Todos los días se difunden noticias sobre criptomonedas. Entre ellas, uno de los temas más abordados son las historias de personas que invirtieron un monto pequeño hace años, cuando Bitcoin estaba en sus albores, y, debido al crecimiento astronómico de su cotización, se hicieron millonarios. Dado su alto grado de volatilidad, es cierto que algunos de los primeros inversores han ganado mucho dinero, pero se trata de una inversión arriesgada.
“El foco de las criptomonedas no debería estar puesto en hacerse millonario, sino en ser parte de la evolución del dinero. Si bien la adopción de criptomonedas es creciente, se calcula que solo el 2% de la población tuvo acceso a ellas”, explica Santiago Di Paolo, líder de comunidad e investigación en Lemon, una startup cripto nacida en la Argentina cuyo principal producto es la billetera virtual Lemon Cash.
Di Paolo aclara que para hacer trading (operar con activos financieros, en la jerga tradicional) hay que tener conocimientos avanzados del mercado cripto. “Hay dos tipos de criptomonedas: las volátiles y las estables. Con las volátiles es posible ganar dinero rápido, pero también se lo puede perder. Por eso siempre insistimos en la importancia de entender qué hay detrás de cada proyecto, cuáles son sus fundamentos y cuál es su futuro”, explica.
Matías Bari, CEO y cofundador de SatoshiTango, pionera del ambiente cripto local coincide: “Hacerse millonario invirtiendo en criptomonedas es posible, tal como sucede con los bonos y acciones. A mayor riesgo, mayor ganancia. Pero aunque hay casos de gente que se hizo rica de la noche a la mañana gracias a las criptomonedas, no son los casos que predominan. El perfil más común de usuario cripto es el de personas que las utilizan como reserva de valor para resguardarse de la inflación y preservar su dinero”.
Bari les recomienda a los interesados estudiar e informarse. Suelen usarse jergas de la tecnología para explicar los escenarios. El experto aconseja no ingresar por FOMO (fear of missing out, miedo de quedarse afuera) a proyectos que no tienen sustento. “Si uno apuesta a las criptomonedas como inversión a largo plazo, no hay que desesperarse. Ahora, si se buscan resultados al instante, lo mejor es leer e investigar antes de invertir”.
Y llegaron las estafas
En el afán de obtener grandes ganancias en el corto plazo, hay inversores que se convierten en víctimas de fraude. En los últimos días cayó Zoe Cash, una criptomoneda denunciada como una estafa de tipo Ponzi. La ONG Bitcoin Argentina denunció a los principales responsables del holding empresarial Generación ZOE por los posibles delitos de estafa, captación de ahorro público no autorizado y manipulación del mercado. Entre octubre de 2020 y mayo de 2021, en Estados Unidos se perdieron cerca de 80 millones de dólares como consecuencia de las estafas con criptomonedas.
Entre las estafas más comunes, según la compañía de seguridad ESET, se encuentra el esquema Ponzi, en el que las víctimas son engañadas para que inviertan en un proyecto inexistente o en un esquema para hacerse ricas rápidamente. En los hechos, el método no hace más que llenar el bolsillo del estafador. “La criptomoneda es ideal para esto, ya que los estafadores siempre están creando tecnologías de vanguardia que en realidad no están bien especificadas, para atraer inversores y generar mayores ganancias virtuales. Falsificar los datos es fácil cuando, de todos modos, el dinero es virtual”, comentan desde la empresa.
Otra estafa habitual es el Pump and Dump, en la que los estafadores alientan a los inversores a comprar criptoactivos en proyectos de criptomonedas poco conocidas, basándose en información falsa. El precio de los activos aumenta como consecuencia y el estafador vende sus propias acciones, obteniendo una buena ganancia y dejando a la víctima con acciones sin valor alguno.
“El mundo puede haberse vuelto loco por las criptomonedas, pero no hace falta unirse de manera precipitada. Es importante mantener la cabeza fría y ver más allá de la tendencia. La mejor arma para combatir el fraude es la incredulidad”, sostiene Camilo Gutiérrez Amaya, jefe del laboratorio de investigación de ESET Latinoamérica.
Con los pies en la tierra, los especialistas recomiendan por ahora una regla de oro: destinar a las criptomonedas una pequeña cantidad de dinero que uno pueda darse el lujo de perder, pero que no podría permitirse no arriesgar.
Por: Débora Slotnisky
Fuente: La Nación