La cantidad de “juicios ejecutivos” por documentos rechazados se disparó un 50% en agosto pasado respecto de julio, y alcanzó un récord mensual desde diciembre de 2004. Los analistas explican que la combinación de “recesión” y “suba de salarios” reduce la rentabilidad empresaria y complica los pagos La combinación de recesión y suba de salarios, que algunos ya sienten “explosiva” para una buena parte de la economía local, empezó a hacer estragos en la cadena de pagos de algunas compañías locales. La caída en los márgenes de rentabilidad del sector privado agravó los atrasos de las empresas en los compromisos con sus propios proveedores y durante los últimos meses, apareció como un fantasma que las obligó a incumplir sus cheques y amenazó con posicionarlas en el inicio de un largo camino hacia la “bancarrota”.
En lo que va del año, el volumen de cheques rechazados en la Argentina aumentó en más de $ 1.400 millones, y la cantidad de juicios ejecutivos iniciados por documentos impagos alcanzó en agosto el mayor nivel en más de cuatro años, tras subir un 50% respecto del mes anterior.
“La Argentina vive situaciones especiales: es inútil que una empresa fabrique mucho si no tiene a quién venderle. No estamos con una industria de las mejores del mundo, no hay consumo base, y cada vez hay más atrasos. Esto es como una piedra en un charco: las ondas se van expandiendo”, sintetizó a este diario un analista que sigue de cerca estas cifras. En su consultora ya están descontando para los próximos meses, por esta razón, una fuerte suba en la cantidad de quiebras declaradas entre las empresas locales.
En el año, el total de cheques rechazados trepó a los $ 7.225 millones, y representó el 1,95% del conjunto de cheques compensados. La cifra supera en un 24,8% a la registrada en igual período del 2008 (unos $ 5.788 millones), cuando el ratio entre “rechazados” y “compensados” era de 1,5%. Un informe del Ieral recordó días atrás que, por ahora, esa relación está lejos del pico máximo de 3,2% que mostró en el 2001.
Paralelamente, los “juicios ejecutivos” (las demandas que se inician a emisores que no llegan a cubrir un documento determinado) marcaron en agosto el mayor nivel desde diciembre de 2004, al aumentar respecto de julio un 50% y pasar en este lapso de los 4.000 a los 6.000, aproximadamente (ver infografía).
El juicio ejecutivo es un proceso breve, no mayor a los 60 días, que puede derivar en un embargo, remate o secuestro de bienes sobre el emisor. Se considera un paso necesario y previo a la quiebra, y por eso se supone que “anticipa” un inminente incremento en la cantidad de “pedidos de quiebra” para el mediano plazo. Hasta agosto de este año se registraron unas 35.000 demandas de este tipo en el sistema nacional de pagos, según las cifras del BCRA, que representaron un incremento interanual de 17,23%.
“Estos procesos de suba de salarios y caída en la actividad económica hacen que las empresas tengan muy poco margen para subir sus precios. La rentabilidad cae fuerte, y la firma se ve obligada a incrementar sus plazos de pago. Emite a mediano plazo, y cuando llega el día del vencimiento, no lo puede cubrir”, explicó Pablo Levigne, analista de DataRisk.
Para los consultores, muchos de estos incumplimientos nacen de las fuertes restricciones que hoy sufren las empresas para hacerse de liquidez en el sistema financiero local.
“Las compañías pequeñas caen e
n el circuito informal del crédito, en las cuevas, y se enredan con las líneas que les ofrecen. Lamentablemente, el circuito financiero es duro, y mucho más para alguien que depende de lo que vende. El monotributista acaba cayendo en la mano de los prestamistas, y se le hace imposible pagar tasas tan elevadas”, opinó Aníbal Albareda, de Fidelitas.
Para Levigne, “es común que en toda actividad económica se perciba cierta destrucción de empresas, porque ésta es propia del capitalismo. El tema es que esto se da de manera más masiva cuando hay recesión y aumento de salarios de manera laxa. Si bien siempre existe, para que sea más masivo debe haber en medio una recesión”, agregó el especialista.
Fuente: El Cronista