El próximo 19 de julio, la Universidad Cátolica de Argentina (UCA) presentará un nuevo informe que , entre otros puntos, tratará sobre las satisfacciones laborales. Unos de los datos que se dio a conocer es la asimetria que se profunidiza entre el pleno empleo y el subempleo.
El informe Satisfactores Laborales, elaborado por el Observatorio de la Deuda Social de la UCA, se encuentra dentro del Barómetro de la Deuda Social Argentina 2012. Asimetrías en el desarrollo humano y social (2007/2010-2011).
Entre 2007 y 2011, el porcentaje de población económicamente activa con empleo pleno de derechos pasó de 46,3% a 44,8%, la desocupación de 9,3% a 9,1%, el empleo precario de 37,1% a 34,9% y el subempleo inestable de 7,3% a 11,2%. Se evidencian de este modo la persistencia de un sector informal (que en 2011 alcanzó al 48,2% de los ocupados), la heterogeneidad de la estructura productiva y las limitadas posibilidades de acceso a un trabajo decente. En el marco de un mercado de trabajo segmentado, para el conjunto de los ocupados la marginalidad laboral afectó principalmente a los integrantes del hogar que no son jefes, los jóvenes y los adultos mayores, los habitantes de villas o asentamientos precarios, los residentes en el Gran Buenos Aires y los que no culminaron los estudios secundarios.
La alta rotación entre períodos de empleo y desocupación continúa siendo preocupante. Entre 2007 y 2011 el porcentaje de activos que no tuvo continuidad laboral en el último año se incrementó del 21,7% al 23,5%. Entre los trabajadores ocupados se sostuvo la tendencia a demandar más horas de trabajo. Como posible consecuencia de los bajos ingresos horarios y de trabajos a tiempo parcial involuntarios, entre 2007 y 2011 el porcentaje de ocupados que expresaron su necesidad de trabajar más horas sólo disminuyó de 22,2% a 21,4%. Las condiciones laborales no satisfactorias para el trabajador determinaron que el porcentaje de ocupados que desean cambiar de trabajo pase de 24,5% a 26%, entre 2007 y 2011.
A pesar de las campañas para promover la registración laboral, el porcentaje de ocupados que no realizaba o no le realizaban aportes al Sistema de Seguridad Social disminuyó solamente, entre 2007 y 2011, de 46,6% a 45,9%. Dentro del grupo de asalariados se redujo en forma importante el no registro laboral (32,3% a 28,3%) pero aún perduró en forma elevada entre los no asalariados. Las inserciones de baja calidad en las actividades por cuenta propia determinaron que el 70,7% de los trabajadores asalariados no realizaran sus aportes jubilatorios. La falta de partición de los trabajadores en el Sistema de Seguridad Social no sólo se encontró ampliamente extendida sino que se presentó asociada a un factor estructural como es la inserción sectorial, siendo esto independiente de las características sociodemográficas, educativas e, incluso, socioeconómicas que puedan presentar los trabajadores.
Las dispares evoluciones de los ingresos laborales reales, según la fuente de origen del índice de actualización aplicado, evidencia la necesidad de seleccionar deflactores confiables para un análisis consistente de las retribuciones al trabajo. Con esta premisa, se observa que, entre 2007 y 2011, la media de ingresos laborales mensuales se mantuvo casi sin variación a pesar de las crisis nacional e internacional, culminando en $ 3.180. En el mismo período, se observó una importante disparidad en la evolución de los ingresos según la calidad del empleo: el promedio de ingresos mensuales de los trabajadores con empleo pleno de derechos casi no presentó variación ($ 3.950 a $ 4.061), el de los de empleo precario aumentó 10,7% ($ 2.466 a $ 2.729) y el de los ocupados en subempleos inestables disminuyó 14,4% ($ 1.467 a $ 1.256).
Los ingresos horarios presentan, entre 2007 y 2011, un incremento real de aproximadamente un 15%, pasaron de $ 14,1 a $ 26,9. En el mismo período las variaciones son dispares según la calidad del empleo: la media de ingreso horario de los trabajadores con empleo pleno de derechos aumentó 13,6% ($ 26,8 a $ 30,4), para los precarios 37,5% ($ 20 a $ 27,4) y para los trabajadores con subempleo inestable disminuyó 26,3% ($ 17,5 a $ 12,9).
El análisis detallado de cada uno de estos indicadores expresó desigualdades e inequidades estrechamente asociadas con la existencia de condiciones de heterogeneidad en la estructura productiva y un funcionamiento segmentado del mercado de trabajo. En general fue en desmedro de las mujeres, los jóvenes, los adultos mayores, los trabajadores sin secundario completo, los pertenecientes a estratos socioeconómicos bajos y los residentes en villas o asentamientos precarios y los ocupados en el sector informal de la economía. Estos constituyen grupos poblacionales que deben ser aún más protegidos por las políticas públicas. Es de esperar que tales políticas amplíen las protecciones a los trabajadores que aún no los reciben para que los derechos logren validez universal y no se constituyan en un privilegio social.