El ajuste del mínimo no imponible de contribuciones patronales generará este año un beneficio extra a las empresas, pero se irá reduciendo luego de las paritarias.
En economía, se sabe, una cosa es adoptar cierta medida con impacto -positivo o negativo- en determinadas ramas de actividad, y otra muy distinta el tiempo que toma en mostrar todos sus efectos. En cierta forma, es lo que pasará en 2019 con la aplicación del mínimo no imponible sobre contribuciones patronales, después de la sanción de la ley 27.430 en diciembre de 2017, que dispuso la última reforma al régimen tributario argentino.
En el marco de una economía con elevados niveles de inflación, el desfasaje entre el momento de la suba del mínimo no imponible y el atraso de los ajustes salariales por paritarias, supondrá para los empleadores un “beneficio adicional” en el cronograma de reducción de costos laborales previstos para este año. Al menos, hasta que los salarios vuelvan a ajustarse en línea con la inflación.
Un informe elaborado por el Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF) recuerda que para determinar el ajuste del monto correspondiente al mínimo no imponible aplicable este año se toma la variación del Indice de Precios al Consumidor (IPC) del período octubre de 2017-octubre de 2018, que llegó al 45,9%. Así para este año, ese valor será de $ 17.509, 20 y, tomando la escala progresiva fijada en la Ley, desde enero se puede deducir para el cálculo el 40% de ese monto ($7003, 70) para todas las actividades. Hasta diciembre último, el porcentaje a computar era del 20%.
El Gobierno ya dispuso anticipar, a partir del 1 de marzo, todo el cronograma de beneficios previsto para 2022 para las economías regionales (salvo productos como porcinos, porotos y otros) y los sectores textil, indumentaria, calzado y marroquinería.
Pero lo que va a generar una mejora adicional para los empleadores es el “atraso en la recomposición salarial necesaria para reducir la pérdida real de los salarios”, que impactará de manera positiva durante un tiempo sobre los costos laborales de las empresas. Esto es así porque el “el tamaño relativo del mínimo no imponible en relación al salario bruto, será mayor hasta que esa recomposición se complete”, indica el informe de IARAF.
Y analiza el impacto en las contribuciones patronales entre enero de 2018 y diciembre de 2019 a partir de tres escenarios. El primero, sin aumentos de precios ni salarios para todos los períodos; otro con igual aumento de precios y salarios, sin atrasos entre ellos, mientras que el tercero, prevé un desfasaje de los aumentos salariales respecto de la inflación. Este último escenario es el más cercano a lo que se espera suceda: que el salario se ajuste a un velocidad menor a los precios.
Al tomar un salario bruto de $20.000 y una alícuota de contribuciones de la seguridad social del 18% este año (para 2022 todas las actividades convergerán al 19,5%) en el escenario tres “la actualización del mínimo no imponible para 2019 será superior, al menos transitoriamente y en la primera parte del año, a los incrementos de los salarios de sus trabajadores”.
En enero de 2018 el porcentaje del salario bruto de trabajador representaba el 12% del mínimo computable, bajando a 9,6% a final de ese año por los incrementos nominales de salarios. Pero para enero pasado, tras la actualización del mínimo no imponible, ese mínimo equivaldrá al 28% del salario bruto. El porcentaje se irá reduciendo a lo largo del año, por los aumentos salariales, hasta cerrar en 19,2% en diciembre próximo.
Como porcentaje de las contribuciones patronales, la baja del costo laboral llegó al 15% a principios de 2019, “más que triplicando su valor al cierre de 2018”, que fue del 4,4%, señala IARAF.
Fuente: cronista.com