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“Hoy no hay default porque el Banco Central es el que paga la deuda pública”

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Así lo afirmó el economista Carlos Melconian, quien también advirtió que la Argentina va a tener que elegir entre ajustar el gasto o encaminarse a una regresión como la de los ´80. Sus dichos fueron formulados en un evento en el que disertaron Ricardo López Murphy, Agustin Rossi y Ernesto Sanz El debate se vuelve acalorado y la problemática levanta pasiones entre los participantes del juego político y el análisis económico.

El futuro de la economía y de las instituciones es materia de discusión entre economistas y referentes del oficialismo y la oposición. El intercambio de ideas no debería llamar la atención entre los que dedican su tiempo a delinear las políticas del país. Pero hoy tiene otro color, en el contexto de restricciones fiscales y de pobreza institucional por el que atraviesa la nación.

El Gobierno debe decidir si ajustar el gasto público o financiarlo con reservas del Banco Central, en la medida en que no encuentre formas genuinas de financiamiento. Esta decisión se cristalizará en la confección del presupuesto nacional, que se debatirá en el Congreso a partir de septiembre, y se enmarca en la falta de estadísticas confiables, desde que fue intervenido el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC), y que no permiten conocer el verdadero cuadro de situación.

Pero, además, la necesidad de encontrar consensos sobre cómo llevar adelante las políticas públicas y los principios macroeconómicos básicos que sean sostenidos por los distintos gobiernos se dirime en el terreno de una institucionalidad alicaída. En este contexto, el respeto de la Constitución Nacional y la necesidad de una reforma política, que restituya el sistema de los partidos políticos, se vuelve indispensable.

Así lo expusieron el economista Carlos Melconian, el diputado del FPV Agustín Rossi, el senador radical Ernesto Sanz y el ex ministro de Economía Ricardo López Murphy, en un seminario de Políticas Públicas organizado por las Universidades del Salvador y Carlos III de Madrid y por la Escuela de Posgrado Ciudad Argentina (EPOCA), y coordinado por el ex ministro de Obras y Servicios Públicos en la presidencia de Carlos Menem, Roberto Dromi.

Gasto público
Ante unas cien personas reunidas en el Hotel Alvear, Melconian consideró que la conferencia se llevaba adelante en un momento oportuno porque “la Argentina está en una zona de transición: a lo largo de este año va a tener que elegir entre ajustar (el gasto público) o encaminares a una regresión (similar a la de los años '80)”.

Su conclusión se basa en que el Estado terminará el año con un déficit fiscal de un 1% del PBI, incluso después de haber tomado los fondos de pensión, que le proveen de un flujo de $15 mil millones anuales. Y recordó que la Argentina no puede acceder al mercado de capitales para financiar ese déficit, porque paga una tasa del 20% (frente al 6% que paga Brasil).

Ello surge de seis años, entre 2003 y 2008, en los cuales logró un superávit fiscal de un 3,6%, pero en los que se convivieron con un récord de gasto público, que hoy trepa a un 32% del PBI.

“Hoy no hay default porque el Banco Central paga la deuda pública”, dijo Melconian. “Argentina cae en el impuesto inflacionario cuando no tiene financiamiento genuino”, dijo, y explicó que “vuelve a circular no con la intensidad de los '80” pero que “será el debate del futuro”.

El impuesto inflacionario es, en términos simples, la pérdida de valor del dinero que sufre el público por los recursos que obtiene el Gobierno por emitir billetes.

El economista explicó que con un Estado sin los pesos del superávit fiscal con los que pueda comprar dólares al Central y con una población abocada a ahorrar en esa divisa, y que no está dispuesta a aceptar más pesos, la entidad monetaria no puede emitir dinero “gratis” y sólo le queda emitir y financiar al Tesoro vía el impuesto inflacionario.

Frente a vencimientos de u$s20 mil millones y $7 mil millones en 2010, “empieza a ser relevante la tasa de inflación para evitar el desfinanciamiento”, dijo Melconian.

“No hay superávit y no hay desendeudamiento”, puntualizó Melconian, refutando el discurso oficialista, porque al 31 de marzo la deuda asciende a u$s144.200 millones (50% del PBI), frente a los u$s152.700 millones de 2003 (120% del PBI). “Qué bravo viene el debate”, agregó.

La discusión, que según Melconian deberán encarar entre la oposición y el oficialismo, es la que también planteó López Murphy: “Quién se hace cargo del ajuste”. Porque una de las opciones posibles, que encontró el economista, consiste en congelar el gasto público para obtener un 2,4% de superávit fiscal, o aminorar su ritmo, a la par de los ingresos, para cerrar el año en cero.

Presupuesto
Una de las oportunidades para llevar adelante esa discusión es en la confección del presupuesto nacional, la ley que organiza la gestión del Estado.

En el Congreso puede consensuarse cómo se quieren manejar las políticas públicas del futuro o, por lo pronto, del próximo año. Pero el oficialismo ya anticipó que el presupuesto se debatirá en unas pocas semanas más y la oposición reclamó que se trate con los legisladores que asumirán el 10 de diciembre.

