En la última década, Usain Bolt fue una de las grandes estrellas del atletismo y a fuerza de récords, medallas y su extrovertida personalidad supo trascender las fronteras de su deporte. Con sus logros sobre la pista y su carisma fuera de competencia, el hombre más rápido del mundo construyó un negocio alrededor de su nombre y se consolidó, también, entre los deportistas de mayor facturación en todo el mundo.
Entre premios y participación en competencias durante la temporada pasada, el jamaiquino facturó alrededor de US$ 2,2 millones. Su mayor volumen de ingresos, sin embargo, proviene de sponsors y acciones de patrocinio, que le representaron ingresos por US$ 32 millones.
De esta manera, embolsó US$ 34,2 millones en 2016, por encima de nombres como Zlatan Ibrahimovic (US$ 32 millones), Rafael Nadal (US$ 31,5 millones), Gareth Bale (US$ 34 millones) o Saúl ‘Canelo’ Álvarez (US$ 28,5 millones). Si bien está lejos de los Top 3 (Cristiano Ronaldo, con US$ 93 millones; LeBron James, US$ 86,2 millones) y Lionel Messi, US$ 80 millones), sus marcas se destacan al surgir de una disciplina como el atletismo, cuyo universo de negocios es más acotado. De hecho, el velocista jamaiquino es el único atleta entre los 100 deportistas de mayores ingresos que elabora anualmente Forbes.
Entre los auspiciantes, la marca más importante entre las que acompañan a Bolt es Puma. La firma alemana es su sponsor técnico desde los 15 años y lo convirtió en una de sus caras globales, más allá del atletismo. El último contrato fijó una suma anual de US$ 10 millones para Bolt por parte de la compañía que, antes de los Juegos Olímpicos de Rio de Janeiro 2016, lanzó los Boltmojis, la propia serie de emojis del velocista.
El listado de auspiciantes de Bolt incluyen, entre otros, a Gatorade, las empresas de telefonía Sprint y Virgin o la marca de relojes Hublot, que según cifras del mercado desembolsan entre US$ 1 y US$ 4 millones por año para contar con la imagen del jamaiquino.
A partir de su consagración como el hombre más rápido del mundo en los Juegos Olímpicos de Pekin, en 2008, Usain Bolt se convirtió en el emblema del atletismo a nivel mundial. “Desde Muhammad Alí en los 60 y 70, ningún otro deportista cautivó la imaginación del público como lo hizo Bolt”, lo definió Sebastien Coe, presidente de la Federación Internacional (IAAF).
Dueño de los récords mundiales en los 100m (9.58s) y 200m (19.19s), ambos conseguidos en Berlin, en 2009, Bolt era la gran estrella de cada competencia internacional y solo por su participación se estima que recibía US$ 500.000. El monto multiplica varias veces el premio que recibe cada atleta por conseguir una medalla dorada (US$ 60.000) o un record mundial (US$ 100.000) en un Campeonato Mundial.
Pero desembolsar ese monto para contar con Bolt sobre la pista se justificaba con todo lo que el jamaiquino generaba dentro y fuera de los estadios. Para los organizadores, anunciar una competencia con el velocista implicaba un impulso para la venta de entradas y, también, elevaba la cotización de los derechos televisivos de la competencia, que multiplicaba sus números de audiencia.
Dueño de ocho medallas doradas olímpicas (ganó nueve, pero luego le retiraron la presea de la posta 4×100 de Pekin 2008 por el doping de su compañero Nesta Carter) y de once mundialistas, su participación en Londres, con un bronce en los 100m y una lesión en la posta, marcó el fin de su carrera profesional. El atletismo, que lo disfrutó y lo aprovechó por una década, enfrenta el desafío de empezar una nueva era.