En el medio de la noche, un tobogán acuático con luces de colores ubicado en el piso 28 de un edificio se lleva las miradas de todas las personas que pasan cerca. La escena podría tener lugar en Las Vegas o en cualquier parque de diversiones del mundo, pero no: el atractivo está ubicado en Temperley, en la zona sur del conurbano bonaerense. En los últimos días, varias imágenes se viralizaron y su presencia se volvió una incógnita para quienes levantaban la vista y descubrían las luces brillantes en altura.
El edificio está ubicado en Almirante Brown 2973, a pocas cuadras de la clínica Juncal en la localidad de Temperley. El proyecto comenzó en 2017 y los últimos detalles se completaron el año pasado, cuando se habilitó nuevamente la construcción en la provincia de Buenos Aires tras varios meses de inactividad por la pandemia de coronavirus. De día, el tobogán que está ubicado a 98 metros de altura pasa un poco más desapercibido, pero de noche es imposible no verlo, porque tiene una luminaria de colores especialmente diseñada para llamar la atención.
¿Qué hace un tobogán de semejantes dimensiones en el último piso de un edificio? Según le contó a LA NACIONEzequiel Zelayeta, dueño de la desarrolladora que llevó a cabo el proyecto, la idea surgió “en una charla de café como cualquier otra”, casi como un chiste que se hizo realidad. Junto a sus dos hermanos, Rodrigo y Pablo, está a cargo de Domus Dei, una empresa familiar que trabaja en la zona hace más de 15 años.
“Hablando con mi hermano le dije: ‘Che, de acá podemos sacar un tobogán’. Nosotros ya hicimos uno más chiquito en otro edificio y quisimos replicarlo para hacer algo distinto, como si fuera un adorno en la torre. Por eso, a la noche se ilumina y queda como un faro”, contó Zelayeta. “La idea principal, más allá de lo estético, era darle un toque, revalorizar el barrio y al partido de Lomas de Zamora. No sé si se va a utilizar mucho como tobogán, es más el moño final del edificio, la frutilla de la terraza, algo distintivo”, destacó.
La torre está construida sobre un terreno de 1800 m², tiene 89 cocheras -la mitad subterráneas y la mitad semicubiertas-, dos ascensores de última generación, pileta y sala de usos múltiples compartida en la planta baja del edificio. En total, hay 72 departamentos de 38m² con balcón, tres en cada planta. En tanto, los pisos 25, 26 y 27 son unidades de planta completa de alta categoría.
En el piso 28 hay una terraza con parrilla y está el famoso tobogán, que desemboca en una pileta de cuatro metros de ancho por nueve de largo y 1,50 de profundidad. Todo es de uso exclusivo del propietario de la unidad de la planta 27, ya que se accede desde una escalera propia ubicada en ese departamento que, por el momento, permanece a la venta. “Está todo pensado para que no interfiera. Si bien en las fotos parece que sale del edificio, es por una cuestión de perspectiva. Todo fue pensado por ingenieros que ya tenían la experiencia del otro tobogán”, remarcó el desarrollador.
En cuanto a las especificidades técnicas, el tobogán se extiende por aproximadamente 23 metros lineales y está conformado por elementos de polietileno de alta resistencia y un nivel alto anti-UV. Lo sujetan perfiles carrileros que recorren todo el trayecto y descargan sobre columnas de hormigón armado unidas mediante una placa base. Los documentos de cálculo y estructura fueron presentados ante la Municipalidad de Lomas de Zamora, que habilitó su uso, según indicó Zelayeta.
¿Alguien ya se tiró por el tobogán? La respuesta es sí. Los desarrolladores fueron, desde ya, los primeros en probarlo. “Fue en enero. Mis hermanos lo usaron con los empleados. Se tiró gente de mucho peso y funcionó perfecto. Es muy tranquila la experiencia, diría que le falta adrenalina”, bromeó Zelayeta, quien remarcó que una de las cosas más lindas de la experiencia es la vista que ofrece el piso 28.
Sobre el trasfondo que impulsó a la empresa a llevar a cabo la particular idea, Zelayeta aseguró que la familia tiene “alma aventurera”. “Nos íbamos de campamento de chicos con un grupo religioso y siempre nos gustó hacer trekking y otras actividades. En algún punto, también vemos a la construcción como una aventura con muchas complejidades”, reflexionó. No se trata del primer proyecto de este estilo que llevan a cabo y tampoco del último: la familia tiene algunas ideas a futuro que seguramente llamarán la atención. Mientras tanto, todavía hay muchos departamentos disponibles en “el edificio del tobogán de las luces”, como lo llaman los vecinos. El piso 27 es uno de ellos y en la empresa hay expectativa por conocer quién será el futuro propietario.
Por: María Delfina Casali
Fuente: La Nación