En dos o tres años, advierte, China deberá ocuparse del problema del consumo y encarar un ajuste. Será duro para los emergentes. Caerán las materias primas y habrá menos liquidez.
El mensaje de Michael Pettis es clarísimo. China necesita cambiar. El profesor de finanzas de la Universidad de Pekín asegura que la fórmula de Beijing no es sostenible.
China no puede seguir creciendo a este ritmo sin un cambio radical de modelo. Incluso arriesgó hace poco que China podría ser un nuevo Japón, en su ascenso meteórico y su posterior estancamiento, un pantano del que todavía no logra salir.
–Su tesis es que China necesita hacer un cambio drástico de modelo para poder sostener este crecimiento y que el problema del consumo está en el corazón de este esquema que los chinos deben revisar.
¿Le parece que Beijing está en ese camino?
–El nivel de consumo doméstico en China es tan bajo en gran medida debido a que el ingreso de los hogares tiene un peso muy menor en el producto interno bruto y esto a su vez se explica porque las políticas empleadas por China para generar un crecimiento rápido suponen transferir riqueza desde el sector doméstico para subsidiar las manufacturas y la inversión.
Beijing no puede eliminar este mecanismo de transferencia sin socavar la base misma de su crecimiento explosivo. De ahí que el proceso de ajuste no va a ser nada fácil . Pero debe hacerse. Y hasta que lo haga, China dependerá para crecer fundamentalmente de la inversión, que cada vez es más desperdiciada, o de su superávit comercial, que el resto del mundo tiene cada vez más reparos en absorber.
–¿Cómo se verán afectados los países emergentes como la Argentina frente a este proceso?
–Durante los últimos tiempos, las dos principales fuentes de expansión para los países en desarrollo han sido los Estados Unidos, cuya economía no despegará por varios años, y China, que tras dos o tres años más de crecimiento desbalanceado y poco saludable, será forzada a un ajuste complicado. Cuando eso ocurra, veremos caer los precios de las materias primas y habrá una reducción drástica de la liquidez global.
Esta combinación nunca fue buena para los países emergentes y me temo que también será un tiempo difícil para la Argentina.
Fuente: cronista.com