El sector de la pesca se enfrenta a grandes retos: la subida del precio del combustible, la escasez y lejanía de los bancos de peces, la falta de mano de obra calificada, un medio siempre hostil como es el mar y sobre todo ser más competitivo. Para hacer frente a estos desafíos, 21 empresas españolas del sector y 28 grupos de investigación trabajan en imaginar cómo será el pesquero del futuro, bajo el proyecto Buque Autómata Inteligente Polivalente 2020 (BAIP 2020).
Con un presupuesto de 37 millones de euros para cuatro años, la iniciativa no pretende construir un navío concreto, sino "imaginar qué buque hará falta en el 2020", dice Juan Arana, director adjunto de Astilleros Murueta, que junto a la Fundación Innovamar lideran el proyecto. Los grupos de investigación trabajan en modelos que evalúen las exigencias de los barcos, sobre todo los de larga distancia, como los atuneros, para luego poder aplicarlos al sector pesquero, en todas sus vertientes, desde el diseño y construcción de los buques inteligentes, eficiencia energética, sistemas de pesca, protección del medio marino hasta la seguridad de la tripulación o la sustracción automatizada. "Estos avances", recuerda José de Lara (Universidad Politécnica de Madrid), director técnico del proyecto dentro de la fundación Innovamar, "no se limitarán a la pesca, y podrán ser aplicados a otros sectores navales".
Uno de los principales retos que se ha plateado este proyecto es reducir en un 25% el consumo de energía de los buques. Actualmente los pesqueros usan sobre todo gasoil, contaminante y cada vez más caro. En este primer año de investigación se ha empezado a trabajar en el empleo de otros combustibles para los motores de propulsión, como el gas natural. Ello implica no sólo la adaptación de los motores y la estructura de los navíos para funcionar con gas (sólo o combinado con gasoil), sino también "adaptar la industria de abastecimiento de combustible en puerto", recalca de Lara.
También se ha abierto una línea de investigación para dotar a pesqueros de bajura (pequeñas embarcaciones que faenan cerca de la costa) de motores auxiliares -proporcionan la electricidad del buque- que usan pilas de hidrógeno con la energía inicial de la biomasa obtenida de los desechos de pescado.
Pero no sólo el cambio de los motores de propulsión y auxiliares puede suponer un ahorro de energía: los investigadores del BAIP 2020 trabajan en la mejora de la hidrodinámica de los pesqueros y en la construcción con materiales más ligeros obtenidos por la nanotecnología.
Los investigadores del BAIP 2020 son conscientes de que los bancos de pesca son cada vez más escasos, difíciles de localizar y se encuentran cada vez más lejos de las costas. Por ello investigan cómo localizar mejor los bancos, con lo que el objetivo de que el buque del futuro vaya directamente a ellos y extraiga su cuota asignada. El sector pesquero también se enfrenta a la falta de mano de obra calificada, con lo que investigan en la tecnología que pueda automatizar al máximo un pesquero para que pueda tomar sus decisiones por sí solo, reservando la mano de obra para los momentos punteros de la actividad.