Consumo debilitado y desempeño desigual por segmentos
La facturación consolidada alcanzó $3,51 billones, con una participación del 67,8% del mercado local y el 32,2% proveniente del exterior. En Argentina, la compañía enfrentó un escenario complejo: el consumo masivo no logró recuperarse y algunas categorías claves mostraron caídas, especialmente en alimentos básicos. Aun así, la empresa destacó una recuperación en volúmenes de golosinas, chocolates y galletitas, aunque insuficiente para revertir la presión sobre el negocio alimenticio.
En contraste, las divisiones industriales, agronegocios y packaging, aportaron el mejor desempeño del período. Estas actividades registraron mayores volúmenes, impulsados principalmente por exportaciones, y permitieron mejorar los márgenes operativos. Ese contraste entre un consumo masivo débil y un negocio industrial más sólido marcó el pulso del trimestre.
A pesar de la caída en ventas y del retroceso del consumo, Arcor logró mejorar su margen operativo. El resultado operativo ascendió a $237.574 millones, equivalente al 6,8% de las ventas, por encima del 6% del año pasado. La compañía lo atribuyó a una estructura productiva altamente integrada, a una gestión eficiente de costos y a un fuerte control del gasto, elementos que ayudaron a amortiguar parte del impacto del contexto local.
El golpe financiero: de la ganancia récord a la pérdida real
El capítulo financiero del balance explica buena parte del deterioro del resultado final. El grupo registró pérdidas financieras por $98.698 millones, frente a la ganancia de $421.751 millones obtenida en igual período de 2024. La explicación es clara: la devaluación real del peso, combinada con menores rendimientos de activos financieros, generó un efecto negativo directo sobre la exposición en dólares.
A este efecto se sumó la aplicación de la norma contable internacional que exige reconocer ajustes por falta de intercambiabilidad de monedas (NIC 21) en mercados con intervenciones o restricciones. Ese criterio llevó al reconocimiento de ajustes patrimoniales por $12.243 millones, aunque se registran en resultados acumulados y no afectan directamente el desempeño operativo del período.
A pesar del golpe financiero, Arcor cerró el período con una ganancia integral total de $179.420 millones, impulsada por diferencias de conversión positivas por $81.648 millones provenientes de operaciones en el exterior.
Inversiones, deuda y perspectivas para el último tramo del año
En este contexto, lejos de frenar su plan estratégico, la compañía invirtió $150.359 millones en activos fijos durante los nueve meses, con foco en obras en construcción y equipamiento industrial, que concentran el 90% del total. La apuesta se mantiene firme en ampliar capacidad, modernizar plantas y sostener competitividad en exportaciones, uno de los motores clave del grupo.
La estructura financiera muestra una reconfiguración relevante: el pasivo total subió a $2,68 billones, impulsado por un salto en los préstamos de largo plazo, que treparon a $692.459 millones desde los $283.650 millones de 2024. El patrimonio atribuible a los accionistas llegó a $938.641 millones, fortalecido por el resultado integral y la constitución de reservas.
De cara a lo que viene, Arcor anticipó que seguirá de cerca la evolución del consumo interno, que continúa presionado por el deterioro del poder adquisitivo, y los precios internacionales de materias primas, claves para su negocio industrial. La compañía también advirtió sobre la volatilidad de los mercados financieros y las tensiones geopolíticas, factores que podrían incidir en su desempeño.
El grupo citó informes del FMI y la CEPAL que proyectan un año de crecimiento moderado global y una recuperación del 4,3% del PBI argentino en 2025, impulsada por exportaciones y una posible reactivación del consumo. Ese escenario, aún con riesgos, abre la puerta a una mejora gradual en el negocio local durante el próximo ejercicio.









