El VI Foro Internacional Vitivinícola, organizado por Bodegas de Argentina y Área del Vino, realizado días pasados, dejó importantes señales de alerta que los protagonistas de esta importante actividad tendrán que analizar con cuidado.
Mercados saturados
Fue tema del encuentro, toda una definición, confirmada por varios de los expositores. Hay en el mundo mucho vino, todos quieren vender, vender es cada vez más difícil y demanda mayores exigencias de calidad y precios. Hay excesos de marcas y etiquetas, el consumidor se siente abrumado.
A raíz de esto los grandes compradores, especialmente las cadenas de supermercados, imponen condiciones. Ambas situaciones, marcas y poder de los compradores, llevan a la conclusión que sostuvieron algunos disertantes: hay ya, y se intensificará, un fuerte proceso de concentración de las bodegas; las empresas necesitan mayor tamaño para poder negociar con los compradores.
Las bodegas chicas no están en condiciones de hacerlo. Este proceso parece inevitable, en consecuencia la viticultura argentina tendrá que recorrerlo; es indispensable analizar cuáles serán las consecuencias, dada la cantidad de pequeñas empresas existentes.
Otra conclusión, los vinos de baja calidad sobran más que los de mejor calidad, y tienden a desaparecer. Los consumidores son cada vez más exigentes, lo cual no implica que los precios acompañen siempre las mayores calidades.
La alerta más importante
El cambio de la política vitivinícola de la Unión Europea, iniciado hace dos años. Es una política orientada a lograr una reconversión del sector agrícola: erradicación de viñedos menos productivos y de menor calidad, en consonancia con la disminución de los subsidios a la destilación de vino de baja calidad y la disminución del consumo.
Se comienza a poner acento en las variedades y vinos varietales para competir en el mundo. Y en este tema es donde la alerta es más fuerte. La UE está destinando cientos de millones de euros tanto a la reconversión como a la promoción de sus vinos en terceros países.
Parte importante de esos fondos va a promocionar los vinos en los mismos mercados donde compite nuestro país. Y lo harán por calidad, linaje y precio; los vinos europeos han tenido una fuerte disminución.La rentabilidad de las bodegas es muy baja. Todos tienen la esperanza de que China y otros países emergentes consuman vino.
Otras conclusiones importantes tienen relación con la sustentabilidad de la vitivinicultura y la responsabilidad social empresaria. El vino no se va a vender sólo por la calidad sino por cómo se lo elabora, dijo uno de los expositores. Esto implica cuidado del medio ambiente y de la biodiversidad. Se puso especial énfasis en disminuir el consumo de agua, de agroquímicos, en el tratamiento de efluentes.
Hay preocupación por determinar la autenticidad de lo clones, por la sanidad de los viñedos y por la trazabilidad del material genético. Hubo alerta sobre la mano de obra, que será cada vez más escasa y cara. Se está produciendo una revolución en materia de maquinaria para poda, cosecha y otras labores. Una vitivinicultura sustentable debe no sólo ser amigable con el medio ambiente físico sino también con el social.
Frente a este panorama Argentina no alcanza a terminar la reconversión, debe incrementar el valor agregado por hectárea y la productividad para ganar competitividad. Las exigencias para crecer serán cada vez mayores y la responsabilidad de los participantes también.
Fuente: cavaargenina.com