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Entrevista Dossierweb. Lucía Romero Marcuzzi, de Bodega El Porvenir: “En los 90 veíamos el boom de las barricas francesas, y hoy miramos más al viñedo, buscando que la gran calidad venga desde la uva”

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Los primeros pasos que recuerda Lucía Romero Marcuzzi por las arenosas tierras de los Valles Calchaquíes son de cuando era niña y jugaba en la bodega de su abuelo, en Tolombón. Unas décadas después, hacia los 2000, su familia fundó la bodega El Porvenir, a la que se unió 6 años más tarde, en medio de la transformación de la industria vitivinícola argentina, la reconversión de la vitivinicultura salteña y la expansión de los vinos de Cafayate al mundo. En este camino, fue sustancial equilibrar su rol de vintner, empresaria, madre y propietaria de viñedos en tercera generación. Porque para Lucía, es tan importante su desarrollo profesional como el maternar a su niña de 7 años y su pequeño de 3. Logró un Wine MBA cursado en la Escuela de Negocios de Burdeos, aprobó con honores el WSET Advanced Program, y desde 2013 es la directora de El Porvenir de Cafayate.

En este diálogo a fondo con Dossierweb, Romero Marcuzzi destaca el repunte de las exportaciones del sector vitivinícola en lo que va del 24 luego de una caída el año pasado, reconoce que el mercado argentino está “complejo”, que hay menos compra de vinos de alta gama, y apuesta a seguir fortaleciendo el mercado exterior, que tiene como principales compradores a Estados Unidos, Brasil y Reino Unido. Dice que para los bodegueros salteños hoy es más caro salir a los mercados, y comparte con las grandes bodegas de Mendoza la preocupación por una baja del consumo. “Ante esto hay que reinventarse, lanzar marcas nuevas y conquistar nuevos consumidores”, dice Lucía, para resaltar que la calidad, la identidad y la innovación son clave para los vinos clásicos de El Porvenir y sus nuevos blancos que empiezan a ser tendencia como un Marsanne – Roussanne, o un corte de Garnacha Syrah Mourvedre.

Especial Dossierweb

El Porvenir fusiona en sus vinos innovación, identidad y carácter inconfundible del terruño cafayateño

– ¿Cuál es el presente del sector vitivinícola, a la luz de los datos del INV que muestran caídas en la primera parte del año y un repunte en las exportaciones por encima del 5% entre enero y octubre?

Venimos de un 2023 difícil en exportaciones. Hubo una caída del 30% más o menos el año pasado, y este año se logró recuperar un poco. En nuestro caso, la mitad de la producción de la bodega se exporta, de modo que lo tengo muy presente. Estados Unidos tuvo este año una caída de ventas, por las elecciones y la inflación, y también de jóvenes con menos consumo de vino porque no está tan arraigado de la cultura. Notamos ahí un desafío. Y en Europa después de la guerra subieron los servicios y cayó bastante el consumo, aunque este año vemos una leve alza. También hay una recuperación en el precio promedio, en la venta de vino a granel, y el vino embotellado que viene como parecido al año pasado. Así que esperando tener ahí una recuperación. Los principales mercados de Argentina de exportación de vino embotellado son Estados Unidos, Brasil y Reino Unido. El foco está puesto ahí. Entre esos tres países, se llevan casi el 50%. Y cuando uno de ellos cae un poquito, nos afecta mucho.

– ¿Y cómo está el sector en el mercado argentino en relación a estas caídas y a la recuperación?

Argentina está compleja. Lo que notamos con los colegas es que los vinos de gama alta tuvieron una caída de un 30% aproximadamente, que tiene que ver un poco con la caída del turismo, porque son vinos que el turista valora mucho, sobre todo los brasileros. Hay menos compra de vinos de alta gama, en las fronteras e incluso en lugares como Buenos Aires en restaurantes de más alta gama. El consumidor argentino piensa antes de comprar un vino de un valor alto. Vemos ahí un retroceso. Nosotros ya venimos trabajando, cambiamos de distribuidores, lanzamos algunos productos nuevos. Nos estamos moviendo, siendo una bodega de producción chica. Y sí veo a las bodegas grandes, de mayores volúmenes, que tiene una retracción.