López Murphy propuso seguir las prácticas de los países vecinos, como Brasil y Chile, donde no se puede gastar más de lo presupuestado. Y, respecto del pedido de la presidenta por la limitación del 5% para reasignar partidas del presupuesto, explicó que “no debe estar disponible ese margen”, sino que no haya errores en la confección del presupuesto.

Finalmente, concluyó que no puede haber buenos presupuestos sin un régimen de federalismo fiscal, que calificó como el “corazón de las dificultades de Argentina”.

Estadísticas
El debate no podía esquivar la falta de estadísticas confiables, que desde 2007 incluye no sólo al índice de precios al consumidor, sino también al de crecimiento económico, de la actividad industrial, la medición de la pobreza y el desempleo. López Murphy no disimuló su fastidio: “Me calienta a más no poder y me da vergüenza que discutamos esto”.

“La idea de trucar los datos no es consistente ni soportable en un Estado democrático”, dijo el economista. Y agregó: “El sistema estadístico es el núcleo de la información y no es sustituible por el sector privado”, sostuvo en relación a la proliferación de consultoras que calculan los índices económicos.

Señaló que “la desinformación oculta resultados y da lugar a las decisiones fantasiosas”. Y acusó al Estado de “estafador y timador”, porque al trastocar los datos defrauda a los tenedores de deuda y a los jubilados.

Advirtió que “es central” corregir este problema para “formular el debate sobre la situación actual y el rumbo social”.

Políticas públicas
Rossi habló del camino a tomar, pero antes de que se plantearan los temas conflictivos como gasto público y estadísticas válidas. Condicionó las políticas públicas a la coyuntura y planteó las variables macroeconómicas que en su opinión los distintos sectores deben coincidir en mantener en el futuro.

“Al abordar en qué lugar nos paramos para los próximos años, también se requiere encontrar tres o cuatro valores que permanezcan en la economía argentina” para “garantizar el crecimiento económico”, sostuvo Rossi, y enumeró:

    * El superávit fiscal: que genera beneficios para toda la economía porque sino el Estado “se la pasa viendo cómo se hace para resolver el déficit”.

    * Un tipo de cambio competitivo: “que beneficie al sector exportador, pero que también potencie el desarrollo del mercado interno”.

    * Redoblar el esfuerzo de las políticas activas, para resolver así la situación de los que, a pesar del alto crecimiento del PBI, no han conseguido trabajo, viven en condiciones de pobreza e indigencia, padecen problemas alimentarios y no terminan el colegio secundario.

Rossi no se quedó a escuchar los problemas planteados por el resto de los expositores. Infraestructura, energía y seguridad social son asignaturas que quedarán pendientes, coincidieron los economistas.

López Murphy advirtió que el país atraviesa “un período de descapitalización severo” y que necesita que en la próxima presidencia se aplique un plan del tipo realizado por el ex presidente Arturo Frondizi que produzca un “extraordinario shock de inversiones”. Pero aclaró que ese plan es consistente con la estabilidad fiscal.

Constitución y partidos políticos
Además de preocuparse por la holgura financiera y el superávit fiscal, el Gobierno debe ocuparse de la institucionalidad para salir adelante. “Hoy cumplir con la Constitución Nacional, sin hacer trampa, sería un programa revolucionario en Argentina”, ironizó López Murphy.

Pero el país no está llevando adelante esa revolución sino que está “detenido en una discusión, que en los países centrales ya se terminó, que es cómo se distribuye el poder y cómo se equilibra”, opinó Sanz, “y que impide avanzar en la resolución de otros problemas urgentes”.

El senador expuso su interpretación de la reforma de la Constitución realizada en 1994:

    * Que la delegación de poderes legislativos en el Poder Ejecutivo está prohibida.
    * Que los decretos de necesidad y urgencia son de uso excepcional.
    * Que el jefe de Gabinete debe ir periódicamente al Congreso a rendir cuentas.
    * Que el Consejo de la Magistratura es una institución central para salir del esquema de discrecionalidad en la selección de magistrados.

Y propuso que el Poder Judicial intervenga en la resolución de este desequilibrio institucional. En tanto, pidió se aplique una “cirugía mayor” a las leyes que regulan el esquema de control del poder, que los organismos públicos estén presididos por personas nombradas por concurso y las bicamerales de seguimiento estén compuestas por referentes de la oposición.

Sumándose al pedido de la calidad institucional, política y social que había realizado Dromi, Rossi expuso como solución “un proceso de recomposición de los partidos políticos, con propuestas y un perfil ideológico definido”, después de su implosión sucedida en la crisis de 2001.

“Se necesitan organizaciones políticas con programas, jefaturas y cuadros políticos para canalizar las demandas sociales”, lo que “daría estabilidad política”, planteó Rossi como un “desafío”. Y agregó: “La búsqueda de consensos sería más fácil con partidos políticos funcionando orgánicamente”.

Sanz agregó que los problemas pendientes en educación, el acceso a un ambiente sano y la pobreza se pueden resolver con diálogo, consenso político sobre las cuestiones de fondo. Pero Rossi ya se había retirado.

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