El sector automotor argentino sigue esperando que desde la Secretaria de Industria y Comercio se emita la reglamentación que permita que todos los autos importados que lleguen al país puedan ser homologados de manera casi automática, dependiendo su origen y características técnicas.
Mientras eso no suceda, importar un auto de manera particular sigue estando permitido, pero es un trámite casi imposible para un ciudadano común. Por su formato, sólo lo pueden hacer empresas automotrices, ya que homologar un auto para que pueda circular en la vía pública sigue siendo un trámite costoso y lento que requiere obtener la Licencia de Configuración de Modelo (LCM) en el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), y la Licencia de Configuración Ambiental (LCA) en la Subsecretaría de Ambiente de la Nación.
Esa simplificación propuesta desde el Ministerio de Desregulación y Transformación del Estado que encabeza Federico Sturzenegger es parte de la profunda reforma a la Ley Nacional de Tránsito 24.449, que se publicó en el decreto 196/2025 de marzo, por el cual, además de bajar costos y tiempos para los importadores oficiales, también permitirá que personas físicas importen un vehículo gracias a la simplificación de la homologación.
Aunque se había prometido informalmente que para finales de abril estaría lista esa reglamentación, un mes después todavía se sigue esperando su publicación, que más allá de impactar en la llegada de nuevos modelos en general, tiene incidencia directa que se puedan cumplir los plazos del programa del propio Gobierno. El objetivo oficial es promover la baja de precios mediante la habilitación del cupo de 50.000 autos híbridos y eléctricos que no pagarán arancel de importación. Fuentes oficiales reconocieron las demoras, pero afirman que la reglamentación podría estar lista en dos semanas.
De hecho, muchos de los importadores que ya tienen asignados los cupos de la primera licitación están esperando esa reglamentación técnica para poder despachar los autos desde el país de origen, lo que terminará retrasando la disponibilidad en el mercado. Otros fueron por la vía convencional y homologaron los nuevos modelos con los costos y trámites vigentes.
La idea del gobierno sería lograr un sistema de “homologaciones abiertas”. Eso significa que las especificaciones técnicas de todos los modelos que se venden en Argentina estén a disposición de los clientes particulares. De este modo, si alguien lo quiere importar por su propia cuenta, no tenga que pedirle esa documentación a la fábrica de origen.
El trámite, en la teoría, se debería hacer en el INTI, donde se obtendrá el equivalente a la Licencia de Homologación de Modelo (LCM) que tienen que obtener los importadores oficiales y fábricas locales, y que en el nuevo esquema de la Ley de Tránsito se llama Certificado de Seguridad Vehicular (CSV).
En el caso de los autos que no se venden en la Argentina, la única manera de homologarlos es conseguir la especificación del modelo en el país donde se compra o del propio fabricante. Si esa documentación indica que es un vehículo que cumple con las normas internacionales que el Gobierno declaró como apropiadas para hacer una homologación automática, ese trámite debería ser relativamente simple.
Ese control es fundamental porque se puede dar el caso de versiones básicas de determinados modelos que se producen para vender a un menor precio en países que no exigen ciertas tecnologías de seguridad. Un ejemplo es el del Control de Estabilidad (ESP), que es obligatorio en la Argentina. Los modelos que se venden en Europa cumplen obligatoriamente con esas normas, pero los que son para otros mercados eventualmente podrían no tener ese equipamiento. Así, según su procedencia, un modelo similar a otro podría tener una versión que se aprueba y otra que no se aprueba.

Cuánto costaría la importación particular
“Hay personas que siguen pensando que los fabricantes nos llenamos de plata con cada auto que vendemos. No es cierto. El margen que se toma un importador varía entre el 15% y el 30%, porque de ahí se pagan todos sus costos, que van desde impuestos en adelante, pasando por salarios, consumos, logística, publicidad, etc. Eso varía entre una automotriz, que tiene mucha mayor envergadura como compañía o un importador, que suele tener una estructura más reducida”, explicaron desde una terminal automotriz, antes de aclarar que después de descontar todos esos gastos, “el margen de ganancia pura que queda a la marca es entre el 6% y el 7% para los fabricantes, y probablemente sea algo más del 10% para un importador oficial”.
En el caso de los autos importados de extra zona, que son los que una persona podría intentar traer de manera particular evitando el concesionario, el detalle de costos inicia tomando la base del precio FOB, el precio del vehículo puesto en el puerto de embarque en el país de origen.
Los importadores tienen que sumar unos USD 2.500 de flete y seguro como primer gasto. Luego, al llegar a Argentina, un 35% de arancel de importación, un 3% de tasa estadística, otros USD 1.000 de gastos de logística y traslado local, un 10% de impuestos entre Ingresos Brutos, impuesto a las Ganancias o anticipo, impuesto a los Débitos y Créditos, tasas provinciales y municipales, el IVA del 21% y el margen del concesionario de entre el 10 y el 15%.
Así, un auto con un precio de USD 15.000 FOB termina costando cerca de unos USD 45.000, y si ese auto es parte del cupo que el Gobierno habilitó sin arancel de importación, el valor bajaría a unos USD 36.000.
Pero si este mismo trámite lo quisiera hacer un particular, algunos costos se reducen, como el margen de ganancia de la marca y el del concesionario, pero otros se encarecen, como el precio al que lo compra en el país de origen. Sucede que las fábricas no venden los autos a los particulares, y se deben comprar en un concesionario, con lo cual se paga un precio mayor que incluye la ganancia del fabricante y la de la agencia en la que se compra la unidad.
También el flete y el seguro son más caros porque es una sola unidad y no un lote. En ese caso, un auto que el importador compra en Europa por USD 15.000 FOB, un particular lo pagará por lo menos USD 20.000 y traerlo tendría un precio aproximado entre los USD 40.000 y los USD 45.000.

Pro y contras
“La importación particular no es tan conveniente. Van a gastar mucho más dinero del que creen, pero además van a tener que hacer muchos trámites y perder mucho tiempo. Sin embargo, tienen que saber que además se pueden enfrentar a eventuales problemas de adaptación mecánica, que es lo que las marcas, automotrices e importadoras hacemos a los autos que traemos para vender en Argentina”, dijo un ejecutivo de una automotriz local.
“Un ejemplo es la puesta a punto del encendido electrónico para el combustible que venden las estaciones de servicio, y para las normas de emisiones, que acá siguen siendo Euro 5 y en Europa son Euro 6. Cada vez que importamos un auto, un año antes empezamos a probarlo en nuestros caminos y rutas. Son esos autos camuflados que se suelen verse en la calle. Lo que se hace es ponerlos a punto. Si alguien importa un auto como particular y después no funciona bien con el combustible argentino, nos va a venir a pedir que le solucionemos el problema. Lo vamos a hacer, le va a costar dinero, pero si no lo hace y después se le rompe el motor, nosotros no le damos la garantía”, explicó.
Esta situación es la que se presentaría ante un modelo que se vende en Argentina, pero que alguien quiere importar por su propia cuenta. Sin embargo, como la importación personal está habilitada, también existe la posibilidad de traer un auto que no se vende en el mercado local.
En ese caso, los problemas podrían aumentar cuando se necesite un repuesto que no se vende en Argentina, lo cual tiene dos impactos. Uno es que habrá que importar ese repuesto ante una rotura o accidente. El segundo problema es el costo del seguro del automotor, porque para una compañía que no tendrá repuestos para reponer ante un siniestro, hay dos opciones: o se cobra muy cara la póliza, de modo tal que se pueda importar la pieza para reponer; o no se asegura el vehículo contra todo riesgo sino sólo contra terceros.
Fuente: Infobae