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El Central multará a los bancos por acaparar 106 millones en monedas

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La escasez inédita de monedas que afecta al transporte y al comercio tiene nuevos responsables. En sólo dos meses, entre mediados de septiembre y de noviembre, los bancos acapararon 20 millones de piezas de distintos valores sin entregarlas al público. Según un relevamiento oficial al que tuvo acceso Crítica de la Argentina, pasaron de tener 86 millones de unidades en sus cajas y tesoros a guardar la friolera de 106 millones, casi la cuarta parte de lo que se acuñará en todo el año. Por la crisis y el ajuste del sector a nivel mundial, buscan ahorrarse el costo de contarlas y transportarlas entre sucursales, aunque sea su obligación. Los que más acumularon sin repartir durante ese período fueron el Nación, el Patagonia, el Supervielle, el Standard Bank, el Banco Francés, el Santander Río y el Credicoop.

Invariablemente, pese a las presiones oficiales, en las sucursales bancarias permanecen colgados los carteles de “no hay monedas”, igual que en los comercios chicos, supermercados y boleterías del subte, trenes y terminales de colectivos. Los bancos habilitados para la atención al público están forzados por una norma del Banco Central a cambiar veinte pesos a cualquiera que lo solicite, pero la práctica habitual es imponer límites de tres o cuatro pesos o, directamente, negarse a hacerlo.

En el Gobierno aseguran que la provisión es abundante y continua, que la Casa de Moneda acuña dos millones de unidades por día y que el problema es su distribución. El Central las entrega en las casas centrales de los bancos y en las sedes de algunas firmas transportadoras de caudales, pero de allí en adelante la tarea queda en manos de cada entidad. Así como se las obliga a cobrar algunos impuestos y servicios públicos sin cobrar adicional alguno, su responsabilidad es abastecer a las sucursales del cambio necesario.

Con los ajustes que empezaron a hacer desde el estallido de la crisis internacional –que incluyen despidos encubiertos bajo la forma de “retiros voluntarios”–, los bancos comenzaron a ahorrar hasta en los detalles más pequeños. Uno de los rubros donde recortaron fue el de transporte de caudales, que todos tercerizan. Y las más afectadas son las monedas.

La ecuación de costos es simple. Mover un camión lleno de monedas cuesta lo mismo que contratar uno que transporte billetes. Como las normas de seguridad para los caudales no distinguen entre uno y otro, ambos requieren el mismo personal de seguridad y el mismo despliegue de escoltas y pólizas de seguros. La diferencia es de tamaño y de peso: en un blindado repleto de billetes entran unos ocho millones de pesos, mientras que en uno cargado a tope con monedas no caben más que 300 mil. El costo de llevar las piezas metálicas de un lado al otro resulta así 27 veces mayor que el de abastecer de dinero en papel a toda una red de sucursales.

Las alarmas oficiales se encendieron porque las quejas por la venta de monedas en el conurbano y en las estaciones de trenes siguieron creciendo, a pesar de la aceleración del ritmo de acuñación (ver nota aparte) y la intensificación de los controles. La lupa se posó en los bancos, que nunca habían incrementado tan rápido sus tenencias de cambio chico. En sólo dos meses, pasaron de declarar 86 a 106 millones de monedas. En los primeros nueve meses del año entraron en circulación 316,8 millones.

La lista de los bancos que más incrementaron su caudal de monedas entre el 15 de septiembre y el 15 de noviembre empieza por el Nación (4,5 millones) que posee la red más grande del país. Otros implicados son: Patagonia (3,5 millones), Supervielle (1,9 millones), Standard (1,7 millones), BBVA Francés (1,2 millones), Santander Río (1,1 millones) y Credicoop (1,1 millones). A la decisión empresarial de retacear el preciado metal se le suman las “avivadas” de los gerentes de sucursales que venden las monedas a los comerciantes del barrio. También el negocio de la transportadora Maco, que vende las monedas a los comercios y a la que le incautaron en octubre 118 barriles de 200 litros cada uno repletos de ellas. El problema es que, hasta ahora, la Justicia no encontró nada de ilegal en ello.

Fuente: Criticadigital.com


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