercado del estancamiento, pero es más fácil decirlo que hacerlo.
Todd Hultman, analista principal de DTN, advierte que, si como dice el USDA, la relación entre existencias y uso se ubica para el maíz en torno del 14%, será difícil superar la impronta negativa, pero las existencias están sólo a unos 8 millones de toneladas de un nivel de oferta que históricamente ha respaldado los precios de equilibrio. Para el especialista, es difícil encontrarle sentido a la actitud de fondos que se mantienen extremadamente vendidos a pesar de precios tan bajos como los actuales.
Luke Williams, asesor de gestión de riesgos agrícolas, destaca que esta no es la primera vez que el mercado se desmorona en julio, ha ocurrido varias veces durante la última década. Es solo que cuando se combinan estos precios más bajos con el elevado costo de producción en Estados Unidos, las cosas se vuelven muy difíciles. Y ahí nace la sensación de que algo podría cambiar.
Una última mención a lo ocurrido este último lunes, en medio de uno de los temblores bursátiles globales más intensos en una década. Los granos comenzaron la rueda en Chicago todavía más débiles que la semana previa, pero dieron un giro durante la sesión y salieron con ganancias impensadas al comenzar la mañana.
Para más de un analista, el dinero que abandonaba las acciones pudo haberse movido hacia los granos, lo que respaldaría los precios observados al cierre de la rueda del lunes. Tiene lógica, Wall Street se ha convertido en un sitio no tan seguro, sobre todo para aquellos que invierten en compañías de tecnología avanzada. El Nasdaq lideró las pérdidas, por cierto.
El lunes los tres principales índices de la Bolsa de Nueva York cerraron en rojo, ya que los temores de que Estados Unidos caiga en una recesión se extendieron por los mercados de todo el planeta, causando destrozos. Las plazas bursátiles de Asia a Europa sufrieron un duro golpe y los rendimientos de los bonos cayeron, ya que los inversores se apresuraron a buscar activos de refugio seguro y apostaron a que la Reserva Federal de Estados Unidos tendría que recortar las tasas de interés rápidamente para estimular el crecimiento, según explica una página especializada.
Los últimos datos referidos a la economía estadounidense hicieron que los operadores asignasen una probabilidad del 91,5% de que la Reserva Federal estadounidense recorte las tasas de referencia en 50 puntos básicos en la reunión de septiembre y visualice las tasas de fin de año en el 4-4,25% desde el 5,25%-5,50% actual.
¿Por qué pensar en una migración de dinero desde Wall Street hacia Chicago? Tengamos en cuenta que mientras todas las acciones de megacapitalización y de crecimiento -los principales impulsores de los índices que alcanzaron máximos históricos este año- han subido de modo notable, los precios de los granos se encuentran en los niveles más pobres desde 2020, casi una invitación a saltar de una orilla a la otra si los riesgos en la Bolsa de Nueva York se vuelven más intensos.
Esta perspectiva ha hecho que el dólar terminase el lunes muy desinflado, perdiendo mucho valor respecto de una canasta de monedas. Es música para los oídos de los precios granarios en Chicago. Debe quedar claro que los fundamentos negativos de soja y maíz no se han modificado en absoluto, de ahí la sensación de que lo del lunes vino de otro lado.
Algunos operadores explican que los granos quedaron fuera del baño de sangre del lunes porque ya habían sido castigados en demasía. Pero además coinciden en que los precios de los commodities agrícolas se ven baratísimos al lado del valor de las acciones. Fue solo una muestra de lo que puede ocurrir si la Fed da el paso que todos están esperando, porque el martes las Bolsas se recuperaron, el dólar se fortaleció y los granos volvieron a la mala senda. Pero quedó abierta una opción para combatir fundamentos propios deficientes, y la historia no está definitivamente terminada.
Fuente: Infobae