La inflación de diciembre trepó al 3,8% y de esta manera el 2021 cerró con una suba acumulada del 50,9%, de acuerdo a los números oficiales que acaba de informar el Indec. El índice final quedó muy cerca del 53,8% con que se despidió Mauricio Macri del gobierno en 2019, pero con el agravante de que ahora el rebrote inflacionario se produce con las tarifas de los servicios públicos, el transporte y los combustibles congelados y el retraso del tipo de cambio oficial (en el año aumentó alrededor del 20%).
La inflación de 2021 fue la segunda más alta desde 1991 -el récord fue el de 2019- y fue impulsada básicamente por las subas en los alimentos -que acumularon un incremento en doce meses del 50,3 por ciento. Otros rubro con subas muy por encima del índice general fueron indumentaria, que cerró 2021 con un alza del 64,6%, y restaurantes y hoteles (65,4 por ciento).
Por su parte, la llamada inflación núcleo (que no incluye los servicios regulados y bienes estacionales) acumuló en doce meses un incremento del 54,9 por ciento.
En el caso puntual de diciembre, el rubro con una mayor alza fue “restaurantes y hoteles” (5,9%), seguido por “bebidas alcohólicas y tabaco” (5,4 por ciento). Los alimentos en promedio tuvieron un incremento del 4,3%, impulsados por las subas en carnes, panificados y lácteos.
La lectura que hicieron en el Gobierno del número oficial fue que en diciembre por tercer mes consecutivo se registró una desaceleración en términos interanuales. Sin embargo, el optimismo oficial contrasta con otro dato: el índice de diciembre es el más alto desde abril -cuando la inflación había tocado el 4,1 por ciento.
Nuevo piso
El número de 2021 deja un panorama más que preocupante para el año que recién se inicia y los analistas privados no dudan en hablar de un efecto arrastre que hará cuesta arriba cualquier intento por controlar los precios.
“La inercia ya le pone un piso del 50% a la inflación para este año y hay que ver qué puede pasar con las tarifas de los servicios públicos y el aumento que finalmente se autorice y el tipo de cambio, porque por un lado el gobierno no quiere que el precio del dólar se siga retrasando pero sabe que no le puede soltar la mano”, aseguró a LA NACION el economista Camilo Tiscornia.
“No se ven señales de que se corte con esta inercia inflacionaria. Si se quiere avanzar con acuerdos de precios se necesitan acuerdos más generales que la canasta de 1400 productos que se acaba de lanzar y que vayan hacia atrás e incluyan insumos difundidos, plásticos y materiales para la construcción”, explicó desde una visión más heterodoxa Nicolás Pertierra, economista jefe en el Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz.
Panorama preocupante
Los economistas consultados por LA NACION coinciden que el panorama en materia de precios podría agravarse si finalmente el Gobierno no llega a un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
“Si no se llega a un acuerdo con el Fondo lo esperable es que se deteriore mucho la demanda de pesos, porque la gente tiene memoria de lo que pasó con otros episodios de default de la deuda. En ese caso, el escenario que vemos es de una aceleración de la inflación”, explicó Juan Ignacio Paolicchi, economista de Empiria Consultores.
Los analistas privados anticipan que un eventual default tendría un efecto dominó sobre todos los frentes de la economía. “La falta de previsibilidad que traería un no acuerdo con el Fondo es que las expectativas inflacionarias y devaluatorias queden desancladas y eso produzca un aumento en los precios, sobre una base en la que la inflación que ya corre al 50%. Además, que no se llegue a un acuerdo aumenta las probabilidades de que el Central se quede sin reservas y tenga que devaluar el tipo de cambio y eso incide directamente en la inflación. Por otra parte, la demanda de instrumentos del Tesoro disminuiría, los pesos conseguidos en las licitaciones serían menos y eso forzaría a una mayor emisión, lo cual también incide sobre la inflación”, señaló Lucío Garay Mendez, analista de la consultora Eco Go.
Peligro de acostumbramiento
El otro peligro que trae acarreado el número que acaba de dar a conocer el Indec es que la sociedad termine por acostumbrarse a convivir con una inflación en torno al 50 por ciento.
“Como sociedad no sorprende la inflación del 50%, pero que sea algo habitual no implica que no moleste, al contrario, es el principal problema de la economía que incide directamente en la vida cotidiana. Que a los salarios, jubilaciones y transferencias sociales le cueste recuperar poder adquisitivo, que la demanda de pesos sea baja, que los instrumentos en pesos tengan bajos o nulos retornos reales positivos, que no haya condiciones macroeconómicas estables que permitan invertir en el país tienen un gran fundamento en la inflación”, explicó Garay Mendez.
“La Argentina debería tener entre sus prioridades resolver el problema de la inflación”, coincide Paolicchi. “Estos niveles de inflación no solo lo sufren más los pobres y generar una peor distribución del ingreso, sino también impiden crecer porque no se puede hacer ninguna proyección a largo plazo”, agregó.
Por: Alfredo Sainz
Fuente: La Nación