La disminución de un 24% en la cosecha y su efecto en la elevación del precio de los vinos básicos lleva hoy a las bodegas a estudiar la posibilidad de importar vino de Chile para paliar la escasez y evitar pagar altos valores. Se trata de bodegas enfocadas en vinos comunes o finos de bajo precio (menos de $ 5), que fueron las más afectadas por la menor cosecha. “En algunas zonas, sobre todo el este de Mendoza, la reducción de la cosecha superó el 30%. Y hay mucha menos producción de vinos comunes, pero la demanda continúa alta. Los que tienen vino están especulando con los precios, que hoy casi duplican a los valores de enero pasado”, dijo a El Cronista Luis Steindl, gerente de Operaciones de Bodegas Norton, al término de la 5° edición del Foro Internacional Vitivinícola, que se realizó el jueves en Mendoza.
Los precios pasaron de $ 0,60 el litro de vino blanco (a granel) a principios de año a $ 1,10 o $1,20 en la actualidad, en tanto que el litro de tinto trepó de $ 1 a $ 1,80. En ese segmento, es imposible trasladar el aumento de 80% a 100% del precio al consumidor, porque éste deja de comprar y se pasa a una bebida sustituta, como la cerveza. “Por eso, muchas bodegas están analizando costos en logística y de aranceles para importarlo de Chile”, agregó Steindl.
En enero el Gobierno de Mendoza financiaba la compra de vino tinto a $ 1 el litro y a $ 0,85 el blanco para sostener el valor, y solo una de las grandes bodegas accedió a esa facilidad. Sucede que, tradicionalmente, la Argentina produce vino de más que es destinado, por regulación oficial, a mosto y granel, para que no caiga el precio. Ahora sudeció lo contrario.
El presidente del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV), Guillermo García, confirmó que, hasta el momento, algunas bodegas compraron poca cantidad de vino en Chile pero que son varias las que estudian costos para hacerlo. “De todas maneras, lo importado hasta el momento no supera el 0,50% de la producción del país. Históricamente, solo un año la Argentina tuvo que importar vino de Chile. Por una helada y granizo en 1992, cayó la producción y en 1993 se importó de Chile el 1,5% del total vendido. No fue mucho tampoco”, comentó García, relativizando la importancia del volumen que podría importarse ahora. Pero la importación no es sencilla. “Quienes traen vino de otro país no pueden mezclarlo con vino local y el envase no puede llevar el nombre Argentina como origen; debe consignar que es vino chileno. Además, el grado alcohólico puede no corresponder al admitido para la vendimia”, precisó García, del INV, que regula la actividad vitivinícola.
Si bien admiten que varias bodegas están en Chile sondeando el mercado para ver si la ecuación cierra mejor importando, en el sector también comentan que ésta puede ser una forma de presión hacia quienes tienen la materia prima y especulan con conseguir mayor precio para que reacomoden los valores.
FUENTE: Cronista Comercial