Las características del valle producen uvas sanas y de alta calidad que la bodega interpreta con cosechas icónicas

– ¿A qué países están llegando los vinos de El Porvenir, además de los tres países predominantes en exportación?

Venimos hace mucho tiempo trabajando en el mercado externo. Hoy estamos en 24 países. Nuestros  principales mercados son Brasil, Europa y Estados Unidos, y después mercados de Asia que empezamos a explorar, como Taiwán, Japón, algo con China donde tenemos un importador pero tuvo una caída grande después de la pandemia. Y después Costa Rica, Colombia, Perú en Latinoamérica. Otros más chicos como Suiza, Bélgica, Francia, Italia, España. Incluso mercados productores de vino tienen un interés por el vino argentino. Además potenciamos mucho el torrontés, que es la insignia argentina porque solamente está en nuestro país. Notamos en esos mercados un interés y tuvimos suerte en encontrar buenos socios que lo trabajen, así que si estamos en varios países. Estamos también con presencia en Canadá, en Rusia aunque nos falta crecer.

– ¿Cuáles son las premisas de la bodega para alcanzar estándares altos de calidad en técnicas de vinificación, de sustentabilidad?

La industria del vino en general es a largo plazo, uno tiene que plantar un viñedo y esperar cinco años a tener una uva de calidad y para hacer un vino hay que esperar por lo menos un año para lanzarlo. Es todo con tiempo. De hecho tenemos un vino, El Porvenir, como la bodega, que está pensado para futuras generaciones, el paso del tiempo y el perdurar en el tiempo. Y la calidad es clave. Hoy en día todo el mundo asume que hay vinos buenos que tienen que llegar a los estándares más altos de calidad. Y lo que nos diferencia es que no perdemos ese foco y trabajamos en todo el proceso productivo con la maquinaria, con la mano de obra, cuidando esa calidad desde el momento de la cosecha de la uva hasta después la elaboración, y también cuidando la calidad de los viñedos, porque el gran vino nace del viñedo. Hacemos mucha inversión y mucho trabajo en las cinco fincas que tenemos. En los 90, cuando fue la reconversión, mirábamos maquinarias, tanques, estaba el boom de barricas francesas. Pero en los últimos diez años, los productores miramos más al viñedo, trabajando más con el agrónomo y buscando que la gran calidad venga desde el viñedo, de la uva. Y también es importante que el vino refleje el lugar de donde viene. Nada más lindo que poder mostrar Cafayate y Salta a través del vino. Eso me apasiona, cómo un vino te habla del lugar.

Tras un 2023 duro, El Porvenir como todo el sector quiere recuperar valores históricos de exportación 

– ¿Cómo ha ido evolucionando el mercado y los gustos del público y ustedes adaptándose a esos cambios?

Vemos y seguimos las tendencias mundiales de consumo del vino, pero sin perder la identidad. Hoy hay una tendencia de crecimiento del vino blanco, de vinos más ligeros. Por eso hay mucha innovación. Ya venimos hace unos años buscando vinos más frescos, de cosechar un poco antes y que no esté la fruta madura, de que el alcohol sea más bajo, de que sean vinos más fáciles y que acompañen bien la gastronomía. Por supuesto no todos. Hay una línea que es para eso, y después hay vinos que son más para guarda o que tienen más tiempo en barrica. Pero sí vemos esa tendencia y tratamos de reaccionar rápidamente porque creemos que no es una moda pasajera, sino que es una tendencia que viene a quedarse: el consumo de vinos blancos, el aumento de la búsqueda de los vinos más ligeros y de bajo grado de alcohol. Hay mercados como Brasil que consume muchísimo vino tinto o más tradicionales. Pero en el mundo se va viendo esta tendencia.

– Veo propuestas innovadoras como Pequeñas Fermentaciones, con varietales como Garnacha Syrah Mourvedre que no existían en los Valles Calchaquíes. ¿Cómo se armonizan la innovación, seguir las tendencias del mundo, y hacerlo en un terroir como el de Cafayate?

