Según datos de la Fundación Observatorio Pyme de la UIA, sólo el 24 por ciento de las pequeñas y medianas empresas recurren a los bancos a pedir financiación. De esas compañías que se acercan a las entidades, el 20 por ciento sufre un rechazo y no accede a las líneas de financiamiento vigentes La vida de una pequeña y mediana empresa no es fácil. Es empujada por los vientos de la volatilidad de la economía y se sujeta a su propio optimismo para no ser avasallada y seguir adelante.
En cualquier sistema económico, la apuesta a futuro en un contexto adverso se respalda en el financiamiento. Cuando las ventas caen y la rentabilidad flaquea, el apalancamiento permite pasar el ciclo de caída de la actividad y sostener el empleo y la producción.
Pero en Argentina la teoría no es tan fácil de llevar a la práctica. Y un nuevo ciclo bajista, signado por la crisis internacional y los ruidos políticos internos, cubren de incertidumbre a las entidades financieras, que restringen la oferta de crédito, y a las propias empresas, que mantienen controlada su demanda para encarar proyectos de inversión.
Según explicó el director de la Fundación Observatorio Pyme, Vicente Donato, existe un proceso de autoexclusión por el cual sólo tres de cada diez empresas van al banco a pedir crédito. Muchos empresarios no conocen la oferta crediticia ni de la banca pública ni de la privada. Pero, además, el 20% de esas tres compañías que se acerca a las entidades es rechazado para otorgarle dinero.
“El dato parece poco, pero no lo es. En Italia están alarmados porque subió a 10% la proporción de Pyme rechazadas, desde el 1% histórico. Se le multiplicó la tasa por 10 y nosotros tenemos el doble”, dijo Ignacio Bruera, economista jefe de la Fundación.
En tanto, en Brasil, sólo el banco nacional de desarrollo BNDES presta el 10% del Producto Bruto Interno (PBI) y el sector privado termina adquiriendo el 33% del producto en crédito cuando en la Argentina sólo absorbe el 12%, según datos de la Fundación Garantizar el Desarrollo.
El costo del dinero para girar en descubierto en cuenta corriente sin acuerdo previo, que va del 50 al 80%, según datos del portal Notibancos.com, demuestra que las entidades no quieren que las Pyme soliciten mucho dinero y que lo devuelvan en tiempo y forma.
Los bancos “no quieren que se tome un peso sin acuerdo”, explicó Gustavo Giraldez, director del portal. Lo otorgan, “generalmente, por única vez antes de rechazar los cheques”, agregó. Para una línea con acuerdo, una Pyme paga entre un 22 y un 27 por ciento.
Desde julio y, particularmente el último mes, el sistema financiero vive un período de mayor tranquilidad, una especie de “primavera financiera”. El mejor clima se materializa en menores tasas de interés y un retorno de las colocaciones en pesos a plazo fijo.
Pero la incertidumbre sobre el devenir económico aún persiste en los bancos. En septiembre, el BCRA volvió a bajar las tasas de interés (25 puntos básicos) que le paga a los bancos y pidió a las entidades siguieran esa misma línea de acción. Sin embargo, los requisitos para prestar el dinero siguen siendo exigentes y los montos disponibles para las líneas crediticias se retraen, explicó Giraldez.
Las entidades todavía prefieren apostar por la liquidez, en torno al 30% de los depósitos, y colocar sus pesos en títulos públicos y letras del (BCRA) en vez de en créditos al sector privado. El monto negociado en renta fija en el Mercado Abierto Electrónico (MAE) en los primeros 25 días de septiembre supera en más de u$s130 millones lo registrado en todo agosto.
Se toma crédito para corto plazo
Más allá del mejor clima financiero, las compañías deben continuar con su actividad. En esta coyuntura de caída de las ventas, la necesidad del 81,6% de las empresas que aumentaron sus requerimientos de crédito en el segundo trimestre del año estuvo asociada a financiar el capital de trabajo, la renovación de inventarios, el pago de sueldos, es decir, activos corrientes y el estado de resultado, casi nada de inversiones.
El tipo de crédito más demandado para financiar el capital de trabajo es el giro en descubierto. Según los últimos datos del BCRA, al 18 de septiembre, el stock de descubiertos en cuenta corriente aumentó un 17,6% en lo que va del año, contra un 3,14% que creció la masa total de préstamos.
Ante la falta de información de líneas de crédito o el rechazo sufrido por parte de las entidades, a las empresas les resta recurrir a la autofinanciación. Pero José Ignacio de Mendiguren, presidente de la Fundación, explicó que “hoy se acabó la posibilidad de autofinanciamiento” a través del “proceso de acumulación que se dio entre 2001 y 2006 por la mejora de los precios relativos”.
El autofinanciamiento se alimenta de rentabilidad y el 78% de las Pyme relevadas por la Fundación contestó que la rentabilidad actual de su empresa es peor a la de un año atrás en el segundo trimestre.
Si bien la proporción sigue siendo alta los datos de la Fundación muestran que las inversiones se financiaban en un 60,8% con recursos propios frente al 83% con que se hacía en 2005.
Sin crédito y sin rentabilidad, a las Pyme sólo les queda seguir adelante disminuyendo la producción o con menos personal. Finalmente, la quiebra. Todos los años en el panel de empresas que es objeto de estudio de la Fundación se produce un recambio natural, pero en el último año, el 1% de las compañías tuvo que ser reemplazado porque cerraron, señaló Bruera.
Por eso, Donato explicó que el sistema financiero pequeño, la caída de la rentabilidad y la necesidad de financiamiento de corto plazo son los factores que configuran una “situación delicada” por la existencia de “empresas frágiles que caen como dominó”. Y no hay presentación en la que De Mendiguren no repita: “No hay novedad. Hay que abordar el tema del financiamiento”.
Influencia de la banca pública
Por ahora, la banca pública trata de compensar la retracción de la privada en un contexto de caída del crédito.
“En el último año las entidades financieras oficiales explican más de tres cuartas partes del crecimiento total de las financiaciones al sector privado, al crecer 29% interanual, aumentando por lo tanto su participación en el stock crediticio total”, según señaló el BCRA e su último informe sobre bancos a julio de este año.
Para el Centro de Economía y Finanzas para el Desarrollo de Argentina (Cefidar), “la tracción ejercida por la banca pública” –cuyo crédito creció un 26,3% contra el de la privada, que cayó 10,3%- “permitió que el financiamiento otorgado a las Pyme por el total del sistema bancario cayera interanualmente tan sólo 0,2%”, unos $74 millones.
Sin embargo, según aseguró Donato, aunque los bancos públicos hayan ganado participación en el financiamiento a las empresas, en este proceso de falta de conocimiento de las Pyme de la oferta crediticia y las restricciones al acceso participan ambos tipos de entidades.
La profundización del sistema financiero es un tema pendiente en la Argentina. Pero los analistas coinciden en que habrá que poner la lupa sobre el impacto del sistema económico sobre el financiero para lograr ese objetivo.