La plaza cambiaria y financiera local ratificó ayer que dejó de estar en offside respecto del resto del mundo y se acopló a la tendencia mundial de huida de esa divisa, hasta hace pocos meses muy demandada globalmente como refugio ante la crisis. Por el traspaso a favor del peso en las carteras de inversión; por el ingreso de divisas comerciales y financieras del exterior (estas últimas, para subirse al rally de los activos emergentes); por la marcada retracción de la demanda privada por desinterés de inversores y ahorristas, y los menores requerimientos de los importadores (ante la regla de comercio administrado que impuso el Gobierno en la crisis), el precio minorista del dólar cayó ayer un centavo, a $ 3,84 para la venta. No retrocedió más porque el Banco Central (BCRA) compró unos US$ 150 millones para evitar que lo hiciera.
La baja en las pizarras al público deja a la vista la tendencia bajista que, desde hace 45 días, pasó a mostrar el dólar también aquí: ésta se mantendrá en los próximos meses, según coinciden en vaticinar ahora los operadores y analistas obligados en los últimos meses a revisar sus proyecciones a la luz del abrupto reacomodamiento registrado en los mercados.
La demostración más clara del cambio de tendencia aparece en los precios negociados en los mercados de futuro y los proyectados por los economistas.
Hasta mediados de agosto, todos vaticinaban que el dólar terminaría el presente año a más de 4 pesos. Pero ayer podría afirmarse que no quedaba nadie que crea o se anime a sostener esa apuesta (el contrato de futuros por liquidarse el 31 de diciembre se operó ayer a $ 3,8670). "Nada lo indica. Ni los futuros de dólar ni las tasas implícitas ni el flujo de capitales, que pasó a estar muy ofrecido", explicó el economista Francisco Prack, de SBS Group.
La virtual desaparición del riesgo cambiario a corto plazo potencia el atractivo de las inversiones en pesos y genera un fenómeno que se retroalimenta, extendiendo el horizonte de los inversores y ahorristas, que desarman posiciones dolarizadas para diversificar sus carteras agregando cada vez más componentes locales, como muestran los repetidos máximos interanuales de la Bolsa porteña o la reducción a un tercio (de casi 2000 a 680 puntos) que mostró de marzo hasta aquí la tasa de riesgo país.
Los analistas descuentan que, favorecida por la recuperación de la economía mundial y por un cambio de expectativas, la plaza cambiaria local no deparará sorpresas en los próximos meses. La debilidad global del dólar y la sostenida devaluación que el peso muestra frente a otras monedas de mayor relevancia en su intercambio comercial (el real y el euro, básicamente) aseguran un tipo de cambio bajo control y sostenido en niveles no muy diferentes de los actuales por las compras oficiales.
FUENTE: La Nación