Estamos produciendo distintos estilos de Torrontés, más vinos blancos de Cafayate. Plantamos viñedos que no había, como Marsanne – Roussanne, o Chardonnay – Semillón; variedades blancas no tan conocidas en la zona y que las estamos desarrollando bien. Buscando la novedad pero sin perder la identidad del lugar. Estamos orgullosos de la tradición, pero también nos gusta desafiar un poco. Entonces plantamos el Mourvedre, que es una variedad francesa. Fuimos los primeros en plantarlo en Salta. Y estamos muy contentos, porque sacamos de ahí un corte de Garnacha Syrah Mourvedre. Y te anuncio que lanzaremos en unos meses un rosado elaborado de ese Mourvedre, una uva que es tan distinta. Esa línea de Pequeñas Fermentaciones es una de mis favoritas porque hay mucha innovación, búsqueda, y el desafío de que estos vinos se pueden hacer en el norte. Tenemos un Naranjo de Torrentés que fue uno de los primeros. El Naranjo es un estilo de elaboración, donde el vino blanco se elabora como tinto.  Todo fue bastante novedoso en esa búsqueda de innovación. Y son vinos que andan muy bien, sobre todo en Buenos Aires, en la gastronomía tuvieron muy buena aceptación del lado de los cocineros, de los dueños de restaurantes y también para exportar.

La bodega está en proceso de certificar sus viñedos como orgánicos para fortalecer su filosofía sostenible

 – Y tienen su línea clásica.

–  Sí, tenemos nuestra línea más clásica, que es el Laborum, con el que empezamos. Hay un gran trabajo en el viñedo para lograr esa calidad. Y está la línea Amauta, que son vinos más fáciles más de beber, más jóvenes, de cosechas del año anterior, que sale mucho a exportación, sobre todo el Malbec, el Torrentés y el Tannat, que se da muy bien en Salta. Parecemos una bodega más grande de lo que somos porque tenemos un portfolio muy extenso, una gran variedad de vinos, y en realdad hacemos mucha microvinificación en muchas partidas chicas.

– ¿Está entre sus objetivos incorporar un modelo sostenible de producción?

En Cafayate tenemos un clima ideal para hacer un trabajo en el viñedo, que sea orgánico de una forma bastante fácil y natural, por el clima seco, por el sol, por el microclima que tenemos rodeado entre los valles. Es algo que veníamos haciendo pero ahora con más conciencia, buscando más ser más sustentables. Ahora estamos en proceso de certificar los viñedos como orgánicos. Incluso notamos que el consumidor ha cambiado, y lo piden más los compradores, los importadores. Hay una mayor conciencia verde, sobre lo orgánico, no tanto sobre el vino sino sobre el manejo del viñedo, que es orgánico. Y que haya una filosofía de sustentabilidad en toda la bodega. Estamos trabajando en mejorar y certificar.

En El Porvenir conviven tintos clásicos con blancos más frescos que son muy bien recibidos en la gastronomía

– ¿Qué diágnóstico hacés del sector vitivinícola argentino ante este contexto económico?

Con los colegas que hablo, de Cafayate, de Salta, compartimos que estamos enfrentando los mismos obstáculos. Tenemos costos de flete más altos porque estamos más lejos, entonces nos cuesta llegar a precios más accesibles. Ahí  quedamos afuera de un segmento. Y después lo que vemos con las bodegas de Mendoza, que hace poco estuve allá, es que hay preocupación por una baja del consumo y ante esto hay que reinventarse, lanzar marcas nuevas y conquistar nuevos consumidores. Lo que nos planteamos desde Wines of Argentina, el ente de promoción del vino argentino en el mundo y del que soy parte de la comisión directiva, es redoblar el trabajo, seguir comunicando, seguir hablando de un consumo responsable, trabajar para que el vino siga siendo parte de nuestra cultura, y reposicionarnos ante el consumidor de mercados del exterior, sobre todo, los principales compradores, Estados Unidos, Brasil, México, y Europa.

 